Paola Miers asegura en Radio Rivadavia que es fácil para Javier Milei donar su sueldo si se financia con dirigentes políticos de todo el país que “le recaudan” cuando salía de gira por el interior para la campaña. Juan Carlos Blumberg deberá presentar la documentación que acredite lo que afirmó ante las cámaras: Que el candidato libertario entregó puestos claves en las listas de candidatos de provincia de Buenos Aires al massismo. Una fuente clave en Juntos por el Cambio no se horroriza con el escándalo Milei: “A Nosotros también nos metieron candidatos que compraron su lugar por plata”. Pero se cuidaron las formas.
¿Cómo se financia la política en Argentina?
Los aportes públicos están establecidos en la Ley Electoral. Elecciones presidenciales indica que el 50% del monto presupuestado se distribuye en forma igualitario a todos los partidos para que puedan imprimir las boletas. El otro 50% se distribuye a los 24 distritos electorales en proporción a sus electores.
El monto que recibirá cada partido político, para imprimir boletas, corresponde a 2,5 elector por distrito.
A su vez están los aportes privados: Obviamente se registran por cuentas bancarias, transferencias y con nombre propio.
No se aceptan inversiones en negro. Las donaciones deberán especificarse en la rendición de campaña. Los aportantes privados tienen un límite establecido por la ley.
Pero lo que no figura en ningún lado es el financiamiento blue. Algunos candidatos dibujan los números con costosas cenas en las que el cubierto oscila entre 500 y 3000 dólares por cabeza. Los empresarios invierten en potables candidatos que le garanticen prósperos negocios. Allí suelen verse los rostros de La Patria Contratista y los empresarios amigos del poder… de turno.
Una campaña presidencial en la Argentina va de los 20 a 100 millones de dólares. Sólo garantizar la fiscalización en todo el territorio argentino va de los 2 a 3 millones de dólares. Un candidato opositor lleva gastados para las PASO 18 millones de dólares. El oficialismo tiene la caja del Estado, la más gorda.
Esto recién empieza…
Sin embargo, un viejo conocedor del kirchnerismo asegura que la campaña del 2023 es, hasta ahora, la más pobre de la historia reciente argentina. “Saben que pierden y no se fuman al gobernador kirchnerista”. ¿Qué significa? repregunto. “No hay afiches, carteles, pintadas, el ausentismo en las provincias que perdieron se explica por ahí. No es, como dicen los periodistas, por el voto bronca o la desilución con la democracia. Es que no los están llevando a votar. Eso pasó en Chaco por el asesinato de Cecilia. Los que invierten en movilizar a las puebladas a votar, se borraron. En las villas vota el que lo lleva, lo trae y le da la zapatilla que le falta después de la que recibió en la campaña. Eso no está pasando”.
En el año 2007, el tema de la financiación de las campañas políticas, quedó en el ojo de la tormenta. Llegó a la justicia federal. El apoderado del Partido Justicialista, Sebastián Gramajo, terminó procesado por el juez Ariel Lijo al igual que el recaudador, el albertista Héctor Capaccioli.
No se pudieron justificar los ingresos de 886 mil pesos de dinero proveniente de Sebastián Forza, asesinado en el triple crimen de General Rodríguez.
Los vínculos para financiar campañas con empresarios de los laboratorios médicos, tabacaleras, contratistas del Estado y empresarios de la energía son el tema tabú de la política argentina
Hoy 886 mil pesos, no es nada. La moneda se devaluó, las campañas; también.
