Estados Unidos bombardea puerto estratégico en Yemen: más de 80 muertos y tensión creciente en Medio Oriente

El ataque aéreo contra el puerto de Ras Isa, controlado por los hutíes, dejó decenas de muertos y heridos. Washington asegura que busca cortar el financiamiento rebelde, pero la ofensiva podría profundizar la crisis humanitaria y escalar el conflicto regional.

Mundo19 de abril de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Yemen

La madrugada del viernes fue devastadora para la población costera de Hodeida. Estados Unidos lanzó una serie de ataques aéreos contra el puerto de Ras Isa, una infraestructura clave controlada por los rebeldes hutíes. Las primeras estimaciones hablan de más de 80 muertos y más de 170 heridos. Entre ellos, civiles, trabajadores portuarios y personal de emergencia.

La ofensiva fue justificada como un intento de frenar el financiamiento de los hutíes, que, según Washington, utilizan la venta ilegal de combustible para sostener sus operaciones militares. Pero las imágenes que comenzaron a circular muestran depósitos incendiados, estructuras colapsadas y cadáveres entre los escombros.

El puerto de Ras Isa no es un objetivo menor. Su importancia económica para la región lo convierte en un punto estratégico. Su destrucción impactará directamente en la ya frágil economía local y en el abastecimiento de productos esenciales como el combustible y los alimentos.

Tras el bombardeo, los hutíes anunciaron represalias. Lanzaron misiles en dirección a Israel, que fueron interceptados antes de causar daños, y aseguraron haber derribado un dron estadounidense sobre el mar Rojo. La respuesta marca una nueva etapa de escalada militar en un conflicto que ya involucra múltiples frentes.

Desde marzo, la administración norteamericana intensificó su presencia militar en la región con una serie de ataques dirigidos contra objetivos hutíes. El argumento: proteger la navegación internacional y contener a las milicias aliadas a Irán. Sin embargo, el saldo de las operaciones está cada vez más marcado por el sufrimiento civil.

Yemen atraviesa una de las peores crisis humanitarias del mundo. El cierre de puertos, la destrucción de infraestructuras y la caída del comercio agravan un escenario donde millones de personas dependen de ayuda externa para sobrevivir.

El ataque no solo complica la situación en Yemen. Tensa las relaciones entre potencias globales y actores regionales. Irán condenó la ofensiva, mientras que en Medio Oriente crece la desconfianza hacia una estrategia que, lejos de pacificar, parece empujar a una nueva ronda de enfrentamientos.

El puerto de Ras Isa representaba una salida económica vital para Yemen. Su destrucción es también simbólica: señala que las soluciones diplomáticas están lejos y que la lógica bélica se impone sobre cualquier intento de paz duradera.

Distintos sectores advierten que estas acciones pueden fortalecer el relato de los grupos rebeldes y aumentar el reclutamiento entre jóvenes radicalizados, que ven en estos bombardeos la confirmación de un enemigo externo que oprime a su pueblo.

Los expertos en geopolítica alertan que, en ausencia de una mediación seria, el conflicto podría arrastrar a nuevos países, intensificar la rivalidad entre bloques y hacer colapsar lo poco que queda del frágil equilibrio en la región.

Mientras tanto, los organismos humanitarios denuncian trabas para ingresar al área bombardeada, dificultando la asistencia a los heridos y la recuperación de cuerpos. El impacto psicológico y sanitario en la población es incalculable.

En el terreno político, la medida genera divisiones. Algunos gobiernos occidentales acompañan la ofensiva, otros guardan silencio, y un tercer grupo empieza a cuestionar la legalidad y eficacia de este tipo de ataques.

La falta de una estrategia clara para contener el conflicto y generar condiciones para el diálogo abre la puerta a un ciclo de violencia prolongado. Cada acción genera una reacción. Y cada reacción, una nueva amenaza.

Estados Unidos afirma que sus operaciones son quirúrgicas. Pero en Yemen, el costo se mide en vidas. Las ruinas humeantes del puerto son testimonio de una intervención que dejó marcas que no se borran con comunicados oficiales.

La región asiste a un juego peligroso de represalias cruzadas. Las milicias se fortalecen, los civiles sufren, y la paz se aleja. La historia reciente muestra que las soluciones militares, sin respaldo político ni reconstrucción, solo profundizan los conflictos.

La comunidad internacional permanece dividida. Algunos actores llaman a la contención. Otros presionan para una intervención más contundente. Pero lo cierto es que Yemen está al borde del abismo, y la ofensiva sobre Ras Isa puede empujarlo definitivamente.

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