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EL MÉTODO MILEI

enero 7, 202413 min read

Constituir su propia oposición y ser su principal enemigo. Ser responsable de distracciones incomprensibles. Carecer de una estrategia política. Autoritarismo. Desconexión con la realidad. Dificultad para distinguir lo principal de lo accesorio. Convivencia de dos planes opuestos de gestión. Inexistencia de prioridades. Transformación de un proyecto de ley en una “carta a los Reyes Magos” (sic). Carencia de diputados y senadores experimentados. Apertura de conflictos innecesarios. Comisión de imprudencias elementales. Contradicciones en la estrategia legislativa. Carencia de sentido de la oportunidad. Tendencia al infantilismo y la ensoñación. Multiplicación innecesaria de conflictos. Inexistencia de un equipo político que sostenga el programa económico. Falta de coordinación entre el ministro de Economía y el Presidente. Todas y cada una de estas objeciones al gobierno Milei fueron formuladas en una sola nota de opinión.  Pero no hay nada de personal. Basta leer los comentarios de los analistas políticos de los principales medios argentinos para encontrar las mismas objeciones y el mismo tono crítico, muchas veces acompañado de un pronóstico de apocalipsis terminal.


La primera reacción después de leerlos es darles la razón. Resulta imposible negar que todas y cada una de estas críticas, mejor o peor justificadas, tienen conexión con la realidad de los primeros días de esta gestión. Sin embargo, los gobiernos, como las personas, no surgen de la nada y en un contexto neutro, sino que son productos de una historia; y el de Milei no es la excepción, ni mucho menos. Por lo tanto, un primer filtro al que vale la pena someter estas críticas es lo sucedido recientemente en la campaña electoral. ¿O acaso no se acusó durante la misma a La Libertad Avanza de todos y cada uno de estos errores? ¿No se señalaba su falta de experiencia, su carencia de equipo político y electoral, su incapacidad para fijar prioridades? ¿No se insistía en los conflictos innecesarios causados por las declaraciones imprudentes de Milei y en los enemigos innecesarios que se ganaba con ellas… etcétera, etcétera, etcétera? Y, hago autocrítica en primera línea, ¿no se sacaba de estas premisas aparentemente incuestionables la conclusión de que su candidatura tenía un techo insuperable que no podía ir más allá del 20%, y se sostenía sin dudar que el próximo presidente vendría del peronismo o de Juntos por el Cambio?


NO HAY MILEI QUE NOS VENGA BIEN

He sido partícipe de ese diagnóstico erróneo, pero no soy partidario de defender mis errores; en este caso: el de subestimar la capacidad de Milei basándose en todos y cada uno de los rasgos que lo diferencian del resto de los sectores políticos, y que son precisamente los que lo han hecho triunfar en la batalla electoral. Lo digo como votante de Juntos por el Cambio y sostenedor de la campaña de Patricia Bullrich: teníamos más equipo, más experiencia, más despliegue territorial, más fiscales, más todo; pero salimos terceros y ganó Milei. Quizás sería oportuno dejar de subestimarlo y tratar de entender por qué está donde está y qué es lo que está haciendo desde ese lugar.


Para empezar, no estaría de más señalar algunos rasgos de la habitual esquizofrenia argentina: nos quejamos durante años de que mesas reducidas de pocos dirigentes decidieran las candidaturas, para después caerle armados de hacha y cuchillo al único espacio político, Juntos por el Cambio, que definió su candidatura en una interna. Preferimos candidatos que se definían por no pertenecer a “la política” y no ser parte de las castas legislativas para quejarnos ahora de que los que diputados y senadores que votamos carecen de experiencia. Criticamos duramente al gobierno de Macri por su puntillismo tecnocrático y su gradualismo, para hoy, como la gata Flora, lamentamos amargamente por las carencias técnicas de la Libertad Avanza y su preferencia por las políticas de shock. No hay insumos. No hay dólares. No hay plata. Pero, sobre todo, no hay Milei que nos venga bien.


El segundo elemento evidente es la diferencia monumental de las exigencias que se le ponen al enésimo gobierno no peronista obligado a enfrentar una crisis macroeconómica y social producida por el peronismo con las que se le han puesto históricamente al peronismo. La vara de Suiza y la vara de Tanzania. ¿Una exageración? Vuelva al lector a las primeras líneas de esta nota, repase las objeciones presentadas y aplíqueselas a Alberto, cuyo gobierno fue presentado por el autor de esas críticas como el avenimiento de un kirchnerismo más moderado e institucional.


