Mientras el mundo estaba estremecido, Alberto Fernández se daba la gran vida, como si hubiese hecho un pacto satánico, se le dio vuelta la tortilla. Primero se quemó y ahora se ahogó.
Tiene tantas variantes, precuelas y secuelas que es una historia que es muy difícil de contar y que seguirá trayendo nuevos capítulos. Los 90 fueron la época del show de la política, de las odaliscas de Menem, pasábamos a las andadas de Bill Clinton con quien “teníamos relaciones carnales”.
También sabemos que un coronel borracho nos mandó a la guerra y que un presidente de los más influyentes de la historia convivió con una nena de 14 años mientras este tenía casi 60. Además (lo dijo el jefe de los espías) sabíamos que hubo algún presidente que golpeó a su mujer.
Lo paradójico acá es que tenemos casi todos esos vicios, males, o inconductas presidenciales en un solo presidente que pasó de ser la esperanza de casi la mitad del país, que tuvo un 80% de aprobación, que era el comandante de la lucha contra el Covid a convertirse en un meme. De meme a títere, de títere al peor presidente de la historia y después … el final. El psicópata golpeador.
Ahora, ese psicópata da la casualidad que también es peronista. ¿Y dónde lo ponemos? Berni se lo quiere tirar a los hippies. La Cámpora y Cristina a la oposición. Las feministas totalmente desconcertadas no saben que hacer. Algunas le echan la culpa a Fabiola, otras se sintieron usadas, otras se hicieron las tontas y dijeron no saber nada cuando sabían. Como dijo Mengolini, el “yo te creo hermana” no era más que un recurso, traducción, es un mero eslogan.
La democracia no es solamente obtener la mayoría en las urnas. Requiere de un montón de aspectos que el peronismo no tiene al día de hoy. Entre ellas la libertad de prensa y el respeto por cada uno de los poderes del estado son las más básicas. Ni que hablar que no pensarse dueños del estado. El gobierno no es más que un mero administrador. Alguien que cobra impuestos y los redistribuye, se encarga de las relaciones internacionales y vela por la seguridad de los ciudadanos. No es tan to lo que se le pide.
Alberto no hizo nada de todas esas cosas. Es más, en plena presidencia utilizó una cadena presidencial para dar a conocer una noticia, de un diario oficialista, que había obtenido información producto de un espionaje ilegal.
LA MADRE DE LA CRIATURA
Cristina dijo: “Alberto fue un mal presidente al igual que De la Rúa y Macri”. Obvió recordar aquella mañana de mayo donde ungió a Alberto como candidato. “Yo como vice y el como candidato a presidente”. Ella lo eligió, ella lo conocía, ella sabía cómo era. Un mentiroso serial, pero peor que ella, porque él además es cínico.
De un día para otro la persona más inepta se vio en el puesto más importante. Porque con el advenimiento de la pandemia, el poder real pasó a estar de forma ecuánime en Balcarce 50. Y él fue víctima de los maltratos de Cristina, de Massa, de la Cámpora, de Berni, de todos los que lo dejaron solo tras el desastre. Tras la fiesta de Olivos. Tras las legislativas. Tras el surgimiento de los libertarios. Lo dejaron solo, se fue por la puerta de atrás, y dejó a la basura debajo de la alfombra.
Esa basura, como algún día pasará con el CEAMSE, reventó y Alberto la recibió toda entera. El resto, se quieren limpiar, se quieren despegar, se quieren tirar perfume, escapar como sea. Pero no sean otarios muchachos. Todos sabemos, que están todos sucios aunque huelan bien.