Golpe al Clan Villalba: la banda narco que heredó el poder de los Marola en la Villa 1-11-14

En un operativo conjunto, la Policía Federal y la PROCUNAR desarticularon un esquema narco que operaba desde el Bajo Flores con drogas ocultas en ladrillos. El Clan Villalba, señalado como heredero directo del dominio que ejercieron los Marola, quedó golpeado tras varios allanamientos que revelaron vínculos con redes de distribución en el conurbano y el interior.

Policiales10 de noviembre de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Marola

Amanecer en el Bajo Flores: Un golpe al narcotráfico

El amanecer en el Bajo Flores trajo consigo un sonido inusual, distinto al de las sirenas habituales. En una serie de allanamientos ejecutados por la Policía Federal Argentina, los agentes irrumpieron en varios pasillos de la Villa 1-11-14, impactando de lleno al Clan Villalba, la organización que, según los investigadores, ha heredado el negocio del narcotráfico de los Marola. Las imágenes de ladrillos abiertos, revelando drogas escondidas en su interior, circularon por los despachos judiciales, confirmando un dato alarmante: esta banda había perfeccionado el camuflaje del narcotráfico local en un área históricamente disputada.

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Un operativo de precisión

El operativo, que se llevó a cabo entre el jueves y la madrugada del viernes, fue el resultado de más de seis meses de investigación que incluyó seguimiento, trabajo de inteligencia y escuchas. La acción fue coordinada por la Policía Federal y la Procunar (Procuraduría de Narcocriminalidad), junto con la fiscalía especializada en narcotráfico de la Ciudad de Buenos Aires.

Un total de catorce domicilios fueron allanados en el barrio Padre Mugica (ex 1-11-14) y en varias localidades del conurbano. En una vivienda de la manzana 23, los agentes encontraron bloques de ladrillo cortados que escondían paquetes de cocaína y marihuana prensada, listos para ser distribuidos. Según los peritos, esta modalidad muestra un nivel logístico superior al usual en puntos de venta minorista: los ladrillos eran fabricados huecos, se rellenaban con droga y se sellaban con argamasa para dificultar su detección visual o canina.

Quiénes son los Villalba

El Clan Villalba es originario de Paraguay y se estableció en el Bajo Flores a fines de los 90. Inicialmente, fueron aliados del Clan Marola, pero tras la caída de los líderes en 2019, asumieron el control de diversos pasillos y reorganizaron el negocio con un perfil más bajo y una estructura más segmentada. Los investigadores los describen como una red con células autónomas; los hermanos mayores se encargan de la compra y distribución, mientras que los menores operan como encargados de puntos de venta o “soldados” de vigilancia.

Una característica distintiva del clan es su estrategia de dispersión: a diferencia de los Marola, que mantenían un dominio concentrado, los Villalba optaron por diversificar los cargamentos y trasladar parte de la producción al conurbano, colaborando con pequeños distribuidores en Morón, Laferrere, González Catán y San Justo.

El golpe: droga, dinero y conexiones

Durante los allanamientos, se incautaron más de 50 kilos de cocaína, una cantidad similar de marihuana prensada, armas de diversos calibres, dispositivos de comunicación encriptada, cuadernos contables y dinero en efectivo en pesos y dólares. Asimismo, se hallaron documentos falsos y vehículos de alta gama utilizados para transportar los estupefacientes al Gran Buenos Aires y al interior del país.

Una parte crucial de la operación fue la identificación de centros de acopio fuera de la villa, ubicados en Depósito Dock Sur y La Tablada, que funcionaban como nodos logísticos para redistribuir las mercancías. Los investigadores estiman que la banda podía mover hasta 80 kilos de cocaína semanalmente, contando con conexiones con proveedores del norte del país y redes en Paraguay y Bolivia.

La sucesión después de los Marola

El nombre “Clan Marola” ha quedado grabado en la memoria reciente de la 1-11-14. Su caída, hace cinco años, dejó un vacío que diversas bandas intentaron llenar. Al principio, grupos menores se disputaron el control de los pasillos; posteriormente, el Clan Villalba emergió, conectándose con remanentes del viejo aparato de distribución. A diferencia de los Marola, que imponían un control territorial violento, los Villalba han adoptado una estructura más empresarial, enfocada en la logística y el lavado de activos.

