Una escalada inédita EEUU se mete en la guerra

La ofensiva más agresiva contra las instalaciones nucleares iraníes puso en jaque al equilibrio estratégico en Medio Oriente. Desde la bomba penetrante hasta las reacciones diplomáticas, el mundo quedó en vilo ante una escalada de consecuencias todavía imprevisibles.

Mundo22 de junio de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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La madrugada del 22 de junio de 2025 quedará marcada como un punto de quiebre geopolítico. Estados Unidos desplegó su arsenal más sofisticado para atacar objetivos clave del programa nuclear iraní. El epicentro: la instalación subterránea de Fordow, considerada hasta entonces impenetrable. El objetivo: frenar el avance de Irán hacia la bomba atómica. El resultado: una escalada militar y diplomática con derivaciones aún en desarrollo.

Lo que empezó como una ofensiva quirúrgica se transformó en el evento militar más audaz desde la invasión a Irak. La operación no solo puso a prueba la capacidad ofensiva estadounidense, sino también la reacción de un Irán que ahora evalúa sus próximos movimientos.

La operación: precisión quirúrgica y despliegue global

El operativo se denominó en clave “Martillo de Medianoche”. En él participaron bombarderos furtivos, submarinos con misiles de crucero y una red de drones y cazas como apoyo táctico. La pieza central fue el uso del Massive Ordnance Penetrator (MOP), una bomba de 30 mil libras diseñada para perforar instalaciones subterráneas reforzadas.

La ofensiva alcanzó tres objetivos principales: Fordow, Natanz e Isfahán. En todos los casos, se buscó deshabilitar las instalaciones de enriquecimiento de uranio, los sistemas de sensores nucleares y los centros logísticos del programa atómico. Aunque no se revelaron cifras oficiales, se confirmó que las instalaciones sufrieron daños estructurales graves.

El ataque fue ejecutado sin previo aviso público. El gobierno estadounidense justificó la acción como una medida “preventiva y proporcional” frente a avances técnicos del programa iraní que, según informes confidenciales, habrían cruzado límites establecidos informalmente por la comunidad internacional.

Los blancos del ataque

Fordow era el principal objetivo. Construido bajo más de 80 metros de roca sólida, albergaba centrifugadoras avanzadas y se consideraba invulnerable a ataques convencionales. La bomba penetrante alcanzó la instalación tras ser guiada por sistemas satelitales de precisión. A nivel superficial, los daños fueron visibles; a nivel subterráneo, se estima que las explosiones interrumpieron las líneas de operación.

En Natanz, las explosiones afectaron salas de procesamiento y áreas de almacenamiento de uranio. En Isfahán, los impactos se dirigieron a los centros de conversión de material nuclear, lo que dejó inactiva una parte crítica del ciclo nuclear iraní.

La respuesta de Irán

Horas después del ataque, Irán activó el protocolo de defensa en todo su territorio. Las fuerzas armadas fueron puestas en máxima alerta, se reforzó el patrullaje aéreo y se bloquearon accesos a sitios estratégicos. La retórica oficial fue contundente: “Responderemos por todos los medios disponibles”.

Sin embargo, hasta el momento Irán no ha respondido con un contraataque directo. La estrategia parece ser otra: esperar, reorganizar fuerzas y evaluar cómo y cuándo responder. En el tablero regional, esto deja abiertas varias rutas: desde la acción directa con misiles hasta ataques por terceros actores.

Impacto regional y global

El ataque tuvo una onda expansiva diplomática inmediata. Gobiernos del Golfo Pérsico activaron protocolos de defensa y pidieron a Estados Unidos “máxima contención”. Europa inició gestiones diplomáticas para evitar una escalada mayor, mientras China y Rusia elevaron el tono en organismos multilaterales.

El estrecho de Ormuz, paso de un tercio del petróleo global, fue señalado como posible escenario de represalias. Aunque no hubo bloqueos, aumentó el despliegue naval en la zona y se reactivaron planes de contingencia energética a nivel mundial.

El mercado reaccionó de forma inmediata: subas en el precio del crudo, caída de bonos de deuda en la región, y fortalecimiento del oro como activo refugio. También se encarecieron las primas de seguro marítimo en el Golfo.

 
La nueva realidad

Más allá del éxito táctico de la operación, la pregunta clave es si Estados Unidos logró su objetivo estratégico. El programa nuclear iraní sufrió un golpe importante, pero los conocimientos técnicos y la infraestructura restante permiten su recuperación. Esto convierte al ataque en un freno temporal, no en una solución definitiva.

Otro aspecto a considerar es el desgaste económico y militar. Las armas utilizadas no solo son costosas, sino también limitadas en número. Reponerlas demanda tiempo y recursos. Lo mismo ocurre con la logística necesaria para sostener una ofensiva prolongada.

El equilibrio regional también cambió. Irán ha perdido parte de su disuasión, pero no su capacidad de daño. Su red de aliados en Líbano, Siria, Irak y Yemen permanece activa. La posibilidad de ataques indirectos a intereses de EE.UU. o Israel sigue latente.

En este contexto, el rol de terceros actores se vuelve fundamental. Europa puede actuar como mediador, mientras China busca posicionarse como árbitro alternativo al liderazgo occidental. Turquía, por su parte, mantiene un discurso ambiguo y espera reposicionarse según cómo evolucione el conflicto.

 
Lo que sigue

Estados Unidos considera que cumplió su objetivo militar inmediato. Sin embargo, también entiende que lo hecho puede ser el inicio de una nueva etapa más inestable. Por eso, ha redoblado la presencia militar en Medio Oriente y sostiene contactos permanentes con sus aliados.

Irán, por su parte, evalúa su margen de maniobra. Sus voceros insisten en que no quedarán sin respuesta, pero han optado por no atacar de forma abierta. Esto puede ser una señal de prudencia o parte de una estrategia de dilación.

El mundo, mientras tanto, observa con preocupación. Las Naciones Unidas piden desescalada. Las potencias se posicionan. Y la posibilidad de una guerra abierta, aunque contenida por ahora, sigue siendo real.

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