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GLOCKE DIE KATZE (PONERLE EL CASCABEL AL GATO)

septiembre 30, 202316 min read

Muchas cosas me sorprendieron en la solicitada en que un grupo de intelectuales llamaron a votar en un eventual ballotage por Sergio Massa o Patricia Bullrich -“quienquiera que sea”- con el argumento de que un triunfo de Javier Milei es una “amenaza para la democracia” que hay que detener a cualquier costo. La primera sorpresa, evidente para cualquiera que haya vivido en Argentina durante los cuatro gobiernos peronistas kirchneristas que hemos padecido, es que alguien llame a votar por un quinto gobierno peronista-kirchnerista “para defender la democracia”. La segunda sorpresa, y el mayor pesar, fue encontrar entre los firmantes algunos amigos y figuras de actuación intachable. Lo que no me sorprendió, de ninguna manera, es encontrar a la Izquierda de Palermo Trotsky apoyando nuevamente al peronismo, ni enterarme después de quién había sido el redactor y promotor de semejante despropósito.

No me sorprendió porque apenas veinte días después de la asunción de Alberto Fernández me tocó polemizar con él en el programa de Morales Solá. Entre las muchas joyas de aquella discusión no pudo faltar un elogio encendido a Alberto Fernández: “… un presidente que hizo un discurso inaugural muy valioso… que se instituyó como presidente de la ciudadanía, no de un partido… que cree que la deliberación democrática debe ser tenida en cuenta y no habla con slogans sino con razones… que bajo la advocación de Alfonsín… recupera la tradición de Sarmiento y Alberdi”, entre otros disparates. El mayor de ellos, anticipatorio del “Ah, pero Macri”: “El gobierno encuentra una situación muy compleja y márgenes de acción muy reducidos… Es una crisis dramática, la que atraviesa el país, un momento crítico que exige dejar de lado la confrontación” (es decir: encolumnarse atrás del gobierno peronista). No faltó siquiera un elogio a Guzmán, apenas asumido: “Un ministro de economía que dice que no vamos a fabricar dinero ni vamos a estimular la inflación”. Profético.

La primera sorpresa, evidente para cualquiera que haya vivido en Argentina durante los cuatro gobiernos peronistas kirchneristas que hemos padecido, es que alguien llame a votar por un quinto gobierno peronista-kirchnerista “para defender la democracia”.

Cualquiera reconoce en los argumentos de Alejandro Katz las excusas esgrimidas por el kirchnerismo, como la famosa “tierra arrasada” que recibieron en 2019, y que gozaba de equilibrio primario (-0.41%), superávit comercial (+15.990 millones de dólares), tarifas que cubrían 65% del costo de la energía, equilibrio energético, cambio competitivo, 12.132 millones de dólares en reservas líquidas en el Central, 88.000 millones de dólares menos de deuda y dos millones y medio menos de pobres de los que tenemos hoy. Pero los que sistemáticamente se comen la curva del peronismo jamás reconocen errores; y en vez de salir a pedir disculpas por su apoyo al cuarto gobierno kirchnerista, el del Alberto moderado y la Cristina que había vuelto mejor, nuestros gatos con botas salen nuevamente a darnos lecciones. No parece importarles que los equilibrios macroeconómicos hayan saltado por el aire, ni que la inflación se haya duplicado, ni que nos hayamos quedado sin dólares, ni que la deuda alcance niveles récords a pesar de que no hemos pagado un solo peso al FMI, ni el incremento bestial de la pobreza (1.6 millones) de este último año, el de Massa superministro. Lo que importa es evitar que gobierne “la Derecha”. ¡Dios nos libre de semejante perjuicio!

