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“Yo soy blanco o negro maestro, gris no voy a ser en mi vida”

marzo 23, 20226 min read

En vísperas del 24 de marzo, cuando se recuerda la más cruenta y última dictadura que nuestro país vivió ¿Qué aprendimos de esos años de oscuridad?

Pele y Maradona, Messi y Cristiano, peronistas y radicales, kirchneristas y macristas, Ford y Chevrolet, mate dulce y amargo, todo está resumido en esa frase de Maradona que lleva el título de esta nota. Vivimos de grieta en grieta, pero cuando hablamos de “la grieta” pareciera que para muchos está ahí el gran problema argentino y que unirnos todos en pos de un país mejor es la solución.

El pueblo, la gente, la nación, patria, Argentina. Todos esos significantes son palabras que representan algo muy importante. Sobre todo, una cultura general en común, cada vez más mixada por la globalización y sacada a relucir en los partidos de la selección: El mate, el tango, el asado, el fútbol, la radio, la bandera, San Martín, las Islas Malvinas, nuestros límites demográficos, nuestra forma de ser general como un país y en particular como provincias. ¿Pero es un valor la unidad?

La democracia se recuperó a sangre y fuego, como también se perdió. Estamos afrontando una de las crísis más impactantes a nivel mundial y a nivel país, pero sin ningún lugar a dudas estamos mejor que en esos años de oscuridad, donde las cabezas del proceso buscaban “pacificar” y “reorganizar” nuestra nación, bajo los valores que “se habían perdido”. Buscaban un pensamiento único, la unión de los argentinos.

Todos los partidos políticos o la gran mayoría, muchísimos periodistas y gran parte de la población quieren zanjar la grieta. Lo que deberíamos entender con la sociedad es que la división no es un problema, el problema es pelearnos por pensar distinto. Familias divididas, medios de comunicación que cuentan dos países absolutamente distintos y que se pelean entre sí, violencia callejera, aumento de la inseguridad.

La vida democrática es todo lo contrario a la unión de los argentinos. Está bien y es necesario para que una sociedad sea tal, que toleremos al que piensa distinto. No es un enemigo quien cree que el camino es distinto, si el fin es el mismo, construir un país próspero, que tiene todo para hacerlo, pero generación tras generación nos encargamos de dejarlo un poquito peor para la próxima camada.

Al líder es mejor temerle, una atroz mentira de los autoritarios.

Los más cruentos recuerdos de una dictadura están vívidos en personas que no la vivieron. De hecho, a ojo, la mayor parte de la población activa política y socialmente no la debe haber vivido. Pero están ahí, nos duelen, los sentimos, porque el miedo como factor para moldear a un país nunca puede ni nunca termino bien. Al líder es mejor temerle, una atroz mentira de los autoritarios.

Somos seres humanos, individuos que vivimos en sociedad. Pueden convivir quienes piensan en que la salida es colectiva y quienes entienden que la suma de las individualidades son las que harán que las cosas caminen. Dentro de esa gran división, hay subgrupos que piensan que las cosas también se pueden hacer distintas y también pueden convivir. Por eso elegimos vivir en democracia, pero pareciera que eso nos aburre y a pesar de vivir en democracia buscamos aplastar al enemigo. Elegimos que el que piensa distinto a nosotros es el enemigo.

Todo eso deriva en un estado de salvajismo violento que nos lleva a vivir en una democracia tambaleante, ya no por las armas, si no por nosotros mismos. No respetamos las instituciones que nosotros mismos creamos. Podemos elegir “más estado” o “menos estado”, y la clave está en el poder que tenemos, no lo perdamos.

Este 2022 nos trajo una novedad. El gobierno tiene mayoría en las cámaras con apoyo de la oposición, y a su vez, las dos fuerzas mayoritarias tienen internas entre ellos y en todos lados eso se ve como algo negativo. Es cierto, hay situaciones y situaciones, que analizadas por partes se encuentran personalismos que van por encima del bien común. Pero en general, es un avance tremendo en la democracia, que cada diputado, senador inclusive concejales voten distinto a la “disciplina partidaria”, pues para eso está el poder legislativo, si no solamente es una escribanía del poder ejecutivo.

Ojalá que más temprano que tarde, vivamos en un país donde cada poder republicano sea independiente, donde podamos comer un asado peronistas, radicales y liberales. Que seamos una sociedad tolerante.

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