La lucha por una equidad en la repartija estaba basada en que los trabajadores eran los verdaderos generadores de riqueza. ¿Sigue siendo esto así?
La redistribución de riquezas debe ser no una imposición de excedentes si no una obligación moral de la sociedad. Ahora, a ¿qué costo?
Las luchas sindicales y de ciertos sectores que creen estar protegiendo a los trabajadores ante la revolución 4.0, es decir la tercera revolución industrial, simplemente retrasan algo inevitable, los desprotegen a futuro, y retrasan la emancipación de trabajos alienantes.
La paradoja está en pensar que los dueños del capital, sin necesidad de mano de obra por la tecnología estén dispuestos a repartir con equidad las riquezas. Pues esto es encarar mal el punto. Está en la naturaleza humana querer más.
Sin embargo, la cuarta revolución industrial va a requerir incluso más mano de obra, pero con trabajos más dignificantes para la condición humana y para la calidad de vida. Entonces, es potestad del estado garantizar las reglas de juego para que esto se cumpla, pero no ser una institución de la cual sus ciudadanos sean dependientes.
El paro del sindicato de peajes es una clara muestra de resistencia al cambio. ¿Cuánto tiempo se puede sostener trabajos del siglo 20, en la segunda década del siglo 21? No es solo un retraso en el desarrollo, si no un apalancamiento en la potencialidad que tiene la condición humana de superarse.