La saga de José Luis Espert: entre vuelos, narcoescándalos y la presión de las encuestas

Un comienzo prometedor que se convirtió en pesadilla

06 de octubre de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
Espert
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José Luis Espert, economista y referente del liberalismo argentino, fue elegido por La Libertad Avanza para encabezar la lista de diputados en la provincia de Buenos Aires. Su presencia debía consolidar el discurso económico del oficialismo y extender la fuerza libertaria al territorio más poblado del país. Sin embargo, en pocas semanas su figura pasó de ser un activo electoral a convertirse en un lastre político.

A finales de septiembre de 2025, medios de investigación revelaron que Fred Machado, un empresario argentino radicado en Estados Unidos y procesado por narcotráfico y lavado, había girado 200.000 dólares a una cuenta estadounidense de Espert. La noticia puso al candidato en la mira: ¿se trataba de un pago por servicios profesionales o de una contribución irregular a su campaña presidencial de 2019? La publicación desató un escándalo que se amplificaría con cada explicación confusa que dio el economista. Durante días, la agenda mediática dejó de hablar de propuestas legislativas y se concentró en las contradicciones de Espert y en las presiones internas que su caso generaba en el oficialismo.

Desde el primer momento, Espert insistió en que la transferencia correspondía a una consultoría privada para una empresa minera en Guatemala. Argumentó que firmó un contrato en 2019 y que cobró un adelanto en enero de 2020, después de perder las elecciones presidenciales. Sin embargo, las inconsistencias en la narrativa hicieron que el caso fuese visto no solo como un problema administrativo sino como un posible escándalo de financiamiento de campaña. Su relación con Machado, las numerosas entrevistas que concedió para aclarar el tema y el creciente rechazo social terminaron minando su candidatura y obligaron al gobierno de Javier Milei a forzar su renuncia.

ChatGPT Image 6 oct 2025, 07_00_00 a.m.Milei defendió a Espert tras su renuncia: “No tengo dudas de la honorabilidad del profe”

 Los 200.000 dólares y el contrato invisible
 
La piedra angular del escándalo fue la transferencia de 200.000 dólares que Machado realizó a una cuenta del Bank of America a nombre de Espert. Según el diputado, el dinero era parte de un contrato de consultoría firmado con la empresa Minas del Pueblo, supuestamente dedicada a la explotación minera en Guatemala y propiedad de Machado. El objetivo del trabajo, afirmó, era la reestructuración de la deuda de la compañía.

La primera vez que respondió a la acusación, Espert negó haber recibido dinero: calificó las filtraciones como un “excel trucho” y dijo que se trataba de una operación política orquestada por el dirigente social Juan Grabois para perjudicarlo. Poco después, cuando medios internacionales publicaron un extracto bancario que certificaba la transferencia, cambió su versión. Aceptó que el pago existía, pero sostuvo que había sido un adelanto por un trabajo profesional.

Al ser interrogado sobre las fechas, Espert osciló entre 2019 y 2020. En un video grabado en las oficinas del asesor presidencial Santiago Caputo, afirmó que firmó el contrato con la empresa vinculada a Machado a mediados de 2019, pero que empezó a trabajar después de las elecciones de ese año. Dos días más tarde, en una entrevista radial con Gabriel Anello, dijo que la empresa era propiedad de Machado y que el contrato lo había firmado “antes de ser candidato a presidente”. Esta diferencia de casi un año alimentó la sospecha de que el contrato nunca existió o que se trataba de un instrumento posterior para justificar una donación irregular.

La ausencia de documentos profundizó las dudas. Pese a prometer que exhibiría correos electrónicos, facturas o un contrato firmado, Espert nunca publicó ninguna prueba. Periodistas que investigaban la trama señalaron que Minas del Pueblo formaba parte de un conglomerado controlado por Machado y por su socia Debra Mercer-Erwin, condenada en Estados Unidos por lavado. Además, se supo que los 200.000 dólares habían sido transferidos por Wright Brothers Aircraft Title, una empresa de gestión de títulos de aeronaves asociada a Machado, y no por la supuesta minera guatemalteca.

Los 35 vuelos en aviones de Machado

Mientras se discutía la transferencia, emergió otro dato revelador: Espert había utilizado al menos 35 vuelos en aviones de empresas vinculadas a Machado durante su campaña presidencial de 2019. Inicialmente, el diputado afirmaba que se había subido una sola vez a un avión del empresario, para viajar a Viedma a presentar su libro. Esa explicación se desmoronó cuando el juez Martínez de Giorgi, gracias a informes de la Administración Nacional de Aviación Civil, certificó que entre abril y agosto de 2019 el candidato realizó decenas de vuelos en aeronaves registradas a nombre de compañías de Machado.

