Mañana se podría habilitar a un tercer mandato, pero ¿esto fortalece a la democracia o la debilita?
Si se habilita el tercer mandato para la reelección de los intendentes bonaerenses se abre un camino para la reelección indefinida. En su momento Lucas Ghi, intendente de Morón, dijo que “habría que debatir si esto fortalece o debilita a la democracia”.
Algunos “adelantados” se fueron a otros cargos. Ninguno confirmó que lo hizo para tener la posibilidad de volver en el 2023, sin embargo todos lo sospechamos, los candidatos que surjan ese año nos dirán si teníamos razón en dudar.
Argentina fue fundada después de Caseros y hasta la Ley Sáenz Peña en una tradición de democracia liberal. Con sus aciertos y errores. Cabe destacar que esta concepción es heredera de las revoluciones burguesas, en especial la francesa. Se hace esta aclaración para no confundir con el liberalismo económico que está ganando terreno en el país de la mano de nuevas fuerzas políticas y economistas.
Hasta 1946 todo siguió más o menos igual hasta el advenimiento del peronismo que con una serie de reformas amplió el abanico ciudadano, pero a través de él también consolido una hegemonía que recién hoy, si se quiere está entrando en disputa en el electorado nacional y sobre todo bonaerense. Al respecto hay un libro reciente de Sabrina Ajmechet “El peronismo menos pensado” por si quieren clarificar en este tema al respecto.
A partir de allí hasta mediados de los 90´ y el 2016 hubo idas y vueltas hasta llegar hasta hoy, donde en el conurbano, todo queda limitado a dos mandatos, hasta los concejales, de hecho, varios se fueron recientemente al cumplir su segundo período.
Haciendo un poco de historia burda y boca de jarro, la revolución francesa en términos al menos teóricos llegó para desterrar el antiguo régimen (monárquico) e instaurar una democracia. A eso le podemos agregar una palabra que tanto nos cuesta en la Argentina respetar, estoy hablando de la República.
Esto no solo está en nuestra tradición, sino que es la primera ley de la ley de leyes, la Constitución Nacional. “Artículo 1°- La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal”. Es verdad al ser federal cada provincia adopta su propia Constitución, pero todo debe, o debería estar regido por la forma de gobierno, representativa, republicana federal. O sea, lo más parecido a una democracia liberal.
Entonces, qué sucede con la alternancia. Esta no es solo un motor de renovación, sino que es imprescindible para respetar lo esencial de la democracia y la república, la división de poderes.
Para empezar, en los municipios el Concejo Deliberante no solo tiene la tarea de legislar, sino ser un órgano de control al poder ejecutivo. Imaginemos un HCD que tiene al frente el mismo intendente por 3 o 4 períodos, es imposible que no tenga mayoría y es imposible que, dentro del cuerpo, sus concejales no respondan a él, ya que al ser cabeza de lista siempre se sobre entiende que esos concejales responden a él. Por ende, ni legislan ni controlan al ejecutivo.
Esta es la cocina para los famosos “Barones” con “B” del conurbano. Donde a lo largo de los años acumulan tanto poder que dentro de su feudo son intocables. Imaginen cómo esto se agrava si hablamos de gobernadores y presidentes. Ahí ya entra a pesar la pata judicial y ya sabemos el estado en el que está la justicia en Argentina.
Otro tema que ataña a la Justicia es que los tiempos judiciales son muy distintos a los ejecutivos. Por eso si tenemos un Poder Legislativo que es un apéndice del Ejecutivo y un Poder Judicial que, en el mejor de los casos es independiente, pero tarda años a veces en fallar a favor o en contra del gobierno de turno, estamos más cerca de aquel antiguo régimen, que de una democracia.
Por ende, la alternancia no es solo para traer “aire fresco” o darle oportunidad a dirigentes nuevos que se hagan cargo de los poderes ejecutivos, sobre todo. La alternancia es vital para el fortalecimiento institucional democrático y la división de poderes.
Desde 1983 se logró consolidar en el imaginario popular que vivimos en democracia. Con sus aciertos y errores, ya hay dos generaciones que viven en democracia y ya vamos acariciando la tercera. Y decimos esto porque al menos las urnas son las que definen quién nos gobierna. Ahora bien, cuando deberíamos estar discutiendo qué podemos hacer para seguir afianzando este sistema que tanto costó recuperar y que tanto decimos querer cuidar, estamos hablando de re-re-reelecciones.
Algo más que tiene la falta de alternancia es que el oficialismo posee “el aparato” y aunque no debería, tira toda la carne al asador en épocas electorales, dejando sin posibilidades casi a la oposición. Si encima de contar con el aparato, hablamos de que es la misma persona quien se presenta una y otra vez, lo hace prácticamente imposible, aunque existan ejemplos en el último tiempo que también se le puede ganar bajo esas circunstancias. El tema es que esos que ganan, no se conviertan en quienes vencieron.
Listas sábanas, ley de lemas, reelecciones indefinidas, cooptación de poderes e instituciones nos hacen retroceder en un mundo que está pensando en agendas totalmente distintas. Ya no solo estamos atrapados en el siglo XX, si no que seguimos retrocediendo varios siglos para atrás.
Y para finalizar cabe aclarar que no se mencionó ni partidos ni figuras políticas porque esto favorece a ambos lados de la grieta, y por supuesto debilita a la república y sus ciudadanos.
