San Cayetano tras la fe, con el pulso de los tiempos: “Por este camino hay menos pan, trabajo, paz y libertad”

En un mundo marcado por la crisis económica y social, los fieles se congregan para pedir por pan, trabajo, paz y libertad. Como cada 7 de agosto, Liniers se convierte en escenario de plegarias, justicia social y reclamos urgentes.

Actualidad07 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Por este camino hay menos pan, trabajo, paz y libertad”

Bajo el lema “Con San Cayetano, todos hermanos”, miles de personas llegaron al santuario del patrono del trabajo y la providencia en Liniers para renovar sus plegarias. El contexto no es cualquiera: en medio de una creciente crisis económica, el sacerdote Juan Carlos Molina reflexiona sobre la necesidad de sumar el reclamo por la libertad a la tradicional súplica por el pan y el trabajo.

Desde temprano, la vigilia se inundó de fervor y rostros expectantes. Gente de todos los rincones del país peregrinó al templo, buscando una puerta de esperanza colectiva que reflejara sus necesidades más urgentes.

Fe y justicia en tiempos difíciles
No se trata solo de pedir, sino de entender la fe como un motor de transformación. “No se trata de magia, esto es juntos, es poner el hombro”, aseguró Molina a quienes aguardaban en la fila. Su mensaje apuntó a un reclamo más amplio: no basta con la devoción si el sistema sigue relegando a quienes más lo necesitan.

Ese “poner el hombro” resuena entre los peregrinos que cargan velas, espigas y rezos. No solo imploran por sustento, sino por equidad, justicia y dignidad.

La movilización como exigencia concreta
Este año, el Santuario no solo recibe oraciones: convoca una movilización hacia Plaza de Mayo. Organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos —desde la UTEP hasta la CGT y las CTA— marchan bajo consigna clara: reivindicar el derecho al pan, al trabajo, a la tierra, al techo y a la paz.

Esa furia colectiva busca visibilizar una realidad cruda: el modelo económico vigente margina en lugar de contener, y muchos sienten que el camino elegido amenaza los cimientos de sus vidas.

Cuando la misa se convierte en clamor
Desde los altares, el sacerdote Molina expuso otra verdad incómoda: “Nadie es libre si no somos todos libres”, dijo. La libertad que reclaman los fieles no es abstracta ni individual: es la capacidad de tener una vida digna, junto a otros, en comunidad.

Ese planteo se volvió slogan implícito entremedio de plegarias y tags: libertad social, justicia compartida, esperanza en cada rostro.

Sin pan, sin trabajo, sin paz
La devoción y la política convergen cuando el pan se vuelve escaso, el trabajo, frágil, y la paz, un pasado lejano. El clamor se repite: “menos pan, menos trabajo, menos paz y libertad”. No es una protesta, es un grito colectivo apuntando a una vía donde la dignidad no sea un lujo.

Ese grito retumba más fuerte en contextos donde la informalidad laboral se adueña de la realidad y la economía empuja hacia el abismo.

Iglesia, sociedad y grieta política
La confluencia en el santuario trasciende lo religioso: es también un mensaje para el poder. La Jornada atraviesa una grieta institucional donde voces eclesiásticas y sociales se vuelven protagonistas de la narrativa pública, en contraste con un gobierno que recorta y redefine las prioridades estatales.

El enfoque es claro: la fe no se resigna, pero exige coherencia y respuestas.

Historia que renueva sentido
La devoción a San Cayetano llegó a Buenos Aires de la mano de Mama Antula y se consolidó en tiempos de crisis. Hoy, la espiga de trigo ya no solo simboliza pan: es testimonio fiel de resistencia popular.

Los peregrinos no solo reviven una tradición: le dan sentido, enraizado en la memoria colectiva y encendido por la urgencia actual.

El santuario como escenario de demanda social
Cada 7 de agosto el santuario no duerme. Este año, bajo sombras largas y expectativas grandes, el templo se convirtió en un espacio para visibilizar el hambre que cruza barrios y el desamparo laboral que golpea familias.

Entre rezos, testimonios y consignas, el lugar hizo palpable la tensión entre fe y frustración.

¿Qué sigue tras la demanda espiritual?
La jornada en Liniers es más que ritual: es punto de partida para nuevas protestas, mayor presencia callejera y reclamos de políticas públicas efectivas. El desafío será si el Estado escolta ese pulso con soluciones concretas o lo ignora.

La marcha que ya se dirige hacia Plaza de Mayo es tanto una oración como una advertencia activa.

Una jornada para sentir que se puede juntos
La liturgia fue colectiva, el reclamo también. “Esto es juntos”, repitió Molina: una frase que define esta jornada festiva y política. San Cayetano, entonces, se vuelve no solo objeto de veneración, sino símbolo de solidaridad en tiempos nuevos.

En esas calles, toda plegaria contiene voluntad de cambio.

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