Los destinos eran variados: Catamarca, Villa María, Corrientes, San Fernando y hasta un vuelo al exterior. Según testigos, en cinco de esos viajes compartió la cabina con el propio Fred Machado. Las aeronaves eran turbohélice modelos Beechcraft, operadas por empresas como Med Aviation y Diesel Lange SRL. Los pilotos declararon que recibían indicaciones desde la oficina del candidato o de su entorno para programar itinerarios y listas de pasajeros. Un piloto relató que lo llamaba “una mujer del entorno de Espert” que le pasaba los detalles de los traslados.

Espert terminó por admitir que había tomado todos esos vuelos. Dijo que los 35 viajes se repartieron en “17 idas y vueltas”, que era normal que un candidato se moviera en vuelos privados durante la campaña y que él no supervisaba quién pagaba los servicios. Respecto de los dueños de las aeronaves, sostuvo que los aportes de campaña estaban a cargo del sello político que impulsó su candidatura y que él no se ocupaba ni de la logística ni de la financiación. Sin embargo, la evidencia mostraba que estaba al tanto de que los aviones pertenecían a empresas controladas por Machado y que había mantenido comunicación con el equipo del empresario para coordinar los viajes.

El uso de estas aeronaves generó un capítulo adicional: un vehículo blindado. A mediados de la campaña, Espert se desplazaba en una camioneta negra Jeep blindada. En agosto de 2019, mientras circulaba por Puerto Madero, el vehículo recibió un ataque (se discutió si fueron balas o piedras). El candidato utilizó el episodio para denunciar que lo querían silenciar. Más tarde se descubrió que la camioneta pertenecía a un primo de Machado y que había sido puesta a disposición del economista. Al preguntársele si sabía de quién era el vehículo, Espert respondió en televisión que “un candidato no maneja la logística”, pero en radio Mitre reconoció que la camioneta también formaba parte de los aportes del empresario.

¿Quién es Fred Machado?

Fred Machado, nacido en Chubut, emigró a los Estados Unidos a fines de la década de 1980. En el sur de Florida, se dedicó inicialmente a la compra y venta de aviones fumigadores. Con los años, su negocio creció y se diversificó hacia el financiamiento y leasing de aeronaves. Sin embargo, investigaciones de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) lo vincularon con el lavado de activos y el narcotráfico. En 2021 fue detenido y posteriormente procesado por un tribunal federal en Texas por conspiración para distribuir cocaína y por usar empresas de aviación para ocultar ganancias ilícitas.

Para la justicia estadounidense, Machado encarnaba el estereotipo del narcotraficante de cuello blanco: dueño de sociedades anónimas que compraban y vendían aviones, con capitales dispersos en múltiples países y testaferros que operaban a su nombre. Entre sus socios se encontraba Debra Mercer-Erwin, CEO de Wright Brothers Aircraft Title, quien fue condenada a 16 años de prisión por lavar dinero de carteles mexicanos. Junto a ella, Machado habría armado un entramado de empresas que facilitaban el traslado de droga y la conversión de ganancias ilícitas en activos legales, como aviones, vehículos y propiedades.

En la Argentina, Machado construyó vínculos con dirigentes políticos y empresarios. Su relación con Espert se gestó en 2018, cuando, según el diputado, fue presentado por “personas honorables” que admiraban sus ideas liberales. Machado se presentó como un empresario dispuesto a colaborar con la campaña que desafiaba al kirchnerismo. La ayuda incluyó vuelos, automóviles y, según el propio Espert, la oferta de conectar al economista con inversores internacionales.

Aunque el diputado afirma que desconocía los antecedentes del empresario hasta 2021, cuando la detención se hizo pública, existen indicios de que en 2019 ya circulaban denuncias sobre los negocios oscuros de Machado. Organizaciones periodísticas habían publicado informes sobre sus vínculos con el narcotráfico y su rol en la compra de aviones para carteles. Espert insistió en que supo de la causa solo cuando Machado fue arrestado y que, una vez que se enteró, cortó toda relación y no cobró el resto del supuesto contrato.