Los recientes operativos confirmaron que parte de las ganancias se reinvertía en proyectos de construcción y negocios de fachada en el conurbano. Algunos de los ladrillos utilizados para ocultar la droga provenían de obras legítimas, lo que complicaba la detección de los cargamentos ilícitos.

Una zona caliente bajo control criminal

La Villa 1-11-14 (barrio Padre Mugica) ha sido históricamente un territorio estratégico para el narcotráfico en Buenos Aires. Su ubicación, entre el Bajo Flores y la avenida Varela, ofrece acceso rápido tanto al centro de la ciudad como al conurbano, convirtiéndola en un punto logístico clave para el tráfico de drogas. Las fuerzas federales mantienen una presencia constante en la zona, pero las organizaciones delictivas se reconfiguran rápidamente, aprovechando los límites fronterizos y la complicada urbanización.

Los investigadores estiman que alrededor de quince bandas operan actualmente en diversos pasillos, aunque solo tres de ellas concentran la mayor parte de las operaciones. El Clan Villalba formaba parte de este grupo reducido hasta el reciente operativo, que desmanteló su estructura central y descabezó su cadena de mando.

Los detenidos y el futuro del expediente

La causa está bajo la supervisión del Juzgado Federal N.º 11 y la Fiscalía Federal N.º 12 de la Capital. Entre los detenidos, se encuentran dos de los hermanos Villalba, considerados líderes del grupo, junto con seis hombres y tres mujeres a cargo de la logística, resguardo y distribución. El material secuestrado será sometido a peritajes químicos y balísticos mientras se investigan posibles conexiones con otros casos abiertos en Morón, Lomas de Zamora y Rosario.

Los investigadores creen que la organización podría rearmarse gracias a sus conexiones externas, por lo que el enfoque actual está en rastrear el flujo de dinero y los proveedores regionales. Es probable que en los próximos días se soliciten órdenes de detención adicionales para dos fugitivos que actuaron como intermediarios con contactos en Paraguay.

Evolución del negocio narco en la villa

El narcotráfico en el Bajo Flores ha evolucionado a lo largo de los años. Desde los primeros grupos bolivianos que dominaban el comercio de cocaína en los 90, hasta las bandas mixtas actuales, el control del territorio ha cambiado con cada operativo de las fuerzas policiales. Los Marola establecieron un modelo vertical, con total control del barrio y fuerte presencia armada. En cambio, los Villalba operan como una red de empresas familiares, más discretos, pero igual de efectivos.

El uso de construcciones legítimas como cobertura es una de las innovaciones más destacadas del caso. Fuentes judiciales explican que los cargamentos llegaban en camiones de materiales de construcción, donde se mezclaban ladrillos "contaminados" con lotes legales. Este sistema permitía mover grandes volúmenes sin generar sospechas, reduciendo el riesgo de incautaciones en los controles.

La respuesta estatal y la permanencia del problema

Los operativos recientes son parte de una estrategia más amplia del Ministerio de Seguridad y la Justicia Federal para debilitar las economías ilegales dentro de las villas. Sin embargo, las fuerzas reconocen que cada golpe lleva a un reacomodamiento de las estructuras criminales, que se dividen y se reorganizan bajo nuevos nombres. El reto consiste en mantener una presencia constante en la zona y avanzar sobre el circuito financiero, donde el dinero obtenido del narcotráfico se transforma en capital legal.

En este contexto, el caso del Clan Villalba servirá como prueba para implementar mecanismos de extinción de dominio y recuperar activos generados por actividades delictivas. El objetivo final es debilitar la capacidad económica de estas organizaciones más allá de las detenciones.

Conclusión implícita:

El operativo contra el Clan Villalba ha golpeado al actual poder narco del Bajo Flores, pero también ha revelado la rapidez con que el crimen se adapta. La caída de los Marola no supuso el fin del negocio, y es probable que la de los Villalba tampoco lo sea. En un territorio donde el control se disputa, ladrillo a ladrillo, el desafío para el Estado será evitar que un nuevo nombre asuma el control.

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