Un taxi ignoró la barrera y fue embestido por un tren en Flores

Flores despertó con sobresalto en una mañana que prometía tranquilidad: un taxi creyó tener tiempo para avanzar, cruzó con las barreras bajas y fue violentamente embestido por una formación del tren. El impacto fue tan brutal que el auto terminó incrustado contra una barrera peatonal, y sus ocupantes huyeron sin esperar consecuencias.

Desde algún rincón del barrio, un silencioso banderillero había advertido el peligro, pero la impaciencia se impuso. En cuestión de segundos, una maniobra temeraria se transformó en una escena caótica que paralizó el tránsito, alteró el servicio ferroviario y dejó un mensaje sobre el límite entre el atajo y la tragedia.

La secuencia tuvo lugar antes del amanecer en la intersección de avenida Nazca con Bacacay. Un Fiat Cronos, perteneciente a un taxi, se abalanzó sobre las vías pese a que las barreras estaban bajas y el tren circulaba con normalidad. La formación que transitaba hacia Moreno lo impactó de lleno, lanzándolo con violencia hacia una estructura de contención pensada para evitar desbordes entre el paso peatonal y las vías.

A raíz de la fuerza del choque, el automóvil hizo un trompo y quedó con la trompa destrozada, aunque su parabrisas resistió el golpe. Lo más sorprendente fue la reacción de los ocupantes: ambulantes, sin esperar ni siquiera evaluar el daño, escaparon del lugar por las vías. Se difundió que uno de ellos se excusó diciendo que bajaba a buscar “los papeles del auto”, aunque esa explicación duró apenas unos segundos en el ambiente denso de confusión que siguió.

Mientras el tránsito se interrumpía y el servicio del tren se demoraba por completo, el taxi fue removido por bomberos. El sistema ferroviario logró reanudarse pasada un breve lapso, pero el recuerdo de la escena quedó impreso en las calles y memorias de quienes lo presenciaron.

En una esquina donde la rutina suele respirar entre semáforos y trenes, esta mañana soberbia se interrumpió por un instante de imprudencia. El límite entre decisiones apresuradas y consecuencias imprevisibles nunca estuvo más claro.

En apenas unos segundos, un acto irreverente transformó una mañana cualquiera en un episodio que resonó en el barrio. El escape del conductor y su acompañante selló una huida abrupta de responsabilidades. En Flores, el sonido del impacto quedó resonando más allá del claxon del tren: fue un recordatorio de que el reloj puede correr más rápido que el extremo riesgo que a veces desafían las personas.