ChatGPT Image 3 oct 2025, 11_25_14 p.m.José Luis Espert ratificó su candidatura a diputado: “No me bajo de nada”

Contradicciones sucesivas que erosionaron su credibilidad


El relato de Espert sobre su relación con Machado se modificó varias veces en pocos días. Estas contradicciones se convirtieron en un guion cambiante que desgastó su imagen pública y generó desconfianza incluso entre sus aliados. Algunas de las inconsistencias más notorias fueron:

 Fechas del contrato: En un video difundido por redes sociales, Espert aseguró que firmó el contrato de consultoría en enero de 2020, luego de la elección presidencial. Dos días después, en una entrevista radial, dijo que lo había firmado “antes de ser candidato”, es decir, a principios de 2019. Las versiones no coinciden con la documentación que señalaba que la transferencia se realizó el 22 de enero de 2020.

Un vuelo o 35 vuelos: Durante años, el diputado afirmó que su única relación con Machado había sido el vuelo a Viedma para presentar su libro. Cuando la justicia corroboró que hizo 35 vuelos en aviones del empresario, Espert reconoció que la cifra era correcta y añadió que hubo un viaje al exterior del que no se tenía registro. La admisión llegó solo después de que los registros oficiales se filtraran a la prensa.

Relación con Machado: En 2021, Espert describió al empresario como un admirador de sus ideas que se acercó a él por afinidad ideológica. Negó amistad o negocios compartidos. En 2025, admitió que lo visitó en su casa en Viedma, que lo acompañó en eventos y que su relación era “razonable” hasta que se enteró de la acusación por narcotráfico. Las entrevistas mostraron un tránsito de “apenas lo conozco” a “tuve una relación profesional y cordial con él”.

Aportes de campaña: Al principio, el diputado sostuvo que no sabía quién financiaba su campaña y que la logística era responsabilidad del partido Unite. Más tarde, aceptó que Machado había aportado vuelos y autos. Finalmente, reconoció que el empresario pagó una consultoría económica. Cada versión ampliaba el vínculo y contradecía la anterior.

La camioneta blindada: Cuando se le preguntó si Machado le proporcionó vehículos, Espert dijo en la televisión que no lo sabía. Luego, en radio Mitre, afirmó que Machado le prestó “un auto blindado”, aunque no lo recordaba con claridad. La camioneta se encontraba a nombre del primo de Machado, y el propio Espert tenía una cédula de autorización para manejarla.

Conocer o no el prontuario de Machado: En un escrito judicial presentado en 2025, Espert afirmó haber conocido al empresario en 2018 durante un evento de empresarios y que en ese momento era un emprendedor “de bajo perfil”. Más tarde, en otra declaración, dijo que la primera reunión fue “en enero o febrero de 2019”, organizada por personas de confianza. Finalmente, explicó que se enteró de los antecedentes de Machado recién en 2021. La investigación periodística demostró que las denuncias contra el empresario eran públicas desde 2019.

Estas inconsistencias minaron la confianza del electorado. Cada vez que el diputado salía a dar explicaciones, se desencadenaba un nuevo giro en la historia, que se convertía en memes en redes sociales y en munición para la oposición. Su incapacidad para mostrar un relato coherente generó la percepción de que intentaba ocultar algo. Incluso dentro del oficialismo, sus colegas comenzaron a referirse a su explicación como “el libreto de un guionista indeciso”.

La presión interna y el rol del PRO

Dentro de la Casa Rosada se desató un fuerte debate sobre cómo proceder. Javier Milei respaldaba a Espert, lo consideraba un amigo y creía que apartarlo sería rendirse ante lo que describía como “la opereta kirchnerista”. Su hermana Karina Milei, secretaria de la Presidencia, había sido reticente a colocar a Espert en el primer lugar de la lista pero, una vez hecha la apuesta, temía que su salida perjudicara la imagen de liderazgo del presidente. Sin embargo, el escándalo afectaba no solo a los libertarios sino también a sus socios del PRO.

Dirigentes macristas como Cristian Ritondo y Diego Santilli veían a Espert como un problema. Ritondo llegó a decir en privado: “No entiendo por qué no lo entregan”. Las tensiones se intensificaron cuando se conoció que la idea de reemplazar a Espert por un dirigente del PRO ya circulaba en los grupos de WhatsApp de la coalición. Karina Milei y Patricia Bullrich intentaron desactivar la presión, pero en las últimas reuniones de la mesa política se advirtió que el costo de sostenerlo superaba el de sacrificarlo.

