Interna en La Libertad Avanza: el karinismo enfrenta críticas por la injerencia de una consultora ligada a Caputo

El oficialismo libertario atraviesa su primera gran crisis partidaria tras el cierre de listas. Las quejas por la intervención de una consultora vinculada a Santiago Caputo en campañas locales profundizaron las tensiones con el sector que responde a Karina Milei. El conflicto expone la fragilidad del armado y abre interrogantes sobre la unidad del espacio de cara al futuro electoral.

Política28 de septiembre de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Karina y Santiago

La tensión dentro de La Libertad Avanza (LLA) se hizo visible luego de que sectores internos denunciaran la intervención de una consultora ligada a Santiago Caputo en la campaña de distintas provincias. Las críticas apuntaron al rol del “karinismo”, el grupo que responde directamente a Karina Milei, hermana del presidente y secretaria general de la Presidencia, por haber permitido y respaldado la influencia externa en el armado territorial.

Lo que comenzó como un murmullo en redes sociales y grupos militantes terminó escalando a los medios nacionales. El cierre de listas y la disputa por los espacios de poder funcionaron como catalizadores de una interna que ya estaba latente desde los primeros meses de gestión. Hoy, el oficialismo libertario se enfrenta a una fractura entre dos almas: el bloque institucional y territorial, liderado por Karina, y el ala más vinculada a la estrategia comunicacional y digital, que gira en torno a Santiago Caputo.

La intervención de la consultora

El detonante fue la aparición de la consultora Move Group, señalada por dirigentes locales como la encargada de diseñar estrategias de comunicación y campañas para LLA en provincias como Neuquén, Río Negro y algunas localidades del conurbano bonaerense. La firma estaría vinculada a Santiago Caputo, principal asesor del presidente en materia política y comunicación.

Los cuestionamientos no se centran únicamente en el costo económico de contratar una consultora externa, sino en el trasfondo político: para muchos militantes, la delegación del manejo de redes y mensajes en una empresa contradice el espíritu original del movimiento libertario, que nació desde las bases digitales y el activismo espontáneo en redes sociales.

Además, la intervención se dio en paralelo a un cierre de listas que favoreció al bloque territorial: dirigentes como Eduardo “Lule” Menem y Carlos Pareja lograron ubicar candidatos propios en lugares estratégicos, desplazando a sectores más jóvenes o cercanos al ala virtual. Esto fue leído como un doble golpe: pérdida de poder en el armado y pérdida de autonomía comunicacional.

Karina Milei y la defensa del armado territorial

Frente a las críticas, Karina Milei salió a respaldar públicamente al sector territorial. En un comunicado interno y luego en declaraciones a periodistas, sostuvo que la definición de candidatos corresponde al partido y que la coordinación de campaña requiere orden y coherencia. “No se puede improvisar cuando está en juego el futuro del país”, habría dicho en privado.

Con ese gesto, Karina buscó dar un cierre a la polémica. Sin embargo, el efecto fue contrario: el respaldo explícito a un sector dejó en evidencia la fractura interna y consolidó la percepción de que el “karinismo” opera como un bloque de poder que centraliza las decisiones, incluso por encima de la voluntad de las bases digitales que fueron clave en el ascenso libertario.

El rol de Santiago Caputo

El nombre de Santiago Caputo vuelve a aparecer en el centro de la escena. Aunque oficialmente no ocupa cargos públicos, su influencia en el gobierno es reconocida por propios y ajenos. Caputo fue señalado como el “arquitecto en las sombras” de la campaña presidencial y el principal estratega detrás del discurso de Javier Milei.

Su relación con Karina es ambivalente: en ocasiones aparecen alineados, en otras compiten por la atención del presidente y el control del aparato partidario. La consultora vinculada a su entorno, al intervenir en campañas locales, reavivó viejas tensiones con el bloque de Karina y sus operadores más cercanos.

