El exsenador Esteban Bullrich, quien renunció a su banca tras ser diagnosticado con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), estuvo como invitado ayer en el programa que Jonatan Viale conduce en LN+. Lo que buscó ser un momento emotivo terminó siendo otra cosa distinta: ¿Volvemos a la espectacularización de la política?
Bullrich había sido despedido con aplausos y lágrimas genuinas por parte de sus colegas de todas las bancadas. “No hay hombres imprescindibles” fue una de las frases más fuertes que lanzó el ex ministro de Educación y ahora exsenador. Su diagnóstico le impide continuar con su tarea legislativa, que venía realizando a la par del progreso de su enfermedad, hasta que finalmente decidió renunciar a su banca.
Ahora bien, Bullrich fue invitado a un programa de televisión donde, según el conductor, se buscaba dar un mensaje emotivo y esperanzador que sin duda Esteban es capaz de dar, ya que su propia vida es un ejemplo de resiliencia y ganas de vivir.
Nadie podría decir que ese reportaje era fácil de realizar. Tal vez les ganaron los nervios a los periodistas, tal vez la emoción. Pero como espectador de aquella entrevista, por lo menos quien escribe, se sintió muy incómodo.
Durante todo el tiempo, remarcaron que no importaba el tiempo que Estaban demore en escribir para que luego, mediante la tecnología ese mensaje que daba pueda ser reproducido. Una mención era suficiente para aclararlo, pero esto ocurrió demasiadas veces.
Por otro lado, se adelantaban a los mensajes que escribía, como una suerte de venta del mensaje mezclado con un spoiler sobre el texto que luego sería leído por la computadora. Era algo realmente irritante. Tener a semejante figura política allí ya era suficiente para mantener la atención del espectador. Además, una tremenda contradicción: si no importa el tiempo que tarde Esteban en escribir ¿qué necesidad tenían de adelantar lo que él iba a decir? Si bien no lo decían textual, hablaban y resaltaban la importancia de lo que Bullrich iba a decir.
Y este último punto nos lleva a lo más desesperante. La validación por parte de los periodistas a lo que iba a decir, antes de que lo diga. “Este es el mensaje más importante”, o “justo de eso quería que hables” y frases por el estilo. No sólo validaron, si no que “rankeaban” la importancia de lo que iba hablando.
Dicha toda esta crítica, es destacable que puedan entrevistarse a figuras como la de Esteban. Está buenísimo que exista gente como él. También hubiese sido valorable que se lo reconozca antes de que se le diagnosticase ELA. Como cuando decía: “escucho un susurro bajito que dice; sí se puede”, cuando fue ministro de Educación. Muchos periodistas que hoy lo valoran por su enfermedad, decían que el kirchnerismo estaba terminado porque “Cristina había perdido contra una figura como Esteban Bulrich” como si fuese imposible que la máxima figura política de la última década, podría perder contra alguien casi ignoto.
La muerte y la enfermedad no hacen mejores a las personas. Esteban Bullrich siempre buscó el diálogo y el consenso mientras ejerció cargos públicos y por eso su resiliencia salió a la luz y es felicitado por todos los espacios políticos. Justamente quien escribe no es alguien anti grieta, todo lo contrario, cree que la diferencia de opinión es lo que nos hace crecer democráticamente, el pensamiento único es totalitario. Ahora, estar de un lado o del otro de la grieta no nos hace enemigos, y ese mensaje es el que desde este espacio se entiende que busca destacar Bullrich. Ahora, mostrarlo como lo mejor de la Argentina, contra poniéndolo con las formas del oficialismo, solo alimenta más la grieta, justamente lo que él no espera generar. Un punto de rating no es más importante que el mensaje de una persona que sigue luchando a pesar de todo.