La situación era delicada porque el cambio de candidato debía ser autorizado por la justicia electoral y se encontraba a solo tres semanas de la elección. Algunos referentes de La Libertad Avanza defendían mantener a Espert porque, de lo contrario, deberían imprimir nuevas boletas, un trámite costoso y potencialmente inviable. Además, el retiro del candidato podía interpretarse como una admisión de culpa.

Por otro lado, militantes de base se negaban a repartir folletos con el rostro de Espert. Voluntarios y community managers recibían insultos cada vez que posteaban contenido. La palabra “narco” se convirtió en un hashtag asociado al libertario. Comunicadores cercanos a Milei se quejaban de que el economista no seguía instrucciones y que improvisaba en las entrevistas. Algunos pedían que se guardara y dejara de exponerse.

Mientras tanto, Diego Santilli, ex vicejefe de Gobierno porteño y ministro de Seguridad, se encontraba tercero en la lista. Un año antes, Espert lo había insultado en redes sociales, calificándolo de “completito el colorado” y acusándolo de vivir 30 años de los impuestos. La ironía de que Santilli terminara encabezando la boleta libertaria después de que Espert fuera expulsado no pasó inadvertida. Esto revelaba hasta qué punto las alianzas se tejían por conveniencia y no por principios ideológicos.

El patrón de exabruptos y reconciliaciones

A lo largo de su carrera, Javier Milei se caracterizó por lanzar insultos y descalificaciones a figuras de la política tradicional, solo para luego tenderles la mano cuando la realpolitik lo exigía. El caso de Diego Santilli es paradigmático. Meses antes de proponerlo como primer candidato tras la salida de Espert, el presidente lo había denunciado en redes sociales como “el candidato del TikTok y el boludeo”, lo acusó de vivir de la política desde la época de Menem y de “ser parte de la casta corrupta”. Espert, por su parte, lo llamó “completito el Colorado” y sostuvo que llevaba tres décadas viviendo de los impuestos. Sin embargo, cuando se vio obligado a remplazar a su amigo liberal, La Libertad Avanza celebró a Santilli como un aliado indispensable para derrotar al kirchnerismo.

El viraje no fue un caso aislado. Milei también pasó de criticar duramente a Cristian Ritondo y a otros dirigentes del PRO a integrarlos en su coalición. Lo mismo había ocurrido, tiempo atrás, con el propio Espert: en 2021 se acusaron mutuamente de intentar comprar candidaturas, y en 2023 se reconciliaron para enfrentar juntos al peronismo. Este patrón de exabruptos y reconciliaciones revela la elasticidad del liderazgo libertario. Mientras la retórica anti establishment seduce a sus bases, las alianzas pragmáticas con aquellos a quienes denosta demuestran que, en su esquema, el fin justifica los medios.

La espada de Damocles: los sondeos del domingo
El domingo 5 de octubre de 2025 marcó un punto de inflexión. Ese día comenzaron a circular los resultados de una encuesta de la consultora Zuban Córdoba y Asociados que medía el impacto del caso Espert en la opinión pública. Los números eran demoledores: un 76,3% de los argentinos consideraba que el escándalo afectaba negativamente al gobierno; 71,4% tenía una imagen negativa del candidato; 68,6% no creía en su defensa y 62,9% opinaba que debía renunciar. Solo un 30,4% quería que continuara en la lista.

El estudio, basado en 1900 entrevistas presenciales y telefónicas realizadas entre el 28 de septiembre y el 4 de octubre, se filtró rápidamente a periodistas y dirigentes. Los datos se compararon con otras mediciones de consultoras como Management & Fit y Delfos, que ya registraban una tendencia a la baja en la imagen del gobierno y, en particular, de Karina Milei. En algunas encuestas la hermana del presidente alcanzaba un 70% de imagen negativa, y el propio Milei se encontraba por debajo de Cristina Fernández de Kirchner en el saldo de imagen. El caso Espert se convertía en un catalizador de ese declive.

La publicación de las encuestas generó pánico en la Casa Rosada. Algunos estrategas señalaron que mantener a Espert podría costarles la elección en Buenos Aires y, por ende, la mayoría legislativa. Otros advirtieron que la narrativa anticorrupción del oficialismo quedaría destruida si el escándalo se mantenía vigente. Ese mismo domingo, mientras el presidente se preparaba para viajar a Rosario, hubo varias reuniones de emergencia. Fuentes aseguran que Karina Milei y Santiago Caputo analizaron la encuesta línea por línea. A diferencia de días anteriores, esta vez no hubo margen para relativizar.

