🇮🇱 ISRAEL ACUSA A HAMÁS DE ROMPER