Venezuela y sus misiles: Maduro apuesta a la militarización en medio del colapso económico

En el Día de la Independencia, Maduro anunció el desarrollo de misiles y drones con apoyo extranjero. Las declaraciones reavivan las preocupaciones por una escalada armamentista mientras el país continúa sumido en una profunda crisis social, económica y diplomática.

Mundo06 de julio de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Nicolás Maduro

Durante el desfile por el aniversario de la independencia venezolana, Nicolás Maduro sorprendió al anunciar que el país desarrollará misiles, antimisiles, drones y antidrones “con tecnología propia”. Con un tono desafiante, aseguró que “nadie se meta con Venezuela o morderá el polvo de una terrible derrota”, reviviendo una retórica bélica que contrasta con el colapso estructural que enfrenta su población.

El discurso no fue improvisado. Forma parte de una estrategia deliberada para reforzar la defensa nacional, consolidar alianzas militares externas y enviar un mensaje de poder y autonomía. Sin embargo, la elección de priorizar el gasto militar en un país que sufre escasez crónica de alimentos, medicamentos y combustible, expone una tensión central en el modelo venezolano.

 
Una revolución militarizada

Maduro insiste en que la defensa aérea es clave para preservar la independencia. Pero el verdadero telón de fondo es una economía en ruinas, con servicios colapsados, migración masiva y salarios pulverizados por la inflación. En ese contexto, la apuesta por desarrollar armamento propio y sofisticado despierta más sospechas que entusiasmo.

Frase destacada:

“Invertimos en misiles, no en pan para el pueblo.”

No es la primera vez que Venezuela se alinea con regímenes que le proveen apoyo estratégico, tecnológico y armamentístico. En los últimos años se ha profundizado la colaboración con potencias extranjeras para reforzar el aparato militar y crear una narrativa de resistencia ante supuestas amenazas externas.

 
El vínculo con Irán: más que una alianza

La alianza entre Caracas y Teherán no es nueva. Se ha consolidado durante décadas bajo una lógica común: desafiar la hegemonía occidental. En el plano práctico, esa cooperación se traduce en transferencia tecnológica, apoyo logístico y asistencia en materia de defensa.

Venezuela ha recibido ayuda energética, asistencia para reparar refinerías, cooperación agroindustrial y —según se denuncia en ámbitos diplomáticos— presencia de técnicos y asesores vinculados al desarrollo de armamento. El discurso de Maduro no hizo más que oficializar un proceso que ya está en marcha desde hace tiempo.

 
Una economía militarizada, un pueblo empobrecido
Mientras el gobierno se enfoca en proyectar poder, la realidad del venezolano promedio es otra. Los servicios básicos colapsan, la hiperinflación devora los salarios y el exilio se convierte en única alternativa para millones. A pesar de todo eso, el Estado sigue priorizando recursos para sostener su aparato militar.

Frase destacada:

“La revolución del siglo XXI se construye con misiles, no con diálogo.”

El contraste entre el discurso grandilocuente y la precariedad cotidiana es tan marcado que el mensaje de Maduro parece más orientado al exterior que a su propio pueblo. Se trata de una declaración de poder hacia los actores internacionales más que una propuesta de futuro para los venezolanos.

 
Riesgos regionales

El mensaje de Maduro resuena con fuerza en el tablero geopolítico. América Latina, una región tradicionalmente alejada de los conflictos armados, observa con preocupación la posibilidad de que se instale un polo militar altamente tecnificado en el norte del continente. Las consecuencias podrían ser múltiples: desde tensiones diplomáticas hasta un eventual reacomodamiento de alianzas regionales.

Frase destacada:

“Nadie se meta con Venezuela” no es solo una advertencia: es una doctrina.

La militarización de Venezuela, alimentada por alianzas estratégicas y una narrativa antiimperialista, plantea interrogantes profundos sobre el futuro de la región. ¿Se trata de una política de defensa o de una escalada para sostener el poder interno?

 
Entre la guerra y la supervivencia

El desafío para el régimen de Maduro es evidente. Puede persistir en una lógica de confrontación armada o retomar el camino del diálogo y la reconstrucción. La primera opción refuerza el control, la segunda exige concesiones. Hasta ahora, ha optado por lo primero.

El problema es que esa vía profundiza el aislamiento internacional, agudiza la crisis humanitaria y posterga indefinidamente la recuperación. La población, mientras tanto, queda atrapada entre una retórica de soberanía y una realidad de miseria.

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