La presión no solo venía de los números. Diversas voces en la coalición, como Patricia Bullrich y Guillermo Francos, declararon públicamente que Espert debía dar explicaciones más convincentes. De hecho, el jefe de Gabinete dijo en un programa de televisión que era necesario “despejar todas las dudas”. La ministra de Seguridad se sumó: “No hay que subestimar a la gente; la gente quiere transparencia y explicaciones verosímiles”.

Paralelamente, opositores como Grabois, Jorge Taiana y Sergio Massa usaban el escándalo para atacar al gobierno. En Twitter, Grabois escribía “Chau” y se burlaba del diputado. Taiana declaraba que la renuncia era un triunfo del pueblo y que el caso demostraba la fragilidad del modelo libertario. El senador Oscar Parrilli señalaba que el dinero provenía de un narco y que “no se puede tapar el sol con las manos”.

Más encuestas: la brecha se amplía

La tormenta estadística no terminó con el sondeo de Zuban Córdoba. A principios de octubre, la consultora CB difundió una encuesta que mostraba cómo el escándalo golpeaba la intención de voto de La Libertad Avanza. En la provincia de Buenos Aires, la medición arrojaba un 42% de intención de voto para la alianza peronista Fuerza Patria, liderada por Jorge Taiana, contra un 36,8% para el oficialismo libertario-pro. La base fiel —quienes aseguraban que votarían a su candidato “pase lo que pase”— también favorecía al peronismo: 26,5% aseguraba su voto por Taiana, contra 25,3% por Espert. En cambio, la encuesta mostraba que el rechazo hacia el economista era del 55,3%, once puntos por encima del rechazo a Taiana (43,5%).

El estudio de CB también midió la imagen de los principales dirigentes. Axel Kicillof tenía 50,4% de imagen positiva y 48,2% negativa; Milei, 39,7% positiva y 59,1% negativa; Taiana, 35,5% positiva y 30,1% negativa; Espert se hundía con 31,3% de imagen positiva y 56,3% negativa. Estos números reforzaron la percepción de que el escándalo no solo salpicaba a Espert sino que arrastraba a todo el oficialismo.

Otra medición, de la consultora Federico González y Asociados, mostraba una diferencia aún mayor: 41,5% para Taiana, 27,4% para Espert y un 5% dispuesto a votar en blanco. Si bien las metodologías diferían, ambas coincidían en que el caso Machado había consolidado la ventaja peronista en el principal distrito electoral del país. El impacto sobre la opinión pública fue tal que, en algunos focus groups, votantes libertarios confesaban que estaban “horrorizados” por la combinación de drogas, vuelos privados y mentiras. Ese clima fue determinante para acelerar la salida del economista.

El final: renuncia y reemplazo

A lo largo del viernes y sábado, Espert se mostró desafiante. Se reunió con Milei en Olivos y, tras la reunión, publicó un mensaje en X: “No me bajo nada”. En la entrevista con Gabriel Anello se quebró al aire, lloró y dijo que la estaba pasando “muy mal”, pero insistió: “De ninguna manera voy a renunciar”. Agradeció el apoyo del presidente y descalificó nuevamente a Grabois, al que llamó “impresentable” y “orco”. Sus declaraciones buscaban transmitir fortaleza, pero la presión no cedía.

El domingo, a las 18:45, un tuit desde su cuenta cambió todo. Bajo el título “Por la Argentina, doy un paso al costado”, Espert anunció que ponía a disposición su renuncia a la candidatura y que el presidente la había aceptado. Explicó que no quería arriesgar la posibilidad de que el país siguiera la “revolución libertaria” y que daría todas las explicaciones ante la justicia. La renuncia llegó después de que el equipo de Milei analizara las encuestas y concluyera que no había retorno.

En su mensaje de despedida, Espert mantuvo su inocencia. Afirmó que demostraría en sede judicial la infamia de la denuncia, que no se beneficiaría de fueros parlamentarios y que seguiría apoyando al presidente. Lo acompañó con la frase: “No me van a doblegar, voy a seguir peleando por las ideas de la libertad”.

