Se estrenó la esperada serie autobiográfica de Fito Paez en Netflix y, rápidamente, alcanzó el puesto Nº1. “El amor después del amor” abarca el período más prolífico de la carrera del artista alejado de polémicas declaraciones contra los porteños y la clase media que no se abrazó al kirchnerismo. Los ocho capítulos van de menor a mayor con una cuidada recreación de época -de la niñez de Fito a los turbulentos ochenta con un drama policial incluido-.
Micaela Riera merece un párrafo aparte en su interpretación de Fabiana Cantilo siendo lo más destacado del programa. Atrás quedan otras actuaciones como las de Juan Carlos Baglietto -por su propio hijo-, Charly García -Andy Chango haciendo lo imposible con un personaje imposible de imitar-, y el joven actor que hace del Fito Paez de los años alfonsinistas.
Páez merecía una serie en su nombre y una reivindicación de la sociedad argentina. El día que no esté tendremos que inventar un Páez pues nos obsequió bellas gemas pop, himnos de estadio como “Y dale alegría a mi corazón”, “Yo vine a ofrecer mi corazón” y “Tumbas de la Gloria” entre tantas otras bellezas de esos años. Es uno de los pocos artistas que podría editar dos grandes éxitos y le sobrarían varios temas afuera. Existe una obra maestra que no aparece en la serie titulada “Corazón Clandestino”, un EP de 4 canciones editada a mediados de los 80 que incluía a “Nunca podrás sacarme mi amor”. Paez cruzó a Charly con el folcklore, a Mercedes Sosa con el tango de “Calaveras Nada”, nos mostró la involución del protagonista de la dulce “11 y 6” en un pibe chorro en el “Chico de la Tapa” entre tantas proezas.
La serie nos emociona porque son los años que vivimos con el rock nacional acompañándonos y enamorándonos.
Sacó un disco con el grandioso Luis Alberto Spinetta, produjo a Charly, tocó con él en sus dos mejores discos solistas -Piano Bar y el histórico Clics Modernos- y compuso algunas de las mejores canciones de Juan Carlos Baglietto con la Trova Rosarina.
El período comprendido por la serie es el más interesante de la vida y obra de Fito Páez. La trama crece con Cantilo y decae con la aparición de Cecilia Roth. El aburguesamiento del artista, el lujo, el dinero, los placeres de la buena vida, la llegada al mainstrem y el reconocimiento apagan sus letras en los discos posteriores a su obra cumbre. Hay excepciones como el psicodélico “Circo Beat”, la melancólica “Tema de Piluso” o “Normal 1” pasando por el extenso y arriesgado disco “Abre”. Después Fito decidió en repetirse y ser “la parodia del artista” -él mismo-. Lejos de ser una crítica, Páez tiene un nivel compositivo superior a la media y cualquiera de los discos publicados en este siglo superan a cualquier artista de su generación y las posteriores.
La serie nos emociona porque son los años que vivimos con el rock nacional acompañándonos y enamorándonos. Las peleas familiares, las idas y vueltas con nuestros padres, los primeros besos, el amor, el resurgimiento tras el sufrimiento, la tragedia y, nuevamente, el amor después del amor, como única salvación. Cuando se aleja de lo macro, la serie aflora. Cuando Páez nos explica el proceso de la creación, nos reencontramos con la música.
Páez ya es la banda sonora de nuestras vidas. De nuestros años más felices, los de la rebeldía, de la adolescencia…
Esos años que ya no volverán. De un pasado que nunca volverá a ser.