Nuestra Constitución consagra como derecho fundamental la libertad de prensa y es un pilar fundamental de nuestra democracia. En nuestro relanzamiento queremos reflexionar un poco sobre cómo nos informamos y las posibilidades y derechos que tenemos los medios.
El Daily Courant fue el primer periódico de la historia publicado en Inglaterra en 1702. En nuestro país el 7 de junio de 18010 nació la Gazeta de Buenos Ayres fundado por Mariano Moreno. O sea, nuestra prensa nació junto al nacimiento de nuestro país, el 25 de 1810.
Mucha agua pasó por abajo del río hasta nuestros días. Hoy hay diversas formas y formatos de ejercer el periodismo. Los corresponsales son en potencia, cada uno de los ciudadanos que estén dispuestos a filmar un hecho con su teléfono en cualquier lugar y subirlo a las redes. En Twitter cualquiera es potencialmente un editorialista e incluso los políticos o personajes públicos comunican primero en esta red social antes de hacerlo por los medios tradicionales.
¿Dónde quedamos los periodistas?
Hay periódicos que reemplazaron sus cronistas por computadoras que escriben automáticamente las noticias. Los reporteros como ya dijimos ahora tienen la competencia de cualquier persona de a pie curiosa, y los editorialistas e investigadores “compiten” con los Twitteros. ¿Cuál es nuestro trabajo entonces?
Principalmente, y más que nuestro trabajo es nuestro deber, es ordenar y discernir lo que es importante para la sociedad. Separar la paja del trigo. Presentarlo de manera ordenada clara y entretenida. Animar a las personas a que se interesen por lo que pasa en la sociedad, ya sea en la política, en la economía, en el deporte y en el mundo, es otra faceta muy importante de nuestro trabajo.
Lamentablemente esta hermosa profesión es bastardeada por aquellos que intentan simplemente obtener una pauta publicitaria (necesaria para que los medios sobrevivan) o que directamente son empleados o voceros del poder. Basta hacer un simple ejercicio y ver cómo se trata el mismo hecho de distinta manera según el medio donde se lo trate. Y no es esta una defensa de la imposible objetividad periodística, porque quienes informamos somos humanos y por ende todo es subjetivo. Pero los hechos, como dice el famoso dicho son sagrados pero ¿las opiniones son libres?
En nuestro país la censura está prohibida y los periodistas debemos responder a responsabilidades ulteriores por lo que publicamos. Esto quiere decir que si mentimos y acusamos a alguien de cometer un delito sin pruebas, tenemos que hacernos cargo de eso. Pero nunca la censura debe ser anterior.
Las presiones que reciben los periodistas son muchas. No es solamente soportar la bajada de linea editorial, o recibir llamados por notas que incomodan, o investigaciones que exponen. Para el trabajador de los medios, como para la mayoría de los trabajadores, cuesta mucho llegar a fin de mes y muchas veces hay que elegir entre el honor y la responsabilidad o convertirse en un vocero de los políticos, empresarios o, para resumir, quienes nos financian.
En nuestro relanzamiento queremos revalorizar la labor de quienes dicen lo que piensan, quienes se la juegan por la verdad, quienes piensan en el lector, oyente o televidente merecen tener una cosmovisión del mundo lo más acaba posible.
La libertad de expresión, en nuestra democracia que luego de un siglo de alternancias entre autoritarismos y dictaduras, es uno de los pilares fundamentales para tener una república, y los periodistas somos los que debemos sostener ese pilar.