¿Es posible realizar en poco tiempo reformas de una profundidad excepcional apelando al método político tradicional que se demostró impotente para aplicarlas durante 40 años de vigencia de la democracia?

No es solo el periodismo. Como diputado del PRO y sostenedor de las candidaturas de Juntos por el Cambio y de Patricia Bullrich no puedo dejar de lado algunas consideraciones. Si Larreta hubiera sido presidente, el ministro de economía más probable habría sido Hernán Lacunza. Y, hasta la última etapa del proceso electoral, era Luciano Laspina el ministro in pectore de Patricia Bullrich. Y bien, tanto Lacunza como Laspina han expresado su apoyo al plan de reformas presentado. Además, fue para un eventual gobierno de JxC y por encargo de Bullrich que Federico Sturzenegger elaboró el mega plan de reforma del Estado y de las reglas económicas que el gobierno Milei ha presentado en forma de DNU y de ley ómnibus. Por eso, cuando veo a sectores que integraban aquella coalición electoral -aparentemente destinada a conformar el gobierno- criticar con tanto énfasis las iniciativas de Milei no puedo dejar de preguntarme si las habrían apoyado en caso de que la presidente hubiese sido Bullrich, y, por lo tanto si quienes votaron por Milei no habrán tenido razón en nuestra vocación de cambio radical.


Se trata de un misterio que jamás se aclarará, pero la pregunta no es capciosa ni menor. Porque sugiere esta otra: ¿es posible realizar en poco tiempo reformas de una profundidad excepcional apelando al método político tradicional que se demostró impotente para aplicarlas durante 40 años de vigencia de la democracia? No es posible hacer un país diferente con los mismos de siempre, sostenía Milei en la campaña. ¿Es posible -vale preguntarse ahora- construirlo utilizando los mismos métodos y estrategias de gestión? ¿No resulta absurda la objeción de quienes dicen estar a favor de estas reformas, pero en contra del método aplicado para implementarlas? ¿No es evidente que existe una coherencia inquebrantable entre las reformas disruptivas propuestas por Milei y votadas por el 56%, y el método Milei; es decir: la estrategia disruptiva que está utilizando para llevarlas adelante?


Y cuando digo estrategia disruptiva no me refiero a la violación de la ley y las reglas constitucionales, que no ha ocurrido. En efecto, los decretos de necesidad y urgencia no son una invención de LLA sino que forman parte de nuestra constitución, artículo 99, que establece las tres condiciones para que puedan ser utilizados: circunstancias excepcionales, necesidad y urgencia. Quiénes argumentan a favor de la inconstitucionalidad del DNU no pueden objetarlo sin negar la realidad: el país vive circunstancias excepcionales y dramáticas, existe una necesidad evidente de reformas profundas y se necesitan con una urgencia que el trámite legislativo normal es incapaz de satisfacer. El método Milei, hasta ahora, no consiste en ninguna violación de las reglas sino en la aplicación de las reglas existentes, que no fueron dictadas por La Libertad Avanza sino por las mayorías kirchneristas que rigieron la legislación argentina durante veinte años. Pretender que este gobierno solucione la crisis terminal a la que nos llevaron prescindiendo de todas las posibilidades legales a su alcance es aplicar la vara de Suiza después de veinte años de vara de Tanzania. La sorprendente conversión del peronismo y los sectores corporativos a la constitucionalidad y las tradiciones alberdianas es una excelente noticia. Como ha escrito el twittero Malcom Gómez: en cada queja y cada cautelar se esconde la confesión de un privilegio. 


El método Milei, hasta ahora, no consiste en ninguna violación de las reglas sino en la aplicación de las reglas existentes

¿Garantías? Ninguna. No existe ninguna garantía de que las cosas vayan a salir bien ni de que los cambios al sistema económico produzcan los efectos necesarios con la rapidez suficiente. La marcha atrás y el suicidio son siempre una opción. En tanto, el método Milei de proponer todos los cambios juntos y de manera urgente no solo parece ser la única manera de evitar un desgaste a largo plazo que resultaría insoportable sino la resultante inevitable de las circunstancias históricas en que La Libertad Avanza ha llegado al poder: una crisis inédita y un mandato electoral que reclama cambios profundos y urgentes. Lo que no quiere decir atropellar a las instituciones sino hacer pleno uso de todos los recursos institucionales a disposición.


Dentro de la ley, todo. Como dijo el General.

Fernando Iglesias
Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

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Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

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