El Xeneize se impuso 3-0 frente a Independiente Rivadavia en el Malvinas Argentinas y rompió una seguidilla de doce partidos sin victorias. La noche marcó un desahogo colectivo para el plantel y los hinchas.
Deporte17 de agosto de 2025
Alejandra Larrea
Boca necesitaba un triunfo urgente y lo consiguió en Mendoza. El equipo dirigido por Miguel Ángel Russo derrotó 3-0 a Independiente Rivadavia y logró poner fin a una racha de 120 días sin victorias, la peor en la historia reciente del club. El resultado fue más que un simple triunfo: significó alivio, desahogo y un cambio de aire en medio de un semestre que venía siendo cuesta arriba.
El inicio del encuentro estuvo cargado de tensión. La presión de los hinchas se sentía incluso antes del pitazo inicial, con banderas y cánticos que pedían actitud y compromiso. El mensaje era claro: la camiseta de Boca exige entrega. En ese contexto de máxima exigencia, el equipo salió al campo con la obligación de ganar y de mostrar una versión diferente a la que venía arrastrando en los últimos partidos.
El primer gol llegó tras una jugada desafortunada para el arquero de Independiente Rivadavia, que terminó empujando la pelota dentro de su propio arco. Ese tanto en contra abrió el partido y le dio a Boca la confianza que necesitaba para soltarse. Con la ventaja a su favor, el Xeneize comenzó a manejar los tiempos y a jugar con mayor tranquilidad, aprovechando la velocidad de sus extremos y la presencia ofensiva en el área.
El segundo gol fue obra de Ezequiel Zeballos, que apareció con precisión en el momento justo para ampliar la diferencia. Su tanto fue un grito de desahogo, tanto para él como para el plantel, que llevaba meses acumulando frustraciones. Boca ya no solo ganaba en el marcador, sino que también recuperaba la sensación de superioridad que había perdido en la seguidilla de partidos sin festejos.
El tercero llegó en los minutos finales y fue convertido por Alan Velasco, quien cerró la goleada con un remate potente que desató la euforia en la tribuna visitante. Con ese gol, Boca selló un triunfo incuestionable y disipó cualquier intento de reacción del equipo mendocino. La imagen final fue la de un conjunto que, tras mucho tiempo, volvió a disfrutar dentro de la cancha.
La victoria tuvo varios condimentos que la hacen especial. En primer lugar, porque cortó la racha de doce partidos sin triunfos, una marca negativa que se había convertido en una sombra pesada para el club. En segundo lugar, porque llegó con una actuación convincente, con solidez defensiva y contundencia en ataque. Y en tercer lugar, porque se dio en un estadio repleto de hinchas que acompañaron a pesar de las malas.
Independiente Rivadavia, por su parte, nunca encontró la forma de hacer pie en el partido. Si bien intentó reaccionar tras el primer gol, la falta de ideas ofensivas y las desatenciones en la última línea lo dejaron sin chances ante un Boca que, a diferencia de otras noches, no perdonó. La derrota deja al conjunto mendocino en una posición complicada en la tabla, sin poder aprovechar su localía para sumar puntos clave.
En lo futbolístico, Boca mostró señales de mejora. La defensa respondió cada vez que fue exigida y el mediocampo logró sostener el ritmo de juego sin ceder terreno. En ataque, la eficacia fue la gran diferencia, con jugadores que supieron capitalizar las oportunidades y liquidar el encuentro en los momentos precisos. Fue un triunfo trabajado pero también contundente, que devuelve la confianza perdida.
El festejo final reflejó lo que significó esta victoria para todo el mundo Boca. Los abrazos entre los jugadores, los gestos de desahogo del cuerpo técnico y la celebración de los hinchas dejaron en claro que el resultado va mucho más allá de los tres puntos. Es el inicio de un nuevo capítulo, uno en el que el equipo intentará dejar atrás las dudas y volver a ser protagonista en el torneo.
Lo que viene será determinante. Boca buscará confirmar esta recuperación en su próxima presentación ante Banfield y demostrar que la goleada en Mendoza no fue un hecho aislado, sino el punto de partida para un segundo semestre diferente. El desafío será sostener la intensidad, corregir los errores que aún persisten y mantener la mentalidad ganadora que mostró en esta ocasión.
En el Malvinas Argentinas, Boca no solo rompió una racha negativa: recuperó el alma competitiva que lo define. El triunfo frente a Independiente Rivadavia fue, más que nada, una declaración de que sigue de pie y con la ambición intacta de volver a pelear arriba.
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