El peronismo se reacomoda ante una hipótesis de alto voltaje: “Cristina va a ir presa”

Un cónclave interno sacudió al kirchnerismo. La Corte Suprema se acerca a una definición sobre la causa Vialidad y crece el temor de que la expresidenta termine detenida. ¿Qué hará el peronismo si su jefa política pierde libertad?

Política08 de junio de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Un cónclave interno sacudió al kirchnerismo. La Corte Suprema se acerca a una definición sobre la causa Vialidad y crece el temor de que la expresidenta termine detenida. ¿Qué hará el peronismo si su jefa política pierde libertad?

No fue una reunión más. La dirigencia peronista, aún dispersa y golpeada por la derrota electoral, se convocó para analizar un escenario que hasta hace poco parecía improbable. La frase resonó entre los presentes con un tono de resignación y alarma: “Cristina va a ir presa”. Lo dijeron en voz baja, pero nadie lo desmintió.

La frase no nació de la oposición ni de una operación mediática. Surgió desde las entrañas del propio dispositivo peronista. La Corte Suprema, tras años de demoras, estaría próxima a pronunciarse sobre la causa Vialidad, donde Cristina Fernández de Kirchner ya fue condenada a seis años de prisión e inhabilitación. Si el fallo queda firme, la exmandataria quedará a un paso de la cárcel.

Entre la defensa y la estrategia

Para los más cercanos a Cristina, esto representa un intento final de proscripción política. Se preparan para dar la pelea desde lo simbólico: denunciar persecución, polarizar el escenario y activar movilización en la calle. Pero incluso entre sus leales empieza a tomar cuerpo la inquietud. Esta vez, el operativo judicial podría tener consecuencias concretas e inmediatas.

En el interior del peronismo, las señales son contradictorias. Algunos dirigentes piden “preservar a Cristina”, convencerla de no volver al centro de la escena y dejar que otros cuadros tomen la posta. Otros creen que un escenario de prisión puede convertirla en mártir, revitalizar a la militancia y forzar una nueva cohesión electoral.

El dilema de fondo es operativo: ¿qué hacer si la jefa política del espacio pierde su libertad? ¿Cómo sostener una estrategia, una identidad y una narrativa si su principal referente queda fuera del tablero por vía judicial?

La soledad del liderazgo

Cristina se muestra activa. Hace apariciones puntuales, interviene en los debates, marca el pulso ideológico del espacio. Pero su margen se achica. Los encuentros con gobernadores, como Axel Kicillof, revelan un doble movimiento: seguir liderando sin estorbar, orientar sin personalizar.

El operativo clamor ya no tiene sentido. No hay candidatura posible ni camino institucional abierto. La discusión ahora es defensiva: blindar su figura, evitar una humillación mayor, transformar la narrativa. De “la jefa” a “la perseguida”, de “la arquitecta del triunfo” a “la víctima del sistema”.

Las bases, por su parte, no están en su mejor momento. El desgaste, la derrota y la falta de perspectiva económica han vaciado de entusiasmo al kirchnerismo militante. Pero un golpe judicial de alto impacto podría volver a sacudir el tablero y forzar un cierre de filas.

El rol de la Corte y el cálculo del poder

La Corte Suprema, acusada desde hace años de cajonear causas sensibles, parece ahora dispuesta a mover sus piezas. Si decide confirmar la condena, lo hará en un contexto donde ya no hay riesgo electoral ni impacto institucional directo. Es el momento ideal para ejecutar una sentencia sin pagar costos.

El mensaje sería claro: ningún dirigente está por encima de la ley, incluso si tiene espalda política. Pero también implicaría una validación institucional de años de conflicto entre el kirchnerismo y el Poder Judicial. La decisión judicial, en este caso, no será solo técnica. Tendrá implicancias políticas profundas.

En paralelo, sectores de la oposición celebran anticipadamente. La posible prisión de Cristina es vista como la coronación de una larga batalla cultural. Pero otros se preguntan si eso no podría derivar en una reactivación peronista inesperada. Las figuras libertarias también observan con cautela: un escenario desordenado podría alterar los ejes del poder real.

Repercusiones internas

Dentro del PJ, el sacudón es inevitable. Si la Corte ratifica la condena y ordena la prisión, el partido enfrentará una disyuntiva difícil: respaldar institucionalmente a una condenada o reconfigurar su liderazgo. La cuestión no es solo ética: es estratégica.

Kicillof aparece como figura clave. Es quien conserva mejor imagen pública dentro del espacio y quien ha tejido redes con intendentes y gobernadores. Pero aún no se decide a romper el cordón umbilical con Cristina. Su candidatura —explícita o no— dependerá de cómo se mueva el tablero judicial.

El resto del peronismo se fragmenta entre quienes buscan renovar el discurso y quienes insisten en defender lo heredado. En ambos casos, el futuro de Cristina marca el ritmo. Ninguna jugada puede concretarse sin considerar el desenlace judicial.

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