Así nació la solicitada que con la intención de obstaculizar la llegada a la presidencia de Javier Milei levanta el mismo argumento sobre la que se asienta su campaña electoral: el de “la casta”, basado en que “son todos iguales” porque “todos han fracasado”. Para Milei y para los Katz de la vida, notablemente, el fracaso del peronismo y el de la oposición al peronismo son equivalentes; lo que iguala el fracaso dramático de cuatro gobiernos peronistas que dispusieron del boom de la soja, mayorías legislativas, gobernadores en casi todas las provincias y el apoyo del vasto aparato peronista, y el “fracaso” del único gobierno de Juntos por el Cambio; primer gobierno civil no peronista en terminar su mandato en 90 años y que en 2019 sacó 2.200.000 votos más que en 2015 a pesar de haber recibido una bomba de tiempo económica, la soja a 300 dólares, minoría en ambas cámaras, cinco gobernadores de veinticuatro. Para no hablar de la oposición de los punteros barriales, la mayor parte de la prensa y los intelectuales, el Papa, los curas villeros, el movimiento piquetero, los barones del conurbano y los muchachos peronistas de la CGT, culminada en las 14 toneladas de piedra arrojadas contra el Congreso para oponerse a una ley que -como demostró la Historia- habría beneficiado a los jubilados.

Nada. Para los intelectuales que supimos conseguir todo es igual, nada es mejor. Por eso la solicitada no puede evitar rezar el mantra coreano-centrista. “Los dos bloques corresponsables de haber producido esta crisis”, dice, preparando el argumento antimileista: “la barbarie con la que nos amenaza la fuerza que ha surgido” y culminando con lo fundamental: “la necesidad de un compromiso explícito de Unión por la Patria, Juntos por el Cambio, el Frente de Izquierda y Hacemos por Nuestro País, asegurando que, en la segunda vuelta, en caso de ser Milei uno de los candidatos finalistas, llamarán a votar a quien lo enfrente, quienquiera que sea”.

Como cualquiera que haya vivido los años K en Argentina se da cuenta, convocar a Unión por la Patria a defender la democracia es un chiste y un fraude: el de limpiarles el culo sucio a los peronistas y kirchneristas que lo integran. Es mirar para otro lado frente a la barbarie efectivamente instalada por sus cuatro gobiernos durante un ventenio. Una barbarie no solamente declarativa sino compuesta por hechos y registrada por la Historia. Una barbarie hecha de masacres de Estado como las de Cromagnon, Once y La Plata; de pactos con estados terroristas como el de Irán, de fiscales asesinados cuatro días después de haber denunciado a la Presidenta de la Nación. Una barbarie forjada en persecuciones a la oposición, en leyes de medios y agresiones a la prensa, en la transformación del Congreso en escribanía, en proyectos para “democratizar la Justicia”, cortes supremas de 25 miembros y ataques directos a la independencia judicial. Una barbarie que llevó a miles de muertes innecesarias durante la administración fraudulenta del plan de vacunación durante la cuarentena eterna. La del rechazo a las vacunas Pfizer, del vacunatorio VIP, de las festicholas en Olivos y de las peores violaciones a los derechos humanos de la historia de la democracia.

No parece importarles que los equilibrios macroeconómicos hayan saltado por el aire, ni que la inflación se haya duplicado, ni que nos hayamos quedado sin dólares, ni que la deuda alcance niveles récords a pesar de que no hemos pagado un solo peso al FMI, ni el incremento bestial de la pobreza (1.6 millones) de este último año, el de Massa superministro. Lo que importa es evitar que gobierne “la Derecha”. ¡Dios nos libre de semejante perjuicio!

Es el peronismo, muchachos. La Libertad Avanza podrá encarnar muchas ideas antidemocráticas pero es incapaz de generar una estructura de poder que ponga en peligro a la democracia verdaderamente. El peronismo, en cambio, la tiene, la usa y estará siempre dispuesto a usarla. Esa estructura es la única amenaza a la democracia, y está vigente. Y estará vigente aún en un hipotético triunfo de Milei, ya sea porque lo derroquen como hicieron con De la Rúa e intentaron hacer con Macri, o porque lo coopten, como están haciendo con éxito gracias a la intervención de prohombres como Massa y Barrionuevo.

