Escándalo en un control de alcoholemia: una mujer acusada de homicidio desató un caos en Neuquén

Un operativo vial terminó en disturbios cuando fue reconocida una conductora imputada por un choque mortal ocurrido semanas atrás. La escena incluyó insultos, golpes y tensión con los agentes de tránsito.

Policiales17 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Detenida.

El control de alcoholemia instalado sobre la Ruta Centenario-Cinco Saltos, a la altura del barrio Villa Obrera, se desarrollaba con normalidad hasta que un vehículo intentó evadir el operativo. La maniobra llamó la atención de los agentes de tránsito y de la policía, que interceptaron de inmediato el automóvil para someter a su conductor al test correspondiente.

Dentro del coche viajaba una mujer que, al ser identificada por los inspectores, generó un estallido de indignación entre los presentes. Se trataba de la conductora que semanas atrás había protagonizado un accidente fatal: cruzó un semáforo en rojo, impactó contra otro vehículo, provocó la muerte de una joven llamada Elizabeth Martínez y se dio a la fuga. Desde entonces estaba imputada en una causa por homicidio culposo agravado.

El recuerdo de ese hecho seguía fresco en la memoria colectiva. La sola aparición de la mujer en medio de un control de tránsito público se convirtió en una chispa que encendió la tensión. Los testigos comenzaron a increparla, primero con insultos y luego con empujones. La situación escaló rápidamente cuando algunas personas la golpearon, mientras los agentes intentaban intervenir para restablecer el orden.

El operativo, que en principio buscaba garantizar la seguridad vial mediante pruebas de alcoholemia, se transformó en un escenario caótico donde se mezclaron el dolor, la bronca y la sensación de impunidad. La reacción de los vecinos y automovilistas presentes dejó en evidencia la sensibilidad social que despiertan los casos de accidentes fatales seguidos de fuga, un tema recurrente en la agenda de la seguridad vial de la región.

Los efectivos debieron redoblar esfuerzos para contener tanto a la mujer como a los manifestantes improvisados que la rodeaban. El conductor del vehículo, mientras tanto, fue sometido a la prueba de alcoholemia, aunque la atención se desplazó casi por completo hacia la pasajera y los disturbios que provocó su presencia.

La imputada, que enfrenta un proceso judicial en curso, quedó nuevamente bajo la lupa pública. Su aparición en el lugar reabrió las heridas de familiares y allegados de la víctima del accidente, que aún reclaman justicia. La indignación también creció entre quienes consideran que casos como este se repiten demasiado seguido en las calles del país, con un denominador común: la combinación letal de imprudencia, alcohol y velocidad.

El episodio también dejó un debate abierto en la comunidad. Por un lado, se cuestiona la reacción violenta de las personas que decidieron agredir a la mujer, lo que podría derivar en nuevas causas penales. Por otro, resurge la discusión sobre los tiempos de la Justicia y la sensación de que los procesos por accidentes viales fatales suelen avanzar lentamente, prolongando el sufrimiento de las familias de las víctimas.

El escándalo del control de alcoholemia de Villa Obrera es, en definitiva, un reflejo de esa tensión entre la necesidad de justicia, la bronca social acumulada y la obligación del Estado de garantizar el orden sin permitir linchamientos. Lo ocurrido dejó una imagen impactante: la de una imputada por un hecho mortal expuesta frente a vecinos y automovilistas que, al reconocerla, decidieron expresar su indignación con violencia.

El caso seguirá sumando capítulos en la arena judicial, pero lo vivido durante el operativo vial demuestra hasta qué punto la sociedad se encuentra sensibilizada frente a la inseguridad vial y las tragedias evitables. La mezcla de bronca, dolor y desconfianza en la Justicia volvió a estallar en la ruta, en una escena que difícilmente se borre de la memoria de quienes la presenciaron.

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