De ambos lados de la grieta se afirma que estamos en crisis. Lo único que difieren es en lo que la generó y, en algunos casos, en las soluciones. Todos coinciden que la debilidad presidencial es uno de los principales factores. En el medio la ministra Batakis, también aislada, viaja a Washington a tratar de conseguir oxígeno.
La semana pasada tuvimos una reedición de las muchas corridas bancarias y financieras que tuvimos en Argentina. Para algunos esto comienza en junio cuando el mercado dejó de financiar en pesos al gobierno especulando con un cambio de gobierno. Para otros las restricciones a las importaciones, más regulaciones y la desconfianza en el poder ejecutivo son la causa. Para algunos más arriesgados, es una forma de proscribir a Cristina atacada por el frente económico y judicial. Lo cierto es que lo sufren los más pobres y la clase media.
HAY QUE PASAR EL INVIERNO
Un factor que todos coinciden es que la demanda de energía y el costo de las importaciones son una de las principales causas de la falta de equilibrio en la macro. Por eso la idea es llegar a septiembre lo menos heridos que se pueda. Mauricio Claver-Carone es el presidente del BID. Es también, según Página 12, uno de los interesados en que Argentina no pueda salir de la crisis y no desembolsa créditos ya aprobados para la argentina. Le dedican una nota entera.
La ministra Batakis entonces tiene dos grandes frentes que resolver. Uno, como nos dijo en la semana en una entrevista Eugenia Rodríguez del CEPA, reestablecer los términos del acuerdo con el FMI, argumentando el cambio en el contexto internacional y el alza en el precio de la energía y segundo que el fondo pueda intervenir para que el BID finalmente entregue el dinero que tanto necesitan las arcas argentinas.
RADICALIZACIÓN O LLEGAR COMO SE PUEDA
Alberto está solo, desanimado y en una endeble tregua con Cristina. Critica y achaca al campo la culpa de la crisis, por no liquidar (tiene un atrasado de 7% para la altura del año en liquidación), se le cae la tan esperada reunión con Biden a la que apostaba todo y según afirman en varios medios, opositores y oficialistas, no va a romper con CFK.
Por su parte la nueva ministra también está sola, habla con Cristina, es monitoreada por el gobernador Kicillof, recorta un poco gasto, devalúa un poco el dólar turista, dice que quiere equilibrar las cuentas, mientras le dice a los ministros y gobernadores que no hay un peso.
Todo a mitad de camino, esto genera malestar en el mercado que no termina de entender la transición Guzmán-Batakis, pero también en la CGT que el 17 de agosto marcha nadie sabe muy bien por qué, de los movimientos sociales que presionan cada vez más y de Cristina Kirchner que no se pronuncia, por ahora.
Entonces, o Alberto y Batakis se radicalizan para un lado o para el otro, o hacen equilibrio entre dos opuestos muy incongruentes. No parece que ninguna de las opciones sea buena para el corto plazo, pero por lo menos generaría un poco de certidumbre, bajaría la angustia de la gente y acomodaría las expectativas.