De inmediato, Javier Milei aceptó la renuncia y felicitó al ex candidato por su “actitud de grandeza”. Ratificó que confiaba en su honorabilidad y aprovechó para atacar a la oposición: “Otros esconden a sus corruptos, nosotros los enfrentamos”. Confirmó que Diego Santilli ocuparía el primer lugar de la lista bonaerense, aunque explicó que quedaba a la espera de la resolución judicial para hacer el cambio oficial. La noticia fue tomada como una victoria en el PRO, que veía en Santilli una figura con más peso territorial.

Por su parte, la oposición consideró que la renuncia no eximía al economista de responsabilidades. Algunos legisladores pidieron que también renunciara a su banca actual en el Congreso y a la presidencia de la comisión de Presupuesto, donde seguiría ejerciendo hasta el fin de su mandato. Otros exigieron que La Libertad Avanza pagara de su bolsillo el costo de reimprimir las boletas, que se estimaba en más de 12 millones de dólares. El oficialismo respondió que no había tiempo para reimprimir y que la ley no lo obligaba a hacerlo. Esta disputa abrió un nuevo frente judicial.

La contraofensiva: apuntar a Grabois y Taiana

Lejos de asumir un tono moderado después de la renuncia, el gobierno montó una contraofensiva comunicacional. Milei y sus ministros atacaron a los denunciantes. Se enfocaron particularmente en Juan Grabois y el ministro de Defensa, Jorge Taiana, a quienes acusaron de tener intereses oscuros y de ser parte de la “casta” que quería frenar el cambio. El presidente recordaba supuestas investigaciones contra Taiana que —según él— nunca avanzaron, y comparaba la velocidad con la que su gobierno aceptaba la renuncia de Espert con la actitud de gobiernos anteriores ante casos de corrupción.

Este discurso buscaba encender la base libertaria y reforzar la identidad antisistema del espacio. En discursos y entrevistas, funcionarios repetían que el escándalo no empañaba la “moral suiza” de La Libertad Avanza y que los ataques eran intentos de preservar privilegios. Comunicadores afines respondían: “A Espert lo van a juzgar, ¿pero quién juzga a Grabois por las irregularidades de sus cooperativas?”. De esta manera, el oficialismo intentaba convertir la crisis en un argumento de coherencia: “nosotros nos sacamos de encima a un sospechado, ellos protegen a los suyos”.

Sin embargo, la efectividad de esta estrategia era cuestionada. Para una gran parte de la opinión pública, la narrativa de persecución política no borraba los hechos. La imagen de un candidato que aceptaba dinero de un empresario acusado de narcotráfico, que viajaba en sus aviones y que no devolvía un adelanto cuestionado resultaba devastadora. Además, el papel de Grabois y Taiana se fortaleció al posicionarse como quienes destaparon la olla.

Las entrevistas en Radio Mitre: defensas y negaciones

Mientras las encuestas caían, tanto Espert como Milei eligieron a Radio Mitre —y al conductor Gabriel Anello— para defenderse. En la conversación más recordada, el diputado se quebró en vivo: lloró al narrar la presión que sentía, agradeció el respaldo del presidente y juró que no renunciaría. Reiteró que había cobrado 200.000 dólares por una consultoría en 2020 y negó haber ocultado información. “¿Cómo voy a aceptar que me dé una mano un narco?”, preguntó con la voz quebrada, aunque admitió que no devolvió el adelanto cuando supo de la detención de Machado.

Horas antes, en la misma emisora, Javier Milei había salido al aire para desestimar las acusaciones de corrupción. “No hay ningún caso de corrupción en mi gobierno”, insistió. Calificó la causa Espert como una “opereta de la izquierda” y comparó las denuncias con “chismes de peluquería”. Para reforzar su defensa, recurrió a una metáfora: dijo que si alguien quisiera quedarse con una caja estatal no tomaría solo el 3% —en alusión a un audio filtrado que involucraba a su hermana Karina Milei y a la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS)— sino que robaría todo. Con esta frase relativizó la denuncia y aseguró que sus funcionarios no estaban para “hacer caquita con el 3%”.

El efecto de estas entrevistas fue dispar. Para una parte de la audiencia, humanizaron a Espert y reforzaron el liderazgo de Milei. Para otra, revelaron el desprecio del presidente por las críticas y su tendencia a justificar conductas opacas. En cualquier caso, demostraron que tanto el candidato como su jefe político estaban dispuestos a ir a los medios a dar la batalla discursiva, incluso cuando la realidad y las encuestas los contradecían.