Para los críticos, Caputo mantiene un doble juego: se presenta como asesor externo, pero en la práctica decide aspectos centrales del gobierno y ahora también de la interna partidaria. Esa dualidad es la que alimenta la desconfianza de militantes y dirigentes territoriales.

Los reclamos del ala virtual

El sector conocido como la “tropa digital” o ala joven de LLA fue el primero en denunciar la injerencia de la consultora. Militantes que en 2021 y 2023 trabajaron de manera voluntaria en redes sociales para instalar el discurso libertario sienten que están siendo desplazados por profesionales contratados, que además no comparten la lógica disruptiva del movimiento.

En sus mensajes, apuntan a la contradicción: “Nosotros pusimos el cuerpo para que este proyecto llegue a la Casa Rosada y ahora nos reemplazan con consultoras del establishment”. El malestar crece porque perciben que el movimiento que nació como outsider empieza a reproducir las mismas prácticas de la política tradicional.

El bloque territorial y su ascenso

Mientras tanto, el bloque territorial consolida su poder. En el cierre de listas, logró ubicar a referentes en secciones clave de Buenos Aires y provincias donde LLA no tenía estructura propia. Su argumento es que sin una base territorial organizada es imposible competir con las maquinarias del peronismo y el radicalismo en elecciones intermedias.

Karina Milei avala esta lógica: considera que el futuro del proyecto libertario depende de tener representantes en concejos deliberantes, legislaturas provinciales y municipios. Para ella, la militancia digital es necesaria pero insuficiente para consolidar poder real.

Un conflicto que trasciende lo interno

La interna libertaria no es solo una disputa de egos o métodos. Refleja una tensión más profunda entre dos modelos de construcción política: uno basado en la espontaneidad digital y otro en la institucionalización partidaria.

La primera etapa del mileísmo se apoyó fuertemente en la épica virtual: memes, videos virales, transmisiones en vivo y un estilo confrontativo que conectó con miles de jóvenes desencantados. Pero el salto al poder obligó a transitar hacia un esquema más tradicional, con recursos económicos, consultoras y armado territorial.

Ese tránsito genera fricciones inevitables. Muchos sienten que la frescura original se diluye y que el movimiento corre el riesgo de convertirse en “un partido más”. Otros, en cambio, sostienen que sin esa profesionalización el proyecto está condenado a la inestabilidad.

Repercusiones externas

La oposición sigue de cerca estas tensiones. Para el peronismo y el radicalismo, la interna libertaria es una oportunidad para exponer la falta de cohesión del oficialismo. Los analistas subrayan que estas disputas, de hacerse públicas, pueden erosionar la imagen de Milei como líder fuerte y disciplinado.

En paralelo, sectores empresariales observan con preocupación que la pelea interna afecte la capacidad del gobierno de sostener su programa económico. Si el presidente se ve obligado a mediar entre facciones en pugna, podría perder capital político para impulsar reformas estructurales en el Congreso.

Escenarios posibles

El futuro de la interna libertaria dependerá de la capacidad de Karina y Caputo para encontrar un equilibrio. Tres escenarios se perfilan:

Consolidación del karinismo: Karina logra imponerse, el bloque territorial se fortalece y la tropa digital queda relegada.
Reparto de poder: se acuerda un esquema en el que Caputo retiene influencia en comunicación y Karina controla el armado territorial, con un pacto tácito de no agresión.

Ruptura abierta: la interna escala y deriva en la salida de dirigentes o militantes descontentos, debilitando la cohesión del espacio.

La interna de La Libertad Avanza revela la dificultad de un movimiento joven para transformarse en partido de gobierno sin perder identidad. El choque entre el karinismo y el bloque vinculado a Caputo no es solo una disputa de nombres: es la traducción política de la tensión entre la lógica de las redes y la necesidad de construir poder real en los territorios.

Por ahora, la crisis sigue contenida. Pero cada movimiento interno será leído como un test sobre la estabilidad del oficialismo y la capacidad del mileísmo de proyectarse más allá del entusiasmo inicial.

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