Uno de los mitos peronistas más profundos y adoctrinadores de el peronismo de Perón y sus sucesivas versiones es que el peronismo es el forjador de “La nueva argentina”. Esta misma fantasía pasó con el retorno de país para “pacificar” un país en el que él fomentó la violencia política confrontando a la izquierda y la derecha de su propio movimiento. Se le fue de las manos.
Después en los 90, la revolución productiva de Menem se transformó en el neoliberalismo privatizador y el creador de la plata dulce reloaded. El uno a uno frenó la inflación por primera vez en mucho tiempo. El peronismo había creado la inflación y la había frenado. Pero a un costo altísimo.
El costo fue la crisis del 2001, que ciertamente fue responsable máximo el presidente Fernando De la Rúa, por su posición, pero fogueado por el peronismo, cómo reconocería la Jefa posteriormente, se desbarrancó todo y nuevamente, el peronismo, llegaría para crear una nueva Argentina.
Sergio se auto percibe como bombero, pero en su manguera en vez de agua, sale nafta.
Llegó así el gobierno más empobrecedor de la historia, aún más que el de Alberto, el de Duhalde. Más de la mitad del país fue convertido en pobre con la pesificación asimétrica, el ajuste más fuerte del que haya memoria. Sin embargo, en una realidad paralela, Duhalde es recordado, sobre todo por el Massismo como el bombero que arregló la situación. Vaya paradoja, Sergio se auto percibe como bombero, pero en su manguera en vez de agua, sale nafta. Luego llegaron los Kirchner y sus cuatro mandatos, con la breve interrupción del Macrismo. ¿Resultados? Otra vez necesitamos una nueva Argentina.
No pasa por un cambio de signo político, cambia por una forma de hacer política y sobre todo de concebir la idea del poder.
El peligro para el Peronismo sin embargo está a la vuelta de la esquina. Perdieron San Luis, San Juan, Santa Cruz, Santa Fe, Chubut y ahora Chaco. Lugares a los que llamamos feudos por la forma que tienen de hacer política. Si te portás bien con el señor, o la señora, el señor y la señora te protege y te da las sobras. De esa manera durante décadas se quedaron en el conurbano bonaerense y en las Provincias, sobre todo del norte.
La gente está empezando a despertar. Falta mucho para que el resultado sea determinante. Pero la ciudadanía es la única que puede crear instituciones fuertes. Y obligar a la dirigencia política a que así sea. No pasa por un cambio de signo político, cambia por una forma de hacer política y sobre todo de concebir la idea del poder.