“Ladrón, ladrón”: la explosión de Gustavo Costas en el final épico de Tigre sobre Racing

En sólo tres minutos, Tigre dio vuelta el partido en Avellaneda con dos goles agónicos sancionados por el VAR. Costas iracundo estalló hacia el árbitro tras la polémica del penal y su grito quedó grabado para la historia.

Deporte16 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Racing vs Tigre.

Tres minutos que valen todo un campeonato. Así, el Matador revirtió un resultado adverso en el Cilindro, provocando la furia de Gustavo Costas, que explotó declarativamente y fue expulsado mientras gritaba “ladrón” contra el árbitro. Un desenlace demencial que deja a Racing sin respuestas y a Tigre brindando un golpe de efecto inolvidable.

El estadio explotó. Racing creía tener el control con un gol tempranero y un rival disminuido, pero el fútbol tiene reglas propias. Dos aciertos tardíos del visitante volcaron el encuentro —el penal polémico revisado por el VAR y la expulsión que lo precedió demarcaron el quiebre— y dejaron al técnico de la Academia en el centro de la tormenta.

El jueves por la noche, el Cilindro de Avellaneda se convirtió en el escenario de una de las jornadas más dramáticas del Torneo Clausura. Racing se puso en ventaja con un sólido tanto de Adrián Balboa. Todo parecía controlado, hasta que el desenlace hizo trizas los planes de la Academia.

El punto de giro llegó con la expulsión de Franco Pardo, que dejó al equipo con un hombre menos. Eso preparó el terreno para lo que ocurrió minutos después: un centro al área, una jugada revisada por el VAR —a cargo del árbitro Darío Herrera y Fernando Echenique— terminó en penal por sujeción. Braian “Chaco” Martínez lo transformó en gol. Pero lo increíble estaba por venir: Ignacio Russo, apenas unos minutos más tarde, anotó el segundo tanto que desató la locura visitante.

Mientras los hinchas de Tigre celebraban en masa, Gustavo Costas cruzó los límites de la indignación. Gritó “ladrón, ladrón” hacia el árbitro con tal intensidad que fue expulsado. Su reacción fue el espejo perfecto de una noche en que el asombro y la frustración se combinaron en una mezcla explosiva.

Tigre, por su parte, aprovechó cada segundo. Con eficiencia y aprovechando el desorden defensivo, sacó dos goles del sombrero. Fue un 2-1 inesperado y demoledor que le permitió escalar posiciones en la tabla y alimentar su confianza . Mientras tanto, Racing quedó herido, con cuestionamientos a sus estrategias y sin margen para error antes de lo que viene en la Copa Libertadores.

El impacto fue brutal. No solo por el resultado, sino por el timing: unos minutos que se sienten como una eternidad, en los que un partido entero puede definirse. La calentura de Costas objetivizó ese momento: una reacción visceral que expuso el drama vivencial del enfrentamiento, la impotencia ante determinaciones arbitrales irreversibles y el peso del resultado.

En apenas tres minutos, un partido entero fue reescrito. El fútbol es así: imprevisible, implacable. Costas volcó su frustración en un grito que hoy arma parte de la memoria colectiva del torneo. Y Tigre se marchó de Avellaneda no solo con los tres puntos, sino con el aura de una faena inolvidable. Se supo que un golpe así no se olvida.

 
 

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