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LOS LLORAMILEI

abril 28, 202412 min read

Sostenían los griegos que los peores defectos nacen de la exageración de las mejores virtudes; y el caso de Javier Milei no es la excepción. A su virtud principal, la decisión absoluta de llevar adelante reformas estructurales de la economía y la sociedad argentinas, le sobreviene a veces el defecto: declaraciones exageradas, insultos, errores no forzados y creación de enemigos innecesarios, y que no lo son. Pero una cosa es señalar estos errores y otra muy distinta es afirmar que constituyen el comienzo de un régimen autocrático y autoritario; algo impensable en un gobierno cuyo problema no es el exceso de poder, sino la falta de poder. Peor aún es caer en igualaciones banales con el régimen kirchnerista, en el cual se persiguió sistemáticamente a la prensa y la oposición utilizando todos los recursos y todas las agencias del Estado, de la AFIP a la AFI y los medios públicos; en el que se hicieron pactos demoníacos con estados terroristas, se asesinó a fiscales, se ensayaron juicios populares contra los críticos del régimen y se cometieron toda clase de violaciones de los derechos humanos y de abusos contra las garantías individuales y la libertad de expresión. 


La obsesión por centrarse en los errores comunicacionales del Gobierno y olvidar lo exitoso de sus políticas centrales -la económica, la de Seguridad y la de Relaciones Exteriores, a cargo de Caputo, Bullrich y Mondino- no es inocente. Proviene, básicamente, de dos sectores: el peronismo, que ya sufre abstinencia del poder y emplea su táctica habitual: el Club del Helicóptero; y el perionismo, ese grupo de periodistas supuestamente independientes que mide con la vara de Suiza todo lo que no es peronismo y con la de África a lo´ compañero´ que combaten el capital. Son los LLORAMILEI, y encarnan la extraña paradoja de ser los principales críticos de su gestión a la vez que los principales responsables de su advenimiento al poder. 


¿Milei exagera cuando dice que el Estado es una organización criminal que merece ser abolida? Seguramente; pero esa exageración ha sido votada mayoritariamente por una sociedad argentina harta de veinte años de impuestos cada vez más impagables para bancar un Estado cada vez más ineficiente, repleto de ñoquis y de militantes, desbordante de corrupción, y que despilfarró los recursos que una coyuntura internacional excepcionalmente favorable puso a nuestra disposición para sostener en el poder a un grupo mafioso-corporativo que saqueó las arcas del Estado mientras destruía el país.


¿A Milei se le va la mano cuando cifra todas las expectativas futuras de crecimiento y bienestar en alcanzar hoy el déficit cero? ¿Confunde lo necesario, alcanzar el equilibrio fiscal, con lo suficiente? Probablemente, pero eso solo es posible hoy porque veinte años de despilfarro peronista y déficit fiscal dejaron a todos hartos de las políticas económicas estatistas, proteccionistas y dirigistas, y de ver los ingresos corroídos por el peor de los impuestos: la inflación. 


¿Alguna de las empresas y agencias del Estado que Milei plantea demoler podría ser reestructurada para hacerla compatible con una gestión eficiente y sin déficit? Quizás. Pero esa oportunidad ya se les concedió durante el gobierno de Cambiemos y la respuesta fue unánime: “Macri, ¡basura! ¡Vos sos la dictadura!”. Fue esa resistencia ideologizada e irracional a cualquier cambio, siempre denunciado como agresión a lo´ derecho´ de lo´ trabajadore´, lo que hizo imposible cualquier reforma consensuada. Que no se quejen ahora de las consecuencias de su propia estrategia de ir por todo, ni pidan ahora las frases amigables y las políticas de consenso que en su momento decidieron despreciar.


En cuanto al perionismo: le cuentan las costillas hoy al Gobierno los mismos que durante cuatro años limaron injustificadamente a Macri y a Cambiemos, le desconocían o menospreciaban todos los méritos, se burlaban cuando admitía sus errores o intentaba aplicar políticas de gradualismo y consensos. Sobre todo: que no lloren Milei quienes en 2019, con una visión que lo dice todo acerca de su incapacidad para entender lo que está en juego, apoyaron desembozada o veladamente la vuelta al poder del peronismo encabezada por Alberto.


