fbpx
Suscribite y Seguinos en Redes
ULTIMO PROGRAMA DE DISNEYLANDIA CON LUIS GASULLA
ULTIMO PROGRAMA DE ENSOBRADOS
Loading
svg
Open

¿UN CAFÉ CON GRABOIS?

febrero 24, 202411 min read

Ahora que la supuesta honestidad de Juancito Grabois ha quedado archivada después del descubrimiento del fideicomiso de más de mil millones de dólares que manejaba con la excusa de urbanizar villas, es posible retomar el argumento político de quién es Grabois y qué representan los Grabois en la política argentina. Lo hago con cierto conocimiento personal porque hace cinco años, en pleno gobierno de Cambiemos, mi amigo y profesor -el correligionario Andrés Malamud- sostuvo que “El cambio cultural sería algo así como que Fernando Iglesias se tome un café con Juan Grabois”. Y agregó: “Hay que convivir con el que piensa diferente y ver en nuestro adversario a alguien legítimo”. La cosa no dio para un café pero sí para un artículo de opinión y un debate en el programa Diego Sehinkman que quienes estén interesados pueden googlear fácilmente.


Pero, vayamos a lo nuestro. Las dos afirmaciones de Malamud suenan bien pero se basan en supuestos falsos: el primero es que el problema del país es el de la grieta y -por lo tanto- solo cerrando la grieta puede comenzar a solucionarse. El segundo es que la diferencia que me separa con Grabois -o para decirlo en general: al peronismo de sus adversarios- es una cuestión de diversidad de pensamiento. Son dos ideas que se han tornado nuevamente de actualidad cuando muchos de quienes acusaban a Macri de tibio e indeciso parecen hoy asustarse de las políticas disruptivas de Javier Milei, y cuando quienes exigían cambios profundos y veloces piden hoy que el presidente pare la mano.


LA GRIETA

El primer argumento, el de los cierragrietas, recobra intensa actualidad porque muchos dirigentes del radicalismo -como Lousteau- y del PRO -como Larreta- vuelven a la carga con la receta cierragrietas. Supremo ejemplo, ante la derrota parlamentaria de la ley Bases, el ex jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires escribió en Twitter en tono celebratorio “¡Viva el consenso, carajo!”. No deja de ser curioso que quienes forman parte de una alianza política cuyo objetivo declarado es el cambio celebren la derrota de una ley que, con todos sus defectos, promovía muchos de los cambios imprescindibles para acabar con la decadencia argentina. En cuanto al consenso, acaso antes de mencionarlo cabría tomar en cuenta que la ley naufragó, precisamente, en el artículo sobre los fondos fiduciarios; esas enormes cajas negras de la política que nadie controla, y entre cuyos beneficiarios -vaya casualidad- está Juancito Grabois, el emisario papal que prometía regar con sangre las calles para impedir que gobernaran quienes no son peronistas. ¿Con este chico hay que tomar café? ¿En serio?


Me gusta imaginar hoy a Grabois escandalizado por la noticia de que el candidato de su espacio, Sergio Massa, trabajará como consultor de un fondo buitre americano. Pero no es solo eso. El tema es de interés porque exhibe el trípode político en el que se asentaron veinte años de decadencia; una decadencia que no se definió por una grieta sino por la presencia de un actor político psicopático, corrupto y hegemónico: el peronismo, y por la debilidad y adaptabilidad de quienes tenían la responsabilidad de oponérsele. Lo que generó una sociedad cuya característica principal es el síndrome de Estocolmo. El trípode antes mencionado: los psicópatas hambrientos de poder, como Massa; sus violentos aliados directos, como Grabois, y sus justificadores, que creen que es posible lograr algún tipo de consenso con la casta peronista para modificar el sistema por el cual proliferaron y se hicieron ricos y famosos.


Basta ver lo sucedido con la ley Bases en el Congreso, basta ver la conjunción de opositores al cambio que se expresa cada día -ya sean oligarcas sindicales, gerentes de la pobreza piqueteros, barones del conurbano, barrabravas futboleros, expertos en mercados regulados o empresarios especializados en cazar en el zoológico-, basta observar las declaraciones y las acciones de su dirección política, el peronismo, para entender que no se trata de inventar consensos imposibles sino de enfrentar con coraje a la Patria Subsidiada y sus representantes. Y es exactamente lo que, con errores y aciertos, está haciendo el Gobierno.


