¿Podemos tener un nuevo 2001 veinte años después de la renuncia del Presidente y del caos social más grande que hayamos vivido?
Esta nota está escrita en parte por lo que recuerdo y en parte por lo que fui aprendiendo a lo largo de los años y, sobre todo, con todo lo que leí, escuché y miré este fin de semana sobre el 2001. Pero les quiero contar una experiencia personal: cómo vivió un chico de 12 años del Conurbano, con un comercio en su casa aquellos días del 19 y 20 de diciembre.
Yo era adolescente, pero me gustaba leer el diario y mirar los noticieros. Así que más o menos tenía idea de lo que iba pasando, aunque no entendiera algunas palabras o tecnicismos: anuncios como los del “Megacanje” o el “Blindaje” o una tan temida devaluación (hasta ese entonces solamente había conocido el 1 a 1). Aprendía palabras como piquete, desocupación y hambre. Sabía que habían renunciado dos ministros de Economía y un vicepresidente, pero no sabía bien por qué.
La mañana del 19 tocaron el timbre antes de abrir el negocio, y nos dijeron que no abramos, que en la plaza de la vuelta, se estaban preparando para saquear. Para ese entonces, prendimos la tele y vimos lo que estaba sucediendo. Minutos después vimos pasar por la puerta de casa, muchas personas con mercadería que se llevaban de supermercados cercanos. Nosotros teníamos un kiosco, donde por suerte para nosotros no entraron.
Pocas veces en mi vida tuve tanto temor. Lo mismo me dijo un dirigente político del Conurbano, que lo definió como “la única vez que tuve miedo”. Muchas son las versiones Que fueron organizados por un sector partidario, o por un personaje político determinado. Que Alfonsín y Duhalde pactaron, que los radicales dejaron solo a De la Rúa. Hay muchas cosas que nunca vamos a saber a ciencia cierta. Lo que más claro quedó, es que después de declarado el estado de sitio, innegablemente se produjo una manifestación genuina.
“Yo pensé que la gente le tenía miedo a la violencia, pero le preocupaba la economía” dijo De la Rúa. Como lavándose las manos y como si el hambre y el corralito no fueran violentos. Ahora, voy a contarles lo que yo creo que pasó y lo que no creo que vaya a pasar.
El 6 de octubre del 2000 renuncia el vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez. Él afirma que, por la causa de las coimas en el Senado, algunos dicen que porque no estaba de acuerdo con el gobierno. Como fuese, su dimisión genera una primera crisis institucional.
El 3 de marzo de 2001, después de que Álvarez lo acuse de proteger a funcionarios acusados de no controlar el lavado de dinero, renuncia José Luis Machinea, ministro de Economía y se sucede la segunda crisis institucional.
Luego de un paso fugaz de Ricardo López Murphy por el palacio de Hacienda, asume Domingo Cavallo, “el padre de la criatura”, la Convertibilidad. Pero el 6 de diciembre declara el “Corralito”, un conjunto de restricciones que buscan evitar una corrida bancaria y se sucede una tercera crisis. Ya el 19 de diciembre comienzan l os primeros saqueos en la provincia de Buenos Aires, y por la noche De la Rúa comete uno de los errores más grandes que pudo cometer, la declaración del estado de sitio.
Pensando que esto apaciguaría las aguas, las agitó aún más. Por la noche, Daniel Hadad anticipa en la renuncia de Cavallo por TV, quien finalmente dimite y ya durante el día del 20, con muertos en Capital Federal y distintas partes del país, Carlos Maestro el jefe de bloque de los Radicales le aconseja al presidente que la única salida era la renuncia. Sin apoyo político, partidario ni social, De la Rúa se va en helicóptero desde la Casa Rosada. Según él, se hubiera idoir por el camino habitual, pero en esa instancia, ni siquiera eso pudo decidir.
Hoy estamos ante una crisis económica, quizás más prolongada. Pero tenemos una herramienta que no teníamos en esa época, podemos manejar el tipo de cambio. Además, los sectores que podrían generar una crisis social de esa magnitud, mal o bien, están bajo control y o apoyan al gobierno o a sus aliados. No veo chances de un 2001, pero la historia y las decisiones de nuestros gobernantes y dirigentes nos dirán dentro de 20 años, qué pasó en el 2022.
