Villarruel visitó una fábrica en el Día de la Industria y fue repudiada por el sindicato

La vicepresidenta fue recibida en una planta de neumáticos por sindicalistas que criticaron al Gobierno por su política de erosión de empleos.

Política02 de septiembre de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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La vicepresidenta Victoria Villarruel.

La vicepresidenta Victoria Villarruel protagonizó un momento cargado de tensiones durante una visita a una fábrica de neumáticos en San Fernando con motivo del Día de la Industria Nacional. Fue recibida por trabajadores del sindicato SUTNA que la repudiaron con un comunicado formal, acusando al Gobierno de “atacar deliberadamente los puestos de trabajo” y consideraron su presencia como provocativa.

Durante la visita institucional, Villarruel fue acompañada por el secretario general del Sindicato Único del Neumático (SUTNA), Alejandro Crespo, en el predio fabril. Sin embargo, el ambiente rápidamente se tensionó cuando los sindicalistas entregaron un desafiante comunicado en el que expresaron que su presencia “merece el mayor de los repudios”. Denunciaron que las decisiones económicas de la Casa Rosada —en particular la apertura de importaciones y el achicamiento de la industria local— están poniendo en jaque miles de empleos.

El contexto es aún más delicado: el país atraviesa una recesión y muchas fábricas enfrentan caída de la producción, mientras nuevos aumentos en tarifas y costos operativos golpean el sector productivo. En este escenario, el acto de Villarruel fue interpretado como un mensaje hueco y provocador hacia quienes impulsan la industria desde la planta.

La situación quedó documentada en imágenes donde Villarruel aparece acompañada del dirigente Crespo, visiblemente incómoda ante la tensión política y social del momento.

El episodio es un reflejo claro de la creciente desconexión entre el Gobierno libertario y el mundo sindical. En un día clave para la industria, la presencia de la vicepresidenta activó alertas sobre un avejentado entorno laboral que se siente ignorado. Lo que debería haber sido un impulso simbólico al sector productivo terminó convertido en señal de fragilidad política y de la distancia entre las paredes de las fábricas y los pasillos del poder.

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