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Un ataque a sangre fría en un local de zona sur reabre el debate sobre la violencia armada en los barrios
Policiales29 de septiembre de 2025El lunes 29 de septiembre de 2025, en un barrio donde las tardes solían transcurrir entre cortes de pelo y charlas de vecinos, la violencia irrumpió de manera brutal. Pasadas las seis de la tarde, un desconocido ingresó a una barbería ubicada en la esquina de Almagro y La Bastilla, pidió hablar con un cliente, sacó un arma y disparó varias veces. La víctima, Ángel Álvarez, de 22 años, cayó herida de muerte al suelo mientras el atacante escapaba en una camioneta negra estacionada en la puerta. En cuestión de minutos, el bullicio habitual del local fue reemplazado por gritos y sirenas.
La barbería, un escenario convertido en escena del crimen
La barbería en cuestión era un pequeño local de barrio decorado con posters de figuras futbolísticas y bandas de rock. Allí trabajaban dos barberos jóvenes que atendían a clientes habituales. El 29 de septiembre, además de los vecinos que esperaban su turno, estaba Ángel Álvarez, un joven del barrio que se cortaba el pelo allí desde niño. La calma se rompió cuando un hombre de mediana edad, vestido con ropa oscura y gorra, cruzó la puerta con paso decidido. Pidió por “Angelito”, como lo llamaban sus amigos, y sin mediar palabras sacó un arma calibre 9 mm. Testigos relataron que el agresor disparó a quemarropa contra el joven, impactándolo en el pecho.
En el local quedó un reguero de sangre y una serie de casquillos que la policía de la Comisaría 2ª Sur y la DDI levantó como pruebas Tras los disparos, el atacante se subió a una camioneta tipo van que lo aguardaba con el motor en marcha y se fugó a toda velocidad. La reacción fue instantánea: un vecino llamó al 911, otro sujetó a Ángel por la espalda tratando de contener la hemorragia, mientras los barberos y clientes salían a la calle conmocionados.
La víctima: un joven con sueños y arraigo barrial
Ángel Álvarez tenía 22 años y vivía a pocos metros de la barbería. Según relataron sus familiares a la policía, trabajaba como ayudante de albañil durante la semana y, en sus ratos libres, entrenaba fútbol con amigos en una canchita cercana . Se había mudado al barrio La Bastilla con su madre y sus dos hermanos menores hacía seis años. Conocido por su sonrisa y su predisposición a ayudar, era un cliente habitual del local donde lo mataron.
Fuentes policiales señalaron que no tenía antecedentes penales ni vínculos con bandas delictivas. Su vida giraba en torno al trabajo y a su familia. En el velorio, su madre sostuvo: “Mi hijo era un laburante, no tenía problemas con nadie. No entiendo por qué le hicieron esto”. Sus amigos lo despidieron con un mural improvisado en la esquina del crimen, con velas y flores. La tragedia no solo arrebató una vida joven; también derrumbó la sensación de seguridad de una comunidad que consideraba la barbería como un lugar neutral y seguro.
La investigación policial: un ataque planificado
Desde el inicio, los investigadores descartaron la hipótesis de un robo. Ni el agresor ni su cómplice buscaron dinero o celulares de las víctimas. Entraron directamente a ejecutar al joven y se marcharon. Esta metodología llevó a la fiscalía a caratular la causa como “homicidio agravado” y a sospechar de un ajuste de cuentas personal. Efectivos de la DDI analizaron las imágenes de las cámaras de seguridad del local y de la zona, en las que se observa a dos hombres estacionando una camioneta negra, ingresando al comercio y huyendo tras el ataque.
El fiscal a cargo del caso explicó que el arma utilizada era un pistola 9 mm y que el disparo ingresó en el torso de la víctima, provocando una herida letal .También se constató que Ángel fue trasladado de urgencia al Hospital Doctor René Favaloro, donde ingresó en estado crítico y falleció pese a las maniobras de reanimación.
Los investigadores se entrevistaron con familiares y amigos de la víctima para conocer sus vínculos. Surgió una pista: una discusión reciente con un conocido del barrio por una cuestión sentimental. Esa línea, sin embargo, no fue confirmada oficialmente. Otra posibilidad es que Ángel haya sido confundido con otra persona o que el ataque estuviera vinculado a un conflicto ajeno, ya que, según testigos, el agresor buscó a “Angelito” por su sobrenombre. Los familiares niegan cualquier relación con bandas o delitos.
La huida y la búsqueda del asesino
La camioneta utilizada en la fuga era un Fiat Torino de color oscuro, con vidrios polarizados. Testigos lograron anotar la patente y la policía difundió su registro para buscarla en la ciudad y en las localidades cercanas. Vecinos aseguraron que la camioneta había pasado varias veces por la zona en días previos, como si alguien estuviera estudiando los movimientos de la barbería. La brigada de Homicidios desplegó un operativo para rastrear el vehículo, revisando cámaras de peaje y rutas de acceso a la ciudad.
Al cierre de esta nota, no había detenidos. La fiscalía no descartaba la posibilidad de que el atacante se haya escapado hacia otra provincia. “Estamos trabajando con distintas hipótesis y no vamos a descartar ninguna línea investigativa. Se trata de un crimen planificado que no deja dudas sobre su intencionalidad”, indicó un vocero policial. Se esperaba que el análisis de los casquillos hallados y las pericias balísticas permitieran identificar el arma y vincularla con otros hechos delictivos.
