Cuando yo era chico y Argentina era un país, las frases despectivas respecto a los “cabecitas negras”, los “putos” y los “morochos” eran moneda corriente en las conversaciones diarias. Hablo de Piñeyro, barrio obrero de Avellaneda, y de una familia de laburantes de la fábrica CONEN y de SEGBA. Durante toda mi adolescencia di la