La supuesta neutralidad del radicalismo ante el balotaje no es más que enmascarar una clara preferencia por sobre Massa, antes que Milei. Por un lado, están en todo su derecho de hacerlo. Por otro lado, las excusas que utilizan para no darle el apoyo a LLA es que están al margen de la democracia y, por ende, dan a entender que el peronismo sí es una fuerza democrática.
Lo que Bullrich y Macri intentaron hacer con el acercamiento a Milei es darle el poder republicano que le faltaba a La Libertad Avanza, y vaya que hizo efecto, ya se fue Luis Barrionuevo con toda la barra de Chacarita Juniros atrás.
La gran diferencia en el conflicto de Juntos por el Cambio, es que Patricia Bullrich habló por ella y por Petri, como la fórmula más votada (el PRO le ganó a Larreta, Morales y Lousteau) y no criticó el accionar de la UCR. Mientras que el partido de Balbín criticó a Bullrich, dio libertad de acción como si fuesen los dueños de los votos y de sus votantes y, por si fuera poco, no se la jugaron por el candidato que en realidad quieren que gane.
De tal manera que Balbín abrazó a Perón y quedó como el “Abrazo de la Unidad Nacional”, Sergio Massa busca ese abrazo con la Unión Cívica Radical. El problema de aquel famoso abrazo, fue que el General Perón quedó como el que acogía a Balbín en pos de la pacificación de Argentina, cuando la realidad histórica cuenta que fue Ricardo el encarcelado por el régimen Justicialista, si alguien tenía que pedir perdón era Perón. En este caso, según los protagonistas, antes del abrazo Bullrich-Milei, a pesar de mi poca fe en que eso suceda, pareciera ser que Javier supo pedir perdón.
De la misma manera, “el padre de la democracia”, Raúl Alfonsín firmó el pacto de Olivos con Menem y les entregó a los Peronistas un sistema electoral prácticamente infalible para que ellos sean siempre los electos en cargos ejecutivos. El único que pudo romper eso, fue Mauricio Macri, a quién hoy se lo señala como el destructor del PRO, en una nota de INFOBAE.
Además, los mismos radicales fueron los que no bancaron a la Alianza en el 2001 y claramente no hicieron todo lo que estaba a su alcanza por Patricia Bullrich. Una vez más, el radicalismo se conforma con algunas gobernaciones. De aquel 2% de Leopoldo Moreau, y de ser los segundones en Juntos por el Cambio, no están tan mal ubicados en un gobierno de Sergio Massa, que les va garantizar su neo feudalismo provinciano.
Mientras radicales, lilitos y macristas se pelean, Sergio Tomás Massa descansa saboreando una muy probable victoria. Solo el tiempo lo dirá.
