La puja por el poder: cómo se reparten hoy los respaldos sindicales y sociales en Argentina

El universo gremial y los movimientos populares marcan diferencias clave: algunos se alinean con Milei, otros con dirigentes del peronismo tradicional y emergen liderazgos propios como el de Grabois. Cristina Kirchner, Kicillof y Massa también buscan tracción territorial, generando un escenario político empreso por frentes divergentes.

Política22 de junio de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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En un país donde los sindicatos y organizaciones populares siguen siendo actores decisivos, la actual configuración política presenta múltiples ejes de apoyo enfrentados. Mientras Javier Milei avanza con una agenda liberal que recibe el respaldo de federaciones gremiales no tradicionales, figuras como Axel Kicillof, Cristina Kirchner y Sergio Massa movilizan al peronismo estructural. Al mismo tiempo, movimientos sociales liderados por Juan Grabois construyen su propia base con un discurso crítico al sistema, pero también dispuesto al diálogo con el oficialismo según el contexto.

Esta nueva distribución refleja no solo cupos parlamentarios, sino también influencia en la calle y capacidad de generar presión social. ¿Dónde se posicionan hoy los referentes principales? ¿Quién recibe grandes unions, PTMs, movimientos barriales? ¿Cómo compiten entre sí?

 

1. Milei y la burguesía sindical renovada

El presidente Javier Milei ha encontrado respaldos inesperados en sectores gremiales que tradicionalmente no se vinculaban con el poder político, especialmente aquellos ligados al sector privado. Gremios de pilotos, trabajadores petroleros, tecnología y transporte comenzaron a alinearse con su discurso de desregulación y libertad de mercado. A diferencia de los sindicatos tradicionales, estas nuevas alianzas no tienen una estructura partidaria histórica y ven en Milei una posibilidad de romper con las lógicas del viejo sindicalismo.

Parte del atractivo que Milei ejerce sobre estos sectores es su propuesta de eliminar las cargas impositivas excesivas sobre el trabajo y facilitar la contratación privada. En sectores como la aviación y la energía, donde la competencia internacional es feroz, muchos trabajadores y dirigentes creen que un entorno más liberal puede beneficiar a la productividad y garantizar estabilidad laboral sin la mediación estatal.

También ha captado la atención de los gremios empresariales de base regional, que vieron en su discurso una forma de revalorizar economías locales fuera del eje Buenos Aires. Aunque sin una estructura sindical tradicional, estos espacios contribuyen con apoyo técnico, comunicaciones y validación simbólica de su plan de gobierno.

Sin embargo, Milei enfrenta resistencias intensas desde los sindicatos más tradicionales, que lo acusan de intentar desmantelar conquistas laborales. El rechazo de la CGT a sus reformas estructurales muestra que, aunque ganó adhesiones en sectores emergentes, está lejos de consolidar una base sindical homogénea.

2. Cristina Kirchner: la base dura del peronismo

Cristina Kirchner conserva una estructura sindical orgánica que responde a su liderazgo desde hace dos décadas. La CTA de los Trabajadores, varios sindicatos estatales y agrupaciones docentes siguen alineados con su figura, así como también sindicatos bancarios y judiciales. Su figura sigue generando movilizaciones multitudinarias, y su presencia simbólica en el movimiento obrero mantiene vigencia.

Los sectores que la respaldan ven en ella una garantía de defensa de derechos conquistados durante los gobiernos kirchneristas. Bonos, paritarias por encima de la inflación y negociaciones sectoriales son reivindicaciones que asocian directamente a su gestión. Esa fidelidad se mantiene, incluso con su proscripción implícita, debido a causas judiciales que limitan su participación directa.

Desde la calle, su capacidad de convocatoria sigue intacta. Marchas masivas, vigilias y actos en todo el país han mostrado que el kirchnerismo duro mantiene una base obrera que no ha migrado ni hacia otras vertientes del peronismo ni hacia propuestas más alternativas como las de Grabois.

