
Las filtraciones sobre el enviado presidencial Steve Witkoff —incluyendo asesoramiento a Rusia sobre cómo halagar a Donald Trump—, junto con el escándalo en la BBC tras la salida forzada de un periodista para no incomodar al mandatario, exponen un patrón: la diplomacia y la comunicación global orbitan cada vez más alrededor del ego presidencial.












