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The Walking Conurban: “Uno goza y padece al Conurbano bonaerense”

enero 13, 202215 min read

Por María Paz Moltedo

Diego Flores jamás se imaginó que disparar una foto lo iba a llevar a crear la masiva comunidad que celebra lo mejor y lo peor del territorio más populoso de la provincia de Buenos Aires: de forma espontánea, sin planificación ni objetivos, desde un lugar poético, sensible, que apela a cierta belleza, aunque la búsqueda no sea tan consciente. En analogía con la serie The Walking Dead, se erigió como un zombie más entre las millones de cuentas que Instagram nos sugiere, gracias a cuatro amigos, que después de unas cuantas charlas filosóficas sin ningún sentido declarado, se sintieron atraídos por las imágenes y situaciones que los rodeaban a diario en sus barrios, y empezaron a subirlas a la cuenta a modo de registro. Más allá de que Diego estudió Comunicación y además de su trabajo de oficina se dedica a producir contenido, ni él ni sus amigos pensaron que podían llegar a cosechar  casi 250 mil seguidores. Pero evidentemente, todos -sobre todo los que nacimos y crecimos en él- necesitábamos esa “dosis diaria recomendada” de  nuestro Conurbano. 

¿En qué sentido el Conurbano es un paraíso post apocalíptico para vos?

La idea de escenario post apocalíptico está planteado más que nada en los orígenes de la cuenta; la pensábamos desde lo ficcional, entre esa contraposición entre The Walking Dead y el Conurbano; en charlas lisérgicas pensábamos en el Conurbano como escenario de una invasión extraterrestre, o alguna cuestión relativa al fin del mundo. Por otro lado tiene que ver con ese escenario de abandono de lugares que en algún momento histórico fueron fábricas o caserones de familias importantes y quedaron descuidados; muchos de ellos se encuentran relativamente cerca de la ciudad de Buenos Aires, la capital política, económica y simbólica del país. Nos parecía interesante esa contraposición. Después el epíteto post apocalíptico fue resignificándose, justamente en la cuenta discutimos mucho la idea del Conurbano como un lugar abandonado, imposible de gobernar, ecléctico. 

¿Cuál fue la primera imagen que les llevó a crear este perfil?

La cuenta la creamos y administramos cuatro amigos. Muchas de las imágenes que empezamos a ver estaban relacionadas a esos lugares de abandono de los que hablaba. La primera imagen con la que empezamos a hablar era una suerte de garaje a cielo abierto abandonado, un juntadero de autos apilados en Berazategui. Creíamos que tenía cierta potencia. Nunca pensamos que la cuenta iba a tener el alcance que tiene; se puede ver en las primeras fotos del feed una relación entre la artística y la imagen totalmente alejadas: sacábamos fotos pixeladas, con dedos encima. Eran imágenes sobre todo del sur del Conurbano, que es de donde somos. Se pensó en hacer un registro fotográfico de lugares abandonados porque nos sirven como disparadores para repensar algunos procesos históricos y políticos. 

¿Lugares como cuales?

Una fábrica abandonada, por ejemplo, marca un punto bastante perverso del capitalismo, porque ahí no hay nada. Un lugar gigante cerrado abandonado no es ni siquiera utilizado como garaje o como un proyecto pensado para construir viviendas; y es un déficit fuerte en el Conurbano, la lógica de la vivienda. A partir de eso empezamos a pensar en alguna gramática para construir un relato sobre el Conurbano bonaerense. ¿Qué pasó para que una fábrica esté abandonada? Esa pregunta nos dispara a un halo de respuestas que sirven para explicar muchas veces proyectos de política nacional que no se quisieron llevar adelante. Hay un hito que ponemos como inaugural:  una tormenta fuerte en 2012 donde se cayeron árboles, tendido eléctrico y demás; los vecinos salieron a protestar, y los chicos iban a tocar con su banda. Tenían que hacer un recorrido de dos kilómetros y tardaron cincuenta minutos. Fue el hito inicial para empezar a relacionar al Conurbano con una situación post apocalíptica tipo El día después de mañana.   

¿Qué es lo diferente o curioso del Conurbano respecto a otras zonas de Buenos Aires? 

Que tiene una concentración demográfica importante, hay quince millones de personas viviendo, y el origen de esas personas es interesante porque habla de los procesos migratorios de Argentina. En el Conurbano habitan hijas, hijos, nietas y nietos de inmigrantes transoceánicos que vinieron a habitarlo; y conviven con las migraciones internas de personas del Interior, que vienen a Buenos Aires cuando el modelo productivo se agota; más la inmigracion de países limítrofes. Se forma un pastiche cultural bastante interesante, que suscita distintos tipos de expresiones y prácticas, muchas de esas plasmadas en tanques de agua, frentes de casas, en leyendas. Además tiene una relación con la ley que contrasta mucho con la Capital Federal. Allá la planificación es minuciosa, si quiero construir arriba de mi casa tengo que pedir autorización, me dan un QR; y quizás en el Conurbano se da de manera más descontrolada, la biopolítica llega más tarde, y la gente se arregla como puede. Pasan cosas de realismo mágico, que nadie espera, que se vuelven disruptivas. Lo mismo con la ley estética: con la construcción de edificios, y la llegada de primeras marcas, los centros de los barrios igualan a Capital; pero en la periferia venís mirando casas bajas y de repente te encontrás con una que tiene tres leones de mármol en la puerta, y decís: ¿qué pasó acá? 

