Calor extremo, ruta mortal: corredor italiano muere en los Juegos Mundiales

Mattia Debertolis, atleta italiano de orientación, falleció en Chengdu tras colapsar en pleno recorrido bajo temperaturas que superaban los 40 °C. Su deceso reaviva el debate sobre la seguridad en pruebas deportivas de alta exigencia.

Deporte12 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Calor extremo.

Una carrera de mapas y brújulas, exigente desde lo físico y mental, se vio truncada por el implacable calor. Mattia Debertolis, con apenas 29 años, colapsó durante una prueba de media distancia en los Juegos Mundiales de Chengdu. En ese momento, el mercurio rozaba cifras extremas, difíciles incluso para él, un atleta acostumbrado a defender cada señal como si fuera una meta.

Su caída fue el trazo más dramático de un recorrido pensado para explorar territorios, pero que acabó transformando un sueño deportivo en una tragedia que golpeó el corazón de sus compañeros y de quienes creen que no todo en el deporte vale —sobre todo cuando el organismo ya no puede dar más.

El 8 de agosto, bajo un sol ardiente, Debertolis inició su prueba de orientación. Un trayecto demandante, donde cada paso requiere fuerza física, precisión y decisión: no es solo correr, sino hacerlo leyendo el terreno. En ese contexto, las temperaturas alcanzaron picos de hasta 43 °C, una velocidad de calor capaz de quebrar a cualquiera, incluso al más entrenado. Pronto, el atleta se desplomó, sin aviso, en medio del mapa y la exigencia.

Fue hallado inconsciente y trasladado con urgencia a un hospital de Chengdu, donde pasó varios días luchando por su vida. Finalmente, este martes, su cuerpo no resistió más. Junto a su familia y al equipo italiano, sintió la cercanía solidaria de dirigentes y de la comunidad de orientación. Pero la pregunta que queda flotando no es solo por qué terminó así, sino cómo evitar que vuelva a ocurrir.

Al conocerse su fallecimiento, los organizadores anunciaron una revisión de los protocolos: qué hacer si una prueba expone a atletas a condiciones extremas sin escalas de protección. Detrás de esa revisión hay algo más que logística: hay un límite que el deporte nunca debería desdibujar, por muy olímpico o mundial que sea.

La desaparición de Debertolis nos confronta con la eterna tensión entre el límite humano y la exigencia atlética. De la carrera solo quedó la sombra de un calor que marcó el paso final a un deportista y, sin él, también dejó en evidencia que, más allá del talento, el cuerpo tiene un techo. Y que, sin respeto por ese límite, incluso un trazado pensado para ganar puede convertirse en una línea final.

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