Fumata negra en el Cónclave: la Iglesia sigue sin nuevo Papa

El humo oscuro volvió a teñir de incertidumbre al Vaticano tras una jornada sin acuerdo. La diversidad de posturas entre los cardenales complica la elección del sucesor de Francisco.

Mundo07 de mayo de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Fumata Negra

Sin consenso en la Capilla Sixtina
La espera continúa. Este miércoles 7 de mayo, el Vaticano fue nuevamente testigo de la tradicional señal que marca la ausencia de acuerdo en el Cónclave. A las 15:50 hora local en Roma, una espesa fumata negra se elevó desde la chimenea de la Capilla Sixtina, confirmando que los 133 cardenales reunidos no lograron alcanzar el consenso necesario para elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica.

El procedimiento es claro: para ser elegido Papa, un candidato debe obtener al menos dos tercios de los votos. La humareda negra, resultado de la quema de las papeletas junto con productos químicos específicos, significa que ninguno alcanzó ese umbral en esta ronda de votación.

El anuncio visual, que se pudo ver en todo el mundo a través de transmisiones en directo, generó una mezcla de expectativa y desilusión en la Plaza de San Pedro, donde miles de fieles y turistas se habían congregado para presenciar el histórico momento.

Una Iglesia dividida en la búsqueda de su guía
La fumata negra no es solo un dato ceremonial. Refleja también la compleja realidad interna que atraviesa la Iglesia en este siglo XXI. Tras la renuncia de Benedicto XVI y el papado de Francisco, marcado por su tono reformista y su acercamiento a las periferias, el Colegio Cardenalicio se enfrenta a una encrucijada.

En las primeras deliberaciones quedó expuesta la existencia de varias corrientes en pugna. Por un lado, están quienes aspiran a continuar con la línea aperturista y pastoral del papa Francisco, privilegiando una Iglesia cercana a los excluidos, abierta a los debates contemporáneos y menos centrada en las formas. Por otro, se ubican los sectores que reclaman un retorno a posturas más tradicionales, defendiendo la doctrina y la identidad frente a lo que consideran una excesiva modernización.

Entre ambas posiciones, hay un grupo significativo de cardenales que apuestan por un perfil moderado. Buscan un candidato de equilibrio, capaz de unir las distintas sensibilidades y de reorientar la Iglesia sin rupturas.

Esa diversidad, sin embargo, por ahora ha resultado en bloqueo. La fumata negra de hoy fue la confirmación visible de esas diferencias.

Expectativa en Roma y en el mundo
En la Plaza de San Pedro, donde las cámaras de todo el planeta enfocaban cada movimiento de la chimenea, la reacción fue inmediata. El murmullo generalizado se mezcló con rezos y gestos de resignación. La falta de acuerdo dejó en claro que el Cónclave podría extenderse varios días más.

Para la Iglesia Católica, cada jornada sin decisión tiene un peso simbólico. La silla de Pedro vacante deja al Vaticano en un tiempo de reflexión y de espera que suele movilizar tanto a fieles como a analistas y autoridades políticas de todo el mundo.

Mientras los cardenales regresaban a la Casa Santa Marta para meditar y evaluar posibles consensos, el Vaticano informó que las votaciones continuarán mañana. Está previsto que se realicen dos sufragios por la mañana y dos por la tarde hasta que se alcance la mayoría requerida.

Un escenario abierto y cargado de tensión
La elección del próximo Papa no será sencilla. Más allá de las especulaciones, lo cierto es que el cónclave está marcado por un contexto global desafiante. La guerra en Ucrania, la creciente secularización en Europa, la expansión de nuevas iglesias en Asia y África y los escándalos internos que han sacudido al Vaticano en los últimos años son solo algunas de las variables que condicionan esta elección.

Los cardenales son plenamente conscientes de que el nuevo pontífice deberá combinar carisma, fortaleza doctrinal y capacidad de gestión. Pero también entienden que el perfil elegido enviará un mensaje claro sobre la orientación futura de la Iglesia.

La fumata negra no cerró puertas, pero sí confirmó que no hay unanimidad sobre hacia dónde debe ir el catolicismo en los próximos años.

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