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Dientes de cordero

diciembre 7, 20217 min read

CRISIS DE LIDERAZGO Y LIDERAZGO EN TIEMPOS DE CRISIS.

Nos acercamos al 20 de diciembre y no puedo dejar de reflexionar acerca de uno de los acontecimientos que marcaron a fuego la historia social, política y económica contemporánea de nuestro país; hace 20 años atravesábamos una de las crisis más profundas que debió sortear nuestra democracia como sistema de representación.

Ese día de 2001 Fernando de la Rúa presentaba su renuncia al cargo de presidente de la Nación, era un final anunciado por los desbordes que habían comenzado unos días antes y que ponían al país al borde de la anomia total. Aislado y sin el más mínimo apoyo, ni de su partido, ni de la oposición; redactó su carta de renuncia de puño y letra antes de enviarla al Ing. Ramón Puerta, Presidente Provisional del Senado y primero en la línea de sucesión, ya que el vicepresidente “Chacho” Álvarez había renunciado hacía poco mas de un año en el marco del escándalo de las coimas en el Senado.

El principio del fin, como habitualmente sucede, estuvo ligado a una fenomenal crisis económica que se desencadenó por el agotamiento del modelo de convertibilidad; aquel plan económico que ancló por ley (23.928) la paridad cambiaria entre la moneda local y el dólar; y que sirvió para estabilizar la economía y controlar la hiperinflación de los años 1989 y 1990 (3070% y 2300% respectivamente).

Pero todo tiene un costo, la liquidación de activos del estado por 70.000 millones de dólares y el crecimiento de la deuda externa pública de casi 100.000 millones durante la vigencia de la ley, sirvieron para financiar el déficit y ganar elecciones, pero no lograron detener el desmantelamiento del aparato productivo nacional, el aumento exponencial de la desocupación, la caída del consumo y la consecuente recesión económica que generaba un déficit impagable. La receta neoliberal era combatirlo con más ajuste, generando más recesión, menos recaudación y más déficit; ejemplo paradigmático de círculo vicioso.

En este contexto la mecha final fue encendida el 2 de diciembre por Domingo Cavallo, quien había sido nombrado unos meses antes como Ministro de Economía con facultades extraordinarias, en reemplazo de Ricardo López Murphy, asestando el tiro de gracia al bolsillo de la clase media, el CORRALITO.

Sin embargo, ni la confiscación de los ahorros, ni las reducciones en salarios y
jubilaciones, ni los recortes presupuestarios en educación y salud; ni siquiera
la sensación de la inminente pérdida del trabajo y sustento para la familia
pudieron socavar tan profundamente la legitimidad de la institución
presidencial como la falta de liderazgo y carisma de quien había despertado
la esperanza de la sociedad después de 10 años de menemismo.

La declaración del estado de sitio por parte del entonces presidente se transformó
en el ejemplo más acabado de la incapacidad del gobierno para llevar adelante
el monopolio de la fuerza física o violencia legítima, característica
distintiva del Estado Moderno; tipificado por Max Weber, el prócer de la
sociología y el análisis político, como sistema de dominación Racional Legal.

La capacidad de liderazgo de los referentes sociales y políticos en la actualidad está más expuesta que nunca, por la velocidad de circulación de la información en redes sociales y plataformas digitales, además del constante bombardeo de los multimedios tradicionales que ideologizan la visión de la realidad de ambos lados de la grieta.

Se visibilizó durante la pandemia la necesidad que tiene nuestra sociedad de ser guiada, conducida; inclusive cediendo importantes espacios de libertad individual a cambio de seguridad y protección. Los ejemplos de populismos, tanto de izquierda como de derecha florecieron en esta coyuntura a lo largo del mundo y los riesgos de fomentar estilos autoritarios o mesiánicos están a la vuelta de la esquina.

Se vienen tiempos de definiciones en Argentina y nuestros líderes, tanto del oficialismo como de la oposición vuelven a realizar el test; en el frente externo está el promocionado como “inminente” acuerdo con el FMI para evitar un nuevo default; hacia adentro el desafío es escuchar las voces de los poderes territoriales, gobernadores que reclaman protagonismo o intendentes bonaerenses que pretenden derogar la ley que limita sus posibilidades de reelección.

Mientras tanto, del otro lado de la grieta se agitan rumores de restricciones al acceso a los depósitos en dólares, con la clara intención de fomentar lo que habitualmente utilizamos como ejemplo de Profecía Autocumplida, la corrida bancaria.

Default, corralito, devaluación y pobreza vs Recuperación económica, auge del consumo, sustitución de importaciones y crecimiento inclusivo. Riesgos y oportunidades estructurales de la sociedad argentina.

Alguien dijo que 20 no es nada… pero yo prefiero decirles a nuestros líderes:

“Basta de cornisas, basta de saltar” (Andrés Ciro Martínez)

Amilcar Altopiedi

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