Juan Grabois amenazó ayer en un acto en el puente Pueyrredón con “dejar nuestra sangre en las calles” para que no haya más pobreza. Logró uno de sus principales objetivos: que su arenga se viralice y que las protestas de los movimientos sociales tengan repercusión. Pero también consiguió que miles de argentinos se angustien ante una conflictividad social que solo amenaza con crecer.
Grabois capitalizó la representación de los trabajadores de la economía popular a través de la CTEP desde hace casi 20 años, pero actúa como un outsider de la política, ofreciendo la sangr de sus gauchos vestido de una campera de cuero marrón, ofreciéndose como el Saúl Ubaldini de los excluidos.
Alentados por el crecimiento de las posturas extremas, tanto de derecha como de izquierda en Latinoamérica y en el mundo, Javier Milei fue el centro de la escena política durante varios meses. En una charla reciente con NewsBA el consultor político Carlos Fara nos decía que “el hecho de estar en el centro de la escena es un arma de doble filo, porque la gente te escucha, y podés subir, como también podés enterrarte solo”.
Desde hace unas semanas, Grabois cambió los buzos polar por las camperas de cuero marrones y empezó a adoptar posturas extremas en sus discursos. Ayer brindó dos arengas en distintos momentos con diversos tonos, tan incendiarios como irreales.
Al mismo tiempo, Javier Milei viene pronosticando una próxima “piña” o estallido, que finalmente no termina de suceder. Si bien estamos en una “larga agonía” según Fara, Grabois se apresuró en pronosticar un estallido social en cuestión de semanas. Algo sumamente improbable por distintos factores. Si bien estamos en medio de una tormenta, las características de la misma llevan a que sea muy difícil una eclosión social.
Por otro lado, al igual que Milei, Grabois se presenta como un mesías, un dueño de la verdad, con una soberbia extrema, con respuestas para todo (en general siempre las mismas). Esto es parte de la receta populista que le funcionó a Milei, encontrar un discurso que interpele y repetirlo hasta el hartazgo. He aquí la diferencia entre uno y otro, el discurso de Grabois no resuena en nadie o en muy poca gente. Milei tuvo su momento de estrellato. Grabois chocó antes de salir a manejar.
Por supuesto que nadie con una noción de humanismo, no aborrece la pobreza y la indigencia. Pero el salario básico universal, planteado en los términos de Grabois, es una medida de las más populistas que pueden plantearse, porque trae muchos problemas, pero ninguna solución.
Argentina, al contrario de lo sucedido en otros países de la región, exceptuando a Uruguay, estuvo a punto de caer en la lógica de los extremos, para entrar en una lógica de dos grandes coaliciones. Pero esta distribución quizás se modifique. ¿Se vaciará el centro de la escena política? ¿Los votantes terminarán eligiendo entre los halcones de ambas coaliciones? Luego de que Milei se desdibujara en los últimos meses, ¿terminarán siendo más representativos los extremos de ambas coaliciones?