Rusia comenzó la guerra contra Ucrania el 24 de febrero del 2022 con objetivos ficticios de desnazificar el país y de liberar a las regiones que se “sienten rusas”. La región en conflicto se sostiene gracias a la ayuda que los países de occidente le fueron entregando en estos dos años, pero que cada vez son menos.

La ofensiva de primavera

Durante mucho tiempo Ucrania preparo una contraofensiva que intentaba acorralar las fuerzas de Putin, pero no alcanzó. Luego de eso en una polémica decisión por parte del congreso de los Estados Unidos, el partido republicano frenó la ayuda económica y las cosas volvieron a ponerse en un mejor lugar para el tirano ruso.

Lo que cuesta entender es cómo occidente no toma dimensión de lo que está pasando en el mundo. Es clarísimo que esta guerra fue el comienzo y que el ataque de Hamas a Israel y la amenaza Hutie en el Mar Rojo es parte de un juego de un nuevo eje que quiere enfrentar a las potencias occidentales por la dominación mundial.

Tanto es así, que las potencias orientales menos interesadas en que estos conflictos continúen son India y China, ya que su economía depende un ciento por ciento de occidente.

¿Qué sigue?

Las guerras modernas se suponía que debían ser rápidas y mega destructivas. Lo segundo lo son, lo primero no. La invasión terrestre en las complejas ciudades modernas y ante la vista de todo el mundo hacen que todo sea muchísimo más complicado de lo que se creía.

Una cosa es cierta. Si Rusia resulta victoriosa, no va ganar demasiado en territorio y sus pérdidas económicas y humanas serán incalculables, pero le abren la puerta al intento de Zar quedan abiertas de llenas a un conflicto global.

Donald Trump es la esperanza mundial en este escenario. Porque el populista republicano no es ni blanco ni negro. Puede ser amigo de Trump y rival de Irán. Y demostró durante su mandato mantener las cosas en el mundo más o menos en calma. Muchísimo más de lo que Biden hizo. Sobre todo, si Estados Unidos quiere ser el “protector del mundo libre”.

Sudamerica en este escenario

Lo que hace que todo el siglo XXI haya estado en conflicto la zona oriental son dos factores. La política petrolera que lleva adelante Estados Unidos desde la década del 70 y la disolución de la URRS lo cual generó muchísimos conflictos internos entre naciones que fueron sometidas al yugo comunista durante todo el siglo 20.

Al petróleo le queda poca vida. Las naciones del este europeo pueden continuar luchando pero sin demasiada relevancia para el escenario global. Lo que pone a Sudamérica en un punto de inflexión. Se puede convertir en el proveedor mundial de lo que el mundo va necesitar en la segunda mitad del siglo, o caer en la misma desgracia que ya vimos todos estos años en la zona que está en conflicto ahora