Derrota innecesaria del gobierno en el Senado por el bendito DNU. Si hubiera aceptado la propuesta de la ley espejo –convertir al decreto en una ley- ahora podría ser Javier “Algunaley”, pero sigue siendo “Sinley”. Mientras tanto pasaron 95 días y tiene las manos vacías: sin ley ómnibus y con un decreto herido de muerte