El temor de los barberos y comerciantes
El asesinato generó pánico entre los trabajadores y comerciantes de la zona. Las barberías, peluquerías y despensas son espacios comunitarios donde se cruzan generaciones y se tejen vínculos de confianza. El hecho de que un sicario ingrese a matar a un cliente a plena luz del día puso en alerta a todos. “Antes no había problemas, uno venía tranquilo, se sentaba y charlaba con el peluquero. Ahora siento miedo”, confesó Javier, un joven que frecuenta la misma barbería.
Los barberos del local aún no se recuperan del shock. Uno de ellos, que prefirió no dar su nombre, contó que tuvo que atender a la víctima tras el disparo y que se quedó con la imagen de Ángel en la cabeza. “Este lugar era como una segunda casa para él. Todavía no lo puedo creer”, dijo con la voz quebrada. La barbería decidió cerrar por duelo y para reforzar su seguridad. Muchos negocios de la calle Almagro instalaron cámaras y solicitaron más presencia policial.
Barberías en la mira: un fenómeno en crecimiento
El crimen de Ángel Álvarez no es un caso aislado. En los últimos años se registraron en Buenos Aires y en otras provincias varios hechos violentos en barberías. En abril de 2024, un peluquero de Lanús fue asesinado delante de su hijo por dos motochorros que le robaron 3.000 pesos y una cadena; en junio de 2023, en Rosario, un hombre armado irrumpió en una barbería y disparó contra un cliente a quien buscaba ajustar cuentas. Estos episodios revelan que los locales de corte de pelo se han vuelto escenarios de violencia, ya sea por robos, por ajustes de cuentas o por problemas personales.
Especialistas en seguridad señalan que las barberías cumplen un rol social que las hace vulnerables: son puntos de encuentro, lugares informales de reunión donde transitan distintos sectores de la comunidad. “Quien entra y dispara sabe que hallará a su víctima sentada, con poca capacidad de reacción”, explica un criminólogo consultado. Además, muchos de estos locales están en barrios sin patrullaje constante, lo que facilita la fuga de los atacantes. La modalidad de balear a alguien en espacios públicos viene en aumento y demuestra un nivel de impunidad preocupante.
El barrio y la construcción de lazos comunitarios
La barbería de la esquina de Almagro y La Bastilla era un centro de sociabilidad. Allí se discutía sobre fútbol, se escuchaba trap y cumbia, y se compartían noticias del barrio. La violencia irrumpió en un espacio que simbolizaba identidad y pertenencia. “No es solo la vida de Ángel; es la vida de todos, porque nos robaron un lugar seguro”, dice Daniela, una vecina que pasa por allí a diario. Los vecinos organizaron marchas y reuniones con las autoridades municipales para pedir mayor seguridad y cámaras en puntos estratégicos.
El barrio ha cambiado en los últimos años. Construcciones nuevas conviven con casas bajas; algunos jóvenes se dedican al comercio informal y otros buscan trabajo fuera de la ciudad. La pandemia debilitó la economía local y generó tensiones. En ese contexto, la barbería era un refugio. La muerte de Ángel genera un sentimiento de pérdida colectiva y, a la vez, exige respuestas. Muchos se preguntan si en la provincia de Buenos Aires la violencia cotidiana se ha naturalizado.
Los silencios y el lenguaje de los sicarios
En este crimen, como en otros, el silencio juega un papel importante. El asesino entró, nombró a su víctima, disparó y se fue sin robar ni decir nada más. El lenguaje fue la violencia pura. Estos modus operandi son característicos de los homicidios premeditados. El hecho de que el agresor se hubiera tomado el tiempo de saber el nombre de su objetivo indica premeditación.
Las investigaciones señalan que, en los últimos dos años, aumentaron los homicidios por encargo en la provincia de Buenos Aires. Bandas narco, grupos de usurpadores y hasta conflictos personales se resuelven de esta manera. Este fenómeno, que antes era asociado a lugares como Rosario, parece haberse extendido a otras zonas de la provincia. La utilización de armas de grueso calibre y la fuga en vehículos preparados son otras características de estos crímenes.
Una reflexión sobre la violencia y la justicia
Este crimen reabre el debate sobre la capacidad del Estado para proteger a los ciudadanos y sobre la eficacia de las políticas de seguridad. La familia de Ángel exige justicia, pero también reclama que se trabaje para prevenir situaciones similares. “No queremos que el nombre de mi hijo se repita en un titular. Queremos que no haya más Ángel Álvarez”, expresó su madre.
Los comerciantes del barrio sostienen que necesitan mayor presencia policial y programas sociales que integren a los jóvenes. Algunas organizaciones barriales promueven actividades culturales y deportivas como forma de alejar a la juventud de la violencia. La pregunta de fondo es cómo reconstruir el tejido social y recuperar los espacios comunes como lugares seguros.
Un cierre y un pedido de memoria
La barbería donde Ángel Álvarez fue asesinado permanece cerrada. La persiana pintada con graffiti ahora tiene colgados carteles que exigen justicia. Los vecinos colocan velas y flores en la puerta, y se organizan para acompañar a la familia. Mientras tanto, la investigación sigue su curso y el atacante continúa prófugo. La sensación de desprotección se mezcla con la necesidad de recordar a la víctima no como un número en las estadísticas, sino como un joven con sueños que se truncaron de manera brutal.
La historia de Ángel es un espejo de muchas otras vidas atravesadas por la violencia. En un país donde los homicidios dolosos aumentaron en el último lustro, cada muerte convoca a repensar los mecanismos de prevención y la responsabilidad colectiva. Que el crimen haya sucedido en una barbería, un lugar asociado a la confianza y la identidad, potencia la sensación de pérdida. Honrar la memoria de Ángel implica también trabajar para que los barrios vuelvan a ser espacios de encuentro y no de miedo.
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