El caso del 3% y la inmunidad de Milei

Mientras el escándalo Espert acaparaba la atención, otro conflicto amenazaba con salpicar al entorno presidencial: un audio filtrado en el que el ex director de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, sugería que un “3%” de los fondos de la institución se desviaba hacia la campaña. La grabación mencionaba de manera indirecta a Karina Milei, apodada “El Jefe”, y a Santiago Caputo. Los opositores y algunos periodistas interpretaron que la hermana del presidente cobraba comisiones sobre contrataciones.

Javier Milei reaccionó furioso: negó cualquier vínculo de Karina con el ente, sostuvo que el área estaba bajo control del Ministerio de Capital Humano y la Jefatura de Gabinete, y despidió a Spagnuolo. En una entrevista radial expresó que era ridículo pensar que su hermana robaría “apenas el 3%” cuando podría quedarse con “el 100%” si quisiera. Calificó las acusaciones de “espionaje” y de “operaciones k” y comparó el ataque a su hermana con “meterse con sus perros”.

Sorprendentemente, este episodio no tuvo un impacto significativo en la valoración del gobierno. Las encuestas mostraron que la mayoría de los votantes priorizaba la figura de Milei por sobre su entorno y que, a pesar de la indignación moral, las denuncias no alteraban la intención de voto. Algunos analistas interpretaron este fenómeno como un reflejo de la primacía de la idea del “cambio” frente a la ética de los funcionarios: el proyecto de transformar la economía justificaba tolerar excesos. Otros subrayaron que el magnetismo de Milei eclipsaba cualquier escándalo, y que, salvo un golpe directo al propio presidente, el apoyo libertario resistía.

Consecuencias electorales y aprendizajes

El episodio Espert se convirtió en un espejo de las fragilidades del oficialismo. Para sus adversarios, fue la prueba de que La Libertad Avanza no estaba exenta de los vicios que criticaba: financiamiento oscuro, opacidad en el manejo de fondos y dificultad para rendir cuentas. Para sus aliados, fue un recordatorio de que la innovación política no puede prescindir del pragmatismo. La alianza con el PRO, materializada en la incorporación de Santilli, demostró que el aparato macrista era imprescindible para sostener la competitividad en Buenos Aires.

En términos de opinión pública, la renuncia de Espert no detuvo el desgaste del oficialismo. Las encuestas posteriores siguieron mostrando altos niveles de desaprobación, especialmente entre los sectores populares golpeados por la inflación y el ajuste. Algunas consultoras señalaron que el escándalo había terminado de erosionar el apoyo de votantes independientes y moderados. Otros análisis subrayaron que la alianza libertaria-pro había perdido la iniciativa, mientras que el peronismo, bajo el liderazgo de Axel Kicillof y Juan Grabois, capitalizaba el malestar.

Al final, la historia de José Luis Espert dejó varias lecciones para la política argentina. En primer lugar, confirmó que cualquier candidato debe transparentar sus vínculos financieros y personales, especialmente cuando se asocia con figuras controvertidas. En segundo término, demostró que las redes sociales pueden ser un arma de doble filo: permiten comunicar sin filtros, pero también exponen contradicciones y amplifican errores. En tercer lugar, evidenció que las encuestas pueden convertirse en un factor determinante en la toma de decisiones y que la presión de la opinión pública puede torcer la voluntad de los líderes.

Finalmente, el desenlace de la saga demostró que, en la política argentina actual, el proyecto importa más que los nombres. Espert fue sacrificado sin que nadie dudara en remplazarlo; Santilli pasó de ser “casta” a salvador; y las denuncias contra Karina Milei y el 3% no alteraron la devoción por el líder libertario. El propio Milei lo sintetiza al afirmar que la “Revolución Libertaria” está por encima de cualquier figura. Solo un nombre parece inamovible: el suyo.

Hoy, Espert continúa siendo diputado, pero su carrera política se encuentra en un impasse. Asegura que presentará pruebas de su inocencia y que no se retirará de la vida pública. Fred Machado, mientras tanto, enfrenta procesos judiciales en Estados Unidos y en Argentina, y su nombre quedó asociado a un caso que cimbró a la política nacional. La Libertad Avanza, por su parte, intenta recomponer su discurso de pureza ética y se prepara para unas elecciones en las que cada voto cuenta. El episodio deja en el aire una pregunta: ¿puede una fuerza que prometía terminar con la casta navegar sus propias tormentas sin naufragar en las contradicciones que criticaba?

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