Loco un poco, nada más
La salud mental de Javier Milei fue puesta en tela de juicio por mucha gente, pero sin dudas que Sergio Massa, su ex contrincante, pidiendo un psicotécnico para los aspirantes al puesto presidencial fue la máxima expresión de esto. Pero cuando analizamos, tenemos que basarnos principalmente en los hechos para sacar las conclusiones, y sin duda Milei se está moviendo como un político profesional. Loco un poco.
Luego de entrar al Balotaje, frente a un peronismo “triunfal”, pues venía de levantar 10 puntos porcentuales pese a haber hecho una de las peores elecciones presidenciales de su historia, Javier Milei llamó a hacer “Tabula rasa”. Recordemos que la campaña en las elecciones generales la disputa entre el economista y Patricia Bullrich, la candidata del PRO fue brutal. De hecho, el presidente electo llegó a decir en un programa de televisión que Bullrich había puesto bombas en un jardín de infantes. Y el llamado a la paz, post elección fue bien recibido por Patricia y por el líder del espacio Mauricio Macri.
Luis Barrionuevo huyó rápidamente del barco. El líder del sindicato de Gastronómicos que había apoyado a Javier en las elecciones de octubre, le soltó la mano luego que este se amigara con el pro (ahora quiere volver). De hecho, muchos diputados que entraron con Milei comenzaron a amenazar con irse del espacio. Por otro lado, Juntos por el Cambio se desangró en una batalla infernal entre los radicales y la coalición cívica versus el PRO.
“NO NOS ESTAN DANDO MUCHO LUGAR”
Finalmente, el libertario dio el golpe. 56% de los votantes lo eligieron presidente. Paliza en las urnas y lo que iba ser un gobierno “débil” políticamente, llega fortalecido por la legitimidad popular. Sin embargo, como siempre, empezaron los problemas. Empezó el armado del gabinete y empezaron a faltar los macristas. “Mileismo puro” se decía en muchos lados. “Está usando al peronismo para sacarse de encima al macrismo”, decían otros. Loco un poco.
Este cronista se comunicó con una fuente del PRO para preguntarle con esto. “No está todo mal, pero no nos están dando muchos lugares”. Horas después de esa declaración en off, se conoció la llegada de Patricia Bullrich al ministerio de Seguridad. A todo esto, Luis “Toto” Caputo, hombre cercano a Macri, es el que suena más fuerte para Economía. Al central iría Demian Reidel, otro del mismo espacio, el ANSES va para Giordano, hombre de Juan Schiaretti, y para la secretaría de Trabajo la persona elegida fue Omar Yasín, del riñon de Patricia Bullrich.
Resta ver cómo se resuelven las cosas en la Cámara de Diputados, y ver cuántos asesores de Milei se alejan por estas medidas, como lo hizo Carlos Rodríguez y Emilio Ocampo. Pero como dijo Luis Gasulla en “Disneylandia”, “al final el gobierno de unidad nacional era el de Milei”.
LA BATALLA CONTRA LA INFLACIÓN Y EL PERONISMO
A partir del 10 de diciembre Javier Milei tiene dos enemigos. La economía y el club del helicóptero. La primera tiene como desafíos principales desactivar la bomba de Lelics y detener la emisión de dinero que genera inflación, pero mantenerse al día con las cuentas. Algo que no pudo (no quiso) hacer el gobierno peronista. Ese frente de batalla va muy ligado al segundo ítem.
Desde antes que se den los números oficiales, desde todos lados empezaron a pudrir y advertir del “peligro que corre la democracia argentina”, la “debacle económica que se viene” y el famoso “encima se viene diciembre”, casi como una amenaza. Por eso el músculo político que le dan entre el “Peronismo Federal” y el PRO son los que le tienen que asegurar la gobernabilidad al presidente outsider que elegimos como pueblo para gobernar. ¿Será suficiente? Hasta ahora el tiempo le está dando la razón a Milei en todas sus movidas políticas.
Usó a Massa para posicionarse en las PASO, luego para sacar del juego a Patricia, luego se juntó con Macri y Patricia para derrotar a Massa y lo logró holgadamente, ahora utiliza el resto de los espacios políticos, menos la izquierda peronista, las palomas del JxC y obvio la izquierda trotskista, para resistir el embate que se le viene. ¿Loco? Un poco, nada más.