Pero no es todo. El surgimiento de Milei, su demoledor éxito frente a Juntos por el Cambio, y su llegada a la Presidencia son inseparables de dos ideas que el panelismo perionista ayudó decisivamente a imponer: la del fracaso del gobierno de Macri y la de que todos los políticos son lo mismo. Veamos la primera. Seguridad, infraestructura, relaciones exteriores, lucha contra el narcoterrorismo, respeto de la independencia de la Justicia y de la libertad de expresión, transparencia y honestidad en la gestión: me parece indiscutible que el gobierno de Cambiemos fue el mejor de los últimos cincuenta años en todos estos aspectos; y los que crean lo contrario no tienen que indignarse conmigo sino mencionar gestiones superiores, que en mi opinión, no existen.


En cuanto al punto doliente de Cambiemos: la economía. Es cierto que se fracasó en el objetivo de reducir la pobreza, pero también es cierto que el gobierno estaba siendo exitoso con su política económica hasta el triste episodio que cambió la dinámica política y económica del país: hablo de las 14 toneladas de piedras arrojadas por el trotskismo y el peronismo en diciembre de 2017, momento en que la pobreza era del 25%. Repito: le tiraron 14 toneladas de piedra al gobierno de Cambiemos en un momento en el que la pobreza era mitad de la actual y la menor en veinte años. Después, todo cambió, aparecieron la sequía y la crisis turca, el gobierno cometió varios errores, se produjo la corrida cambiaria y ya nada fue igual. A pesar de eso, Macri entregó el país con solo 5% más de pobres que cuando lo había recibido y una macroeconomía ordenada, con equilibrio fiscal primario, superávit comercial, más de 10.000 millones de dólares de reservas, y tarifas y tipo de cambio razonables. En una situación difícil, pero listo para despegar. Fue en estas condiciones en que los actuales LLORAMILEI se llenaron la boca editorializando el “fracaso de Macri”, habilitando así la locura del cuarto gobierno peronista kirchnerista. Un gobierno que prometió asado y dio polenta, hasta que la polenta se acabó. Un gobierno que aumentó 10% el número de pobres al mismo tiempo que reventaba la tarjeta, destruía la macroeconomía y dejaba al país al borde de la hiperinflación. Cuando se pregunten por qué, entre las opciones de cambio disponibles, los argentinos eligieron a Milei y La Libertad Avanza, y no a Patricia Bullrich y Juntos por el Cambio, los actuales lloramileístas tienen en su propia conducta una parte importante de la explicación.


La otra es muy simple: si te la pasás años basureando indiscriminadamente a “los políticos”, si atribuís las barrabasadas peronistas a “la política” y decís que todos somos lo mismo, que todos roban, que todos son incapaces y acomodaticios, como hacen aún hoy, perdés todo derecho a quejarte de que un outsider llegue a la Presidencia atrayendo el apoyo popular con sus insultos contra la casta. Una casta política que sin lugar a dudas existe y es enormemente dañina y refractaria al cambio, pero que no abarca a todos; como se demuestra en el claro apoyo que el Gobierno está obteniendo de muchos de nosotros; sobre todo, del PRO.


Cierro. El mismo periodismo de investigación que con excelentes motivos le contó por años las costillas a toda la clase política debería hacer alguna vez la investigación que nos vienen debiendo, acerca de los sobres que circulan en el ámbito periodístico, que también existen. De otra manera, cabría suponer que el mismo espíritu corporativo que denuncian en “los políticos” tiene amplia aceptación en su propia profesión. 

Se lo propongo especialmente a Jorge Lanata, cuyas investigaciones sobre la corrupción en el kirchnerismo fueron un elemento decisivo de este cambio de época. Pero si no es Lanata puede ser cualquiera. Adelante, colegas. Si en lugar de llorar Milei y deplorar sus generalizaciones presentaran alguna vez una investigación acerca de la corrupción periodística ayudarían mucho a diferenciar a los periodistas ensobrados de los que no lo son. 

Fernando Iglesias
Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

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Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

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