Nvidia rompe todos los récords: supera los 4,5 billones de dólares y despierta el debate sobre una posible burbuja

La compañía líder en inteligencia artificial se convirtió en la primera en alcanzar los 4,5 billones de dólares de valor bursátil. Su ascenso meteórico reconfigura el mapa global de la tecnología y desata interrogantes sobre la sostenibilidad de una expansión sin precedentes.

Investigación06 de octubre de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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El vértigo bursátil de Nvidia parece no tener freno. En apenas cinco años, la empresa pasó de ser un proveedor de procesadores gráficos a convertirse en el epicentro de la nueva economía de la inteligencia artificial. Su cotización, que ahora supera los 4,5 billones de dólares, la transformó en la empresa más valiosa del planeta, por encima de Apple, Microsoft y Saudi Aramco.

El salto no fue un golpe de suerte. El auge global de la IA disparó la demanda por sus chips, especialmente los utilizados en centros de datos, modelos de lenguaje y sistemas de automatización industrial. Cada nuevo anuncio de alianza o desarrollo tecnológico empuja aún más la curva ascendente. Pero detrás de la euforia, crece una pregunta: ¿estamos ante una revolución real o frente a una nueva burbuja tecnológica?

El ascenso imparable de un gigante

Desde comienzos de año, las acciones de Nvidia se revalorizaron a un ritmo casi inédito en la historia del mercado moderno. Su papel en la expansión de la inteligencia artificial es tan central que los inversores la consideran un “monopolio técnico” dentro del sector. Sus chips de arquitectura avanzada son el corazón de los sistemas de entrenamiento de IA más potentes del mundo y su ecosistema de software se convirtió en un estándar industrial.

En paralelo, la empresa fortaleció su posición estratégica con una agresiva política de expansión: acuerdos con fabricantes globales, inversiones cruzadas en startups de IA y una red de socios que incluye a las principales compañías tecnológicas del planeta. Ese entramado le permitió no solo crecer en ingresos, sino dominar el relato financiero de una época donde la inteligencia artificial marca el rumbo económico.

El liderazgo de Jensen Huang, su fundador y CEO, también juega un papel simbólico. Con un discurso que mezcla visión futurista y pragmatismo financiero, logró posicionar a Nvidia como algo más que un fabricante de hardware: una empresa que diseña el andamiaje de la próxima revolución tecnológica.

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La sombra de la sobrevaloración

Sin embargo, el vertiginoso ascenso genera inquietud incluso entre los analistas más optimistas. El valor de la acción se multiplicó por más de diez en menos de cuatro años, y las expectativas de ganancias a futuro son tan elevadas que cualquier desaceleración podría tener un efecto dominó.

El mercado parece moverse entre dos emociones opuestas: la fascinación por la capacidad innovadora de Nvidia y el temor a que su crecimiento esté impulsado más por la fe que por los fundamentos. La comparación con las grandes burbujas tecnológicas del pasado resurge en cada análisis.

Aun así, los datos muestran que la empresa mantiene márgenes operativos excepcionales, con una rentabilidad muy por encima del promedio del sector. Los ingresos por ventas de chips para centros de datos, inteligencia artificial generativa y sistemas autónomos siguen creciendo a doble dígito trimestre tras trimestre. Esa capacidad de generar flujo de caja la diferencia de otras compañías infladas por la especulación.

Un símbolo del nuevo capitalismo tecnológico

Más allá de los números, Nvidia encarna la narrativa de una época. Representa el paso definitivo del capitalismo digital al capitalismo de la inteligencia artificial. Sus chips son la infraestructura invisible sobre la que se levantan los nuevos modelos de negocio, desde la automatización industrial hasta los algoritmos de creación de contenido.

Esa centralidad tecnológica también le otorga un poder económico inédito. Los movimientos bursátiles de Nvidia arrastran al resto del mercado: cuando sube, impulsan a sus competidores; cuando cae, tiembla Wall Street. La compañía no solo domina un sector, sino que influencia el ánimo global de los inversores.

En ese contexto, algunos economistas consideran que más que una burbuja, Nvidia representa una redefinición de valor: el precio que los mercados están dispuestos a pagar por el control de la tecnología que cambiará el siglo. Otros advierten que, como toda historia de éxito extremo, el exceso de confianza puede ser el primer paso hacia una corrección abrupta.

Camino a los cinco billones

Las proyecciones más ambiciosas apuntan a que Nvidia podría alcanzar los cinco billones de dólares antes de que termine el próximo año, siempre que mantenga su dominio en el mercado de chips y su expansión hacia la computación cuántica y los modelos de IA soberanos.

Pero el desafío es mayúsculo. Las tensiones regulatorias entre Estados Unidos y China, las nuevas normativas antimonopolio y la competencia emergente en chips especializados pueden frenar su impulso. Además, la demanda global de hardware enfrenta cuellos de botella que podrían limitar la capacidad de producción en los próximos trimestres.

Aun así, la empresa sigue apostando fuerte: inversiones en nuevos centros de diseño, diversificación hacia software y servicios en la nube, y una estrategia que busca convertir a Nvidia en el equivalente del “sistema operativo” de la inteligencia artificial.

El mercado observa con expectación. Si el crecimiento se sostiene, el récord de los cinco billones será cuestión de tiempo. Si se frena, el golpe será un test de realidad para todo el sector tecnológico.

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