Todos los países del mundo, con las insólitas excepciones de Venezuela, Sudán, Zimbabue, Líbano y Argentina, han resuelto de forma definitiva los problemas de inflación.
La inflación es un mal económico que afecta a todas las esferas del arco social, pero que sin duda hace estragos en las clases populares y destruye el poder adquisitivo de la sociedad. En este punto todos coinciden. Sin embargo, hay distintas miradas de las causas y las soluciones.
En nuestro país desde el sector oficialista se explica la inflación como causa de la especulación de los empresarios, que elevan su tasa de ganancia sin justificación aparente, más que obtener una mayor rentabilidad. Pero hay otra explicación que toma cada vez más fuerza en el pensamiento social.
Venezuela, Sudán, Zimbabue, Líbano y Argentina tienen algo en común; son los únicos países del mundo que tienen un problema grave de la inflación, más allá que la economía post pandemia, como era de esperarse, iba a elevar la tasa a nivel global, los niveles de estos países son realmente alarmantes.
Coincidentemente, en estos muy pocos lugares donde todavía existe, se utilizan las mismas recetas para frenarla, el control de precios o la persecución a empresas. Cosas que aparentemente no dan el resultado esperado, ya que la moneda en esos países vale cada vez menos y menos.
Si bien está ampliamente aceptado que puede tener múltiples causas (como ser las fluctuaciones del tipo de cambio, el aumento de los precios del petróleo o tasas de interés), esto solo puede generar una inflación de poca entidad y limitada en el tiempo. Los países que tienen inflación muy alta y durante muchos años tienen una sola explicación: La emisión monetaria.
La pregunta real es porqué Argentina sigue emitiendo de forma descontrolada. Y la respuesta es siempre la misma: Su enorme déficit fiscal y la desproporcionada relación entre lo que gasta el Estado y la actividad privada productiva.
Hasta que no se logre un equilibrio fiscal y, por lo tanto, la necesidad de imprimir pesos, la inflación va a seguir por las nubes.
Una mención especial al nuevamente fallido control de precios. Desde su anuncio se sabía que era una medida “para la tribuna” y que no iba a tener absolutamente ningún efecto. Lo que no deja de asombrar es que haya ciudadanos que sigan creyendo que las subas permanentes y desmesuradas de los precios son responsabilidad de las empresas y no del gobierno. Vayan dos ejemplos para ilustrar el punto:
1 Las empresas que producen y venden en Argentina son las mismas que producen y venden en el resto del mundo. Casi dos tercios del comercio están globalizados, con lo cual los productos de consumo masivo ya son internacionales per se. Si en el resto del mundo (con las notables excepciones que mencionamos en el primer párrafo) la inflación no existe y las empresas son las mismas, no tiene sentido pensar que las mismas tienen algún encono especial con nuestro país.
2 Durante la década del 90, las empresas que producían y vendían son casi las mismas que están ahora. Sin embargo, en los 90 no había inflación. La razón es muy sencilla: si no hay emisión del gobierno, no hay inflación.
Ya parece ser hora de repensar el gigantesco tamaño del Estado y como esto, más que una malla de contención para la población, termina siendo la causa de todos sus problemas.