A pesar de esto, algunos sectores dentro del sindicalismo comienzan a cuestionar la falta de renovación de su proyecto. La permanencia de referentes históricos en puestos clave genera tensiones con una generación más jóven que busca mayor protagonismo.

3. Axel Kicillof y Massa: el peronismo institucional

Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires, articula su apoyo sindical con una mirada de gestión territorial. Tiene respaldo entre los gremios docentes, estatales bonaerenses y sindicatos de base municipal. Su perfil técnico y su vinculación con la economía real de la provincia más poblada del país le permiten ejercer una influencia creciente sobre el aparato sindical clásico.

Por su parte, Sergio Massa ejerce una línea de influencia más centrada en los sindicatos nacionales. Su paso por el Ministerio de Economía, y la interlocución que mantuvo con sectores clave como la UOCRA, la Unión Ferroviaria y gremios del transporte, lo posicionaron como un referente con peso propio. Su estilo negociador y pragmático lo volvieron interlocutor preferido en paritarias y negociaciones con el Ejecutivo.

Ambos compiten, en algún punto, por representar la "normalidad peronista": aquella que articula el poder sindical con el aparato del Estado, sin rupturas ni revoluciones. En este marco, los gremios que buscan estabilidad institucional suelen mirar con buenos ojos sus proyectos.

Sin embargo, también enfrentan críticas. Kicillof es acusado de falta de audacia para renovar estructuras obsoletas, mientras Massa debe lidiar con la desconfianza de sectores sindicales que lo ven más cerca del empresariado que del movimiento obrero histórico.

4. Juan Grabois y los movimientos populares

Grabois representa una corriente distinta: no emerge del sindicalismo clásico sino del trabajo informal y la economía popular. Organizaciones como el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), la CTEP y la UTEP lo tienen como referente natural. Su discurso combina crítica al neoliberalismo con una demanda de transformación estructural profunda.

Los movimientos que lo rodean tienen raíz en la lucha por la tierra, la vivienda y el reconocimiento del trabajo comunitario. Grabois ha sabido articular demandas sociales en propuestas políticas, como el Salario Básico Universal, y ha logrado interlocución con diferentes espacios, desde el Vaticano hasta el Congreso.

Aunque se ha vinculado ocasionalmente con el kirchnerismo, mantiene una línea de autonomía crítica. Sus principales apoyos no vienen de estructuras sindicales sino de cooperativas, trabajadores de la economía informal, cartoneros, feriantes y comedores comunitarios. Desde esa base, construye un poder territorial que se expresa en todo el país.

Su influencia está en crecimiento, aunque limitada por la falta de acceso a estructuras estatales. Aun así, ha logrado imponer agenda en debates legislativos y mantener protagonismo en momentos de crisis política.

5. El mapa de la competencia

La escena sindical y social en Argentina está lejos de ser homogénea. Mientras Milei capitaliza sectores nuevos y empresarios regionales, Cristina retiene la base tradicional peronista. Kicillof y Massa intentan presentarse como la continuidad racional del modelo, con orden y gestión. Grabois avanza desde abajo, con una propuesta alternativa de poder popular.

Esta división también se expresa en las calles. Las convocatorias masivas ya no tienen un solo convocante: hay marchas de la CGT, movilizaciones de la UTEP, protestas de gremios alineados a Milei y actos separados por cada líder. La fragmentación sindical es también reflejo de una crisis de representación más amplia.

En este escenario, la competencia no es solo por votos, sino por legítima representación social. Quien logre articular mejor las demandas populares con un proyecto de país podrá ganar la próxima batalla política. Mientras tanto, cada uno de los protagonistas refuerza su base, define alianzas y prepara el terreno para los próximos años.

La disputa por el poder sindical es también una disputa por el relato: qué modelo de país se defiende, qué tipo de trabajo se busca proteger y qué rol debe tener el Estado. La respuesta, como siempre en Argentina, no será única ni definitiva.

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