¿Qué buscan transmitir a través de lo que publican?

Tratamos de ir contra los discursos mediáticos y hegemónicos que suelen tener una mirada del Conurbano bastante acotada, construida a base de prejuicios que lo ligan a la delincuencia, al narcotráfico, a la carencia, a lo exótico y a lo ridículo. Si bien están presentes estas cuestiones a nosotros nos interesa plantear escenarios más complejos; complejizar la mirada que se estableció sobre el Conurbano bonaerense: como una especie de far west donde te desvalijan, te roban, es imposible vivir. Y si no me equivoco el Conurbano tiene trece universidades nacionales, es el 25% del PBI nacional, el 70% del PBI provincial;  se encuentra el archivo filmográfico más grande de toda América Latina. Eso nos interesa mostrar y discutir, más allá de que usamos un código humorístico y nos permitimos reírnos de nosotros mismos. 

¿Recuerdan historias insólitas que les hayan pasado a partir de la cuenta en Instagram?

Nos han pasado muchas cosas. Imaginate que éramos cuatro pibes que sacábamos fotos de manera desinteresada y pasamos a tener un archivo interesante de imágenes, a que nos inviten a dar clases a universidades, a que Pedro Saborido nos invite a dar charlas con él, que nos sume a algunos proyectos, que nos hagan notas. Nos ha pasado de sufrir intimaciones por parte de la policía, porque pensaban que estábamos metiéndonos a ocupar un terreno o un lugar de manera ilegal. Y a la vez la gente que ocupaba ese lugar abandonado nos acusaba de policías. Éramos policías y ocupas a la vez. Nos ha pasado en la usina hidráulica de conocer a Cristian, un pibe que está en situación de calle y vive ahí;  nos contó la historia del lugar, nos hizo una suerte de paseo guiado, y medio que trata de ganarse la vida así. 

¿Qué amás y qué odiás del Conurbano? 

Viví mucho tiempo en Ranelagh y no teníamos cable, ni teléfono, ni internet. Si mis amigos me querían avisar algo tenían que venir a la puerta de mi casa. Eso en un punto fue un padecimiento, se daba un poco por decisión familiar y otro poco porque no llegaba el cable ni internet. Así como también creo que el padecimiento transversal es el transporte. Yo salía y me quedaba sin transporte a las once de la noche, y un remis era caro, así que si salía terminaba caminando sesenta cuadras a las diez de la mañana para volver a casa. Lo que amo son muchas cosas: la tranquilidad de vivir en un lugar poco bullicioso, tranquilo al tránsito, poner los pies en el pasto y salir a hablar con los vecinos, las fiestas en la vereda. Uno goza y padece al Conurbano bonaerense. Si fuera solo de goce sería un lugar ficticio o meramente transitorio. 

¿Qué aprendiste o descubriste desde que crearon la cuenta?

Hemos pasado mil veces por la estación de Berazategui y hasta que no tuvimos la cuenta no sospechamos que un atardecer, una salida del sol, sumado a las vías del tren y la fábrica que aparece, podía ser una imagen bella. Redescubrimos el territorio, cuestiones que no eran de nuestro interés pasaron a tener una significación importante. 

¿Cuál fue para vos el mejor post y por qué?

Hace poco subimos una foto de un Guasón esperando un bondi en Lomas y jugamos con la frase que fue meme: “el hombre nace bueno, es el sistema de transporte el que lo hace malo”. Tuvo un montón de reacciones la foto y muchos comentarios de gente de toda la provincia de Buenos Aires, incluso de gente que nombraba el 242, el 324. Todos padecemos la cuestión del transporte; por un tema lejanía, de inversión, de desarrollo, de centralidad sobre todo. Parece que hay que ir a Capital para llegar a cualquier lado. Cuando yo empecé a ir allá a estudiar no podía creer que un bondi viniera uno atrás del otro, de la misma línea, o que un subte tardara cinco minutos en venir. Yo siempre esperé bondis una  hora o más. 

En todas las imágenes siempre hay algo de belleza, ¿hay una intencionalidad hacia ese lugar?

Nosotros nos hacemos cargo del contenido de la publicación, pero no de los sentidos que dispara. Siempre citamos a Saussure: “el punto de vista crea al objeto”.  Nos interesa tener una mirada integral del Conurbano,  pero siempre nos comentan el tema de la cercanía y del barrio. “Eso es Bella Vista, como no puede ser de otra manera”, “Lomas, no lo entenderías”. Todos comentarios que tienen que ver con que “esto pasa acá, si sos de afuera no lo entendés”. Eso genera un fuerte componente identitario, a sabiendas de que la identidad está atravesada por las clases sociales, y acá habitan muchas, con distintas prácticas económicas, culturales y demás. Hablar de una identidad cultural conurbana es un poco extraño. Pero hay mucho de belleza, aunque sabemos que es una construcción social. Nosotros nos hacemos cargo del sentido que le quisimos dar: después esos sentidos se disparan, y terminan en cualquier lado. 

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