El amigo Katz nos advierte de peligros y amenazas; pero es tarde. Contra ellas venimos combatiendo desde hace años quienes nos hemos opuesto de veras al peronismo kirchnerista. Según su enumeración: “amenazas a las instituciones de la democracia, sustitución del sistema republicano y representativo por un régimen cesarista plebiscitario, transformación de la esfera pública en una dinámica de insultos, agresiones, descalificaciones, violencia verbal, e incapacidad y falta de voluntad de participar racionalmente del debate democrático; impugnación del pacto fundacional de la democracia argentina… que permitió que nunca se pusiera en duda que el recurso a la violencia queda excluido de la vida pública”. Todas esas amenazas potenciales que denuncia en Milei han sido políticas de Estado durante los cuatro gobiernos del peronismo K. ¡Otra que “deliberación democrática… bajo la advocación de Alfonsín, Sarmiento y Alberdi”! Y si no han logrado totalmente ninguno de sus objetivos ha sido por el esfuerzo de buena parte de la sociedad argentina acompañado de una pequeña parte de la dirigencia política e intelectual, entre las que no estaba casi ninguno de los firmantes.

Sostener que se ha hecho una crítica “intensa y temprana” al kirchnerismo al mismo tiempo que se escribe que “El peronismo está habitado por impulsos antiliberales, y que algunas de sus expresiones manifiestan una tendencia autoritaria” es una burla. Impulsos antiliberales. Tendencia autoritaria. ¡Vaya intensidad! Y sostener que el peronismo ha sido “un actor de la vida democrática de nuestro país” recordando “el momento en que Antonio Cafiero acompañó a Raúl Alfonsín cuando el carapintada Aldo Rico se alzó contra la sociedad” es un chiste. ¡Como si Aldo Rico no hubiera sido peronista ni hubiera accedido mucho después a la intendencia de San Martín en la boleta del peronismo kirchnerista! Así como reivindicar “el papel de Eduardo Duhalde en la salida de la crisis del 2001, contribuyendo a estabilizar el sistema” sin mencionar que lo hizo al precio del más monstruoso ajuste regresivo desde el Rodrigazo, que duplicó los indigentes y aumentó 50% la pobreza en un solo año, solo puede calificarse de colaboracionismo militante. Una deshonestidad intelectual siempre favorable al peronismo que no por difundida deja de ser apabullante.

Al habitual sesgo peronista de los análisis que se imponen sobre la realidad argentina, la solicitada de los intelectuales agrega el habitual toque despreciativo de las almas bellas, de los socialdemócratas sin partido capaces de hablar por horas sobre la realidad sin mencionar un solo dato que justifique sus prejuicios. “Algunos de nosotros, si la opción electoral se redujera a esas alternativas (Bullrich y Massa), votaríamos en blanco”, sostienen; sin notar que comparten con Milei esa incapacidad de diferenciar entre un gobierno, bueno o malo, y una mafia corporativa. ¡La casta! ¡La casta! Juntos por el Cargo y Unión por la Plata. ¡No votamos a la casta!

El que le puso el cascabel al gato fue Gustavo Noriega en su respuesta a las críticas que recibió de Llinás, Vezzetti y Katz. La cosa es simple: si están tan “conscientes de la gravedad de lo que está en juego en las próximas elecciones” como afirma la solicitada, si Milei es una amenaza para la democracia y si ellos denunciaron “temprana e intensamente” los ataques a la democracia del kirchnerismo, entonces la única recomendación razonable es la del voto por Patricia Bullrich. Pero no los van a llevar a votar a la Derecha ni a punta de pistola, como me dijo en 2015 una de las firmantes. De manera que quienes “desde la Izquierda” votaron a Scioli y a Alberto lo harán ahora, supongo, por Sergio Massa.

Fernando Iglesias
Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

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Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

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