39 años de una democracia que curó, no educó ni alimentó, pero sin embargo celebramos con justa razón.
La democracia en Argentina se podría llegar a decir que tuvo solamente 39 años, más algún puñadito de otros tantos en el pasado. Porque durante mucho tiempo se alternó entre sistemas electorales fraudulentos y golpes militares. No obstante, no quiere decir que todo nuestro pasado hay sido malo, ni nuestro presente glorioso. De hecho, como dice el historiador Félix Luna, debajo del pus del fraude electoral se encontraba una patria pujante que estaba esperando por salir adelante.
Luego de más de 100 años de un Estado constituido, la victoria del radicalismo en el 1983 comenzó un nuevo período en la Argentina que nunca termino de estabilizarse del todo. Que sufrió golpes institucionales, que tuvo actitudes de la clase política, toda en su conjunto, que lesiona seriamente la democracia y la república que ella conlleva, pero, sin embargo, seguimos en un país que vive democráticamente, y aún, civilizadamente.
Este 10 de diciembre cae en el medio de los festejos de una gran parte de la población por la victoria del seleccionado argentino en Qatar, un país donde justamente no priman los Derechos Humanos, por lo menos en la forma en la que se entienden de manera occidental.
¿Cuáles son las deudas de la democracia argentina?
Lo evidente y obvio sería decir, que mejorar todos los indicadores medibles de nuestra población. Nivel socio económico, educativo, sanitario, etc. Sin embargo, los principales problemas que debe resolver Argentina antes de poder siquiera plantearse un plan para mejorar todos esos indicadores de manera sostenida es celebrando un gran pacto social, del que tanto se habla.
Lo que no se dan cuenta los dirigentes políticos, y los ciudadanos en general, es que ese gran pacto ya está establecido y es la república. Simplemente respetando las funciones de cada poder del estado, donde ese funcionamiento sea independiente y se ejerza mutuo control entre todos los poderes sumada a la prensa como gran contralor, las cosas irían, pero sin dudas, mucho mejor.
Muy lejos estamos de eso. El poder económico se introduce en los 4 poderes y lo moldea de la manera que más le conviene. El poder político y judicial se corrompe y utiliza las arcas del estado para el beneficio de ese poder económico y del mismo poder. Y esas mismas reglas son las que usan los ciudadanos para vivir el día a día.
Sin confianza en el sistema político- judicial, cada uno elige sus propias reglas. El periodismo muchas veces cae en la tentación de ser monigotes del poder, económico o político con la premisa de “si no lo hago yo, lo va a hacer otro”. Si el tronco no está firme, el árbol termina cayendo.
Le exigimos a los jugadores de la Selección Nacional de Fútbol que le de una alegría al pueblo tan fustigado. Una alegría muy efímera que luego genera nostalgia. En cambio, de los gobernantes no esperamos nada. En vez de pedirle a los deportistas que sean los mejores, deberíamos pedirle a los funcionarios de la república que, al menos, sean la mejor versión de sí mismos.