DIFERENCIA DE IDEAS

Lo que nos lleva al segundo supuesto de Malamud: el de la legitimidad de Grabois; el falso concepto de que los que nos separa del peronismo es una diferencia de ideas. No lo es. El peronismo carece de ideas y principios: fue filofascista en los 50, terrorista de izquierda en los 70, represor ilegal después, socialdemócrata en los 80, neoliberal en los 90 y chavista en el siglo 21. ¿Cómo es posible que nos separe una diferencia de ideas con quienes adhieren a una idea distinta cada década con tal de lograr y conservar el poder? ¿Cómo es posible confundir la diferencia de ideas con la disputa por el poder con una organización delictiva disfrazada de partido que se comporta como una mafia corporativa cuando gobierna y como el club del helicóptero cuando no gobierna? Para ponerlo en los términos de Malamud: ¿cuál podría ser el tema de conversación en un hipotético café con Grabois? ¿Qué podría yo decirle? ¿Dejen de cortar las calles y perjudicar a quienes con su trabajo les bancan los planes? ¿Dejen de sumir a la gente en la miseria para aprovecharse de ellos? ¿Dejen de amenazar con saqueos y violencia para derrocar al gobierno? ¿Dejen de robar con la excusa de la urbanización de villas? Queridos cierragrietas: en serio, no se entiende.


La idea de cerrar incondicionalmente la grieta con el peronismo es la manera de superar la decadencia ha sido consistentemente derrotada en las recientes elecciones. Primero, porque por amplia mayoría, los votantes de Juntos por el Cambio se expresaron en las PASO por la candidata -Patricia Bullrich- que a pesar de carecer de aparato y recursos encarnó con mayor convicción la voluntad de cambio. Y después, porque el electorado nacional decidió en las elecciones generales que el cambio prometido por JxC -que ahora incluía a la lista derrotada- no era suficiente. No era confiable. No tenía el coraje y la decisión necesarias para ir adelante, y votó a Javier Milei. El reciente voto en el Congreso, en el que solo el PRO y La Libertad Avanza apoyaron todos los artículos de la ley Bases, puede ser el inicio de una nueva configuración política que, sin diluir identidades, reúna a quienes desde LLA, el PRO, la UCR y los demás bloques partidarios, están decididos a apoyar los cambios que la Argentina necesita y a impedir la victoria del club del helicóptero y el regreso del peronismo al poder. Sin extender un cheque en blanco al Gobierno pero también sin usar como excusas sus errores e imperfecciones.


En cuanto a Grabois, repite hoy como farsa lo que en los 70 fue una tragedia: la irrupción violenta de chicos criados en escuelas de elite y que habían pasado su infancia en Barrio Norte y Recoleta, y que súbitamente encontraron en sus culpas de clase un motivo para la militancia más estúpida, acérrima y violenta. Salvando las distancias, el final también ha sido el mismo: soñando con la revolución, terminaron siendo siervos del movimiento político responsable de la decadencia argentina. Ayer, del general fundador. Hoy, de la decadente oligarquía que se generó bajo su invocación y liderazgo.


“Yo siento que estoy más de acuerdo con vos, que estás en la Coalición Cívica, que con muchos de mi partido; y estoy segura de que a vos te pasa lo mismo”. La frase pertenece a Gabriela Michetti y me la dijo en uno de los pasillos del Congreso allá por el año 2009. Ojalá que estos meses tan difíciles sirvan no solo para sentar las bases de un nuevo modelo económico capaz de sacar al país de veinte años de estancamiento sino también para organizar el espectro político de manera que cada grupo responda con precisión a ideas y principios. Si fuera así, el enorme esfuerzo que están haciendo hoy los argentinos valdrá doblemente la pena.

Fernando Iglesias
Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

How do you vote?

22 People voted this article. 22 Upvotes - 0 Downvotes.

Fernando Iglesias

Diputado Nacional desde 2017, periodista y escritor.

Loading
svg