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Una sociedad de color nada

mayo 6, 20237 min read

Carl Sagan pintó el universo de mi niñez. Cosmos me presentaba esa mixtura de imágenes y texto que a mis nueve o diez años no lograba entender, pero me encantaba mirar. No entendía muy bien que querían decir las palabras (sí entendía el significado, pero no tenía el nivel de comprensión de texto suficiente aún para entender un libro de ciencia) pero si sabía de qué iba el libro y me encantaba, mirarlo una y otra vez. Era de mi hermano y se fue cuando los dos se marcharon a vivir a Uruguay. Hace poco conseguí una versión similar a la que el tenía y no dude en comprarla.

Días atrás mi hijo me dijo que el viento tenía color nada. Y me desconfiguró todos mis preceptos sobre el universo. Ese colorido recorrido histórico de ciencia y estrellas que luego completó “La historia del tiempo” de Stephen Hawking de repente, un chico de cinco años me lo puso en otro nivel. No era ni color, ni blanco y negro. Me entró la duda ¿de qué color es el viento? ¿De qué color es algo transparente? Supongo que será finalmente el color de lo que transparenta. O sea, si del otro lado del vidrio, hay un vestido rojo, el color, es rojo.

La ocurrencia de mi niño me llevó a reflexionar sobre varias cosas. Sobre las miradas de la gente en la calle. Sobre los comentarios de los amigos. Las puteadas de los conductores. La tristeza de las madres de Formosa, que juntan los requeches y se llenan la panza con un tereré para que la panza les haga menos ruido a la noche. La nostalgia que despertó “El amor después del amor”. La necesidad de amor que tenemos es inmensa y muchos encontraron en esa serie una nostalgia parecida al querer. Aspirinas para el dolor, pero no tratamiento para la angustia.

La necesidad de amor que tenemos es inmensa

Somos la sociedad del tango, es cierto. Más melancólico que el lamento de los cornudos no podría existir. Pero también somos el potro Rodrigo. Messi y el Diego. Siempre lidiamos alegría con tristeza. Pasamos la cuarentena más larga y quizá más estricta del mundo, si no lo fue, pega en el palo, pasamos de una crisis a otra, tenemos una histeria terrible con nuestra moneda. Que austral, que peso, que convertibilidad, que devaluación, que dolarización. Vivimos con pesos y tenemos de amante al dólar.  Vivimos entre el blanco y negro y el color. Nada.

Se nos recontra cagan de risa todos los días. Cómo no perder el color. Pero los que se nos cagan de risa, tampoco tienen color. Tenían maquillaje y se les está cayendo ese maquillaje. Y ellos también están quedando color a nada. Como la canción “Sabor a nada” pero con colores. Uno puede imaginarse que algo no tiene gusto a nada. Pero ¿Color a nada? No le aplica ni siquiera la leyenda del rey desnudo. Ellos no están desnudos, se les está cayendo la careta, y atrás de esa careta hay nada.

Vivimos entre el blanco y negro y el color. Nada.

¿Cuándo comenzó esto? Sería imposible, ya en la Primera Junta había pica entre los que querían a Saavedra y los que no. Mariano Moreno, el primer periodista, pero tal vez también el primer montonero, por la violencia de su Plan de Operaciones, murió en un barco silenciado, como el destino de los pasajeros de los vuelos de la muerte. Tantas heridas fueron magullando la piel de esta sociedad. Que nació con las invasiones inglesas, con la Primera Junta, con Rosas y la Vuelta de Obligado, con la Batalla de Caseros, con Sarmiento, Avellaneda y Roca. Con Alem e Yrigoyen. Con el 45´ y con la vuelta del “mejor Perón”, tanto que terminó con los militares por última vez en el poder, pero también con la vez más sanguinaria dictadura. Con Alfonsín, padre de la democracia en el 83 y conspirador en el 2001. Con Néstor que nos vino a proponer un sueño, que terminó en éxtasis. Con Cristina que nos pide que no nos hagamos los rulos por segunda vez, porque ya dio todo por segunda vez. Con Cambiemos y Macri que “venía bien, pero pasaron cosas”. Con Alberto y su dedito que solo sirvió para mostrar filminas mentirosas. Y ahora para admirar al León, que no hace nada de lo que nos dice, pero muchos lo siguen y repiten sus recetas como loritos. ¿Cuántas veces vamos a nacer?

Cada nacer implica que antes murió algo también. Tal vez tengamos que entender que no necesitamos un Messi(as) que nos diga qué hacer, cómo y cuándo. Tal vez necesitamos que nos dejen ser. Con nuestros propios colores. Capaz nos pueden ayudar con los pinceles, las acuarelas o los oleos. Pero el trazo, que nos lo dejen libre. Porque el trazo de ellos es puro maquillaje. Que tarde o temprano se cae. Maquillaje que al fin y al cabo queda con color a nada.

Alejandro Cabrera
Alejandro Cabrera

Director de newsba.com.ar Asesor en comunicación y marketing empresarial y política. Twitter: @cabreramiglioni

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Alejandro Cabrera

Director de newsba.com.ar Asesor en comunicación y marketing empresarial y política. Twitter: @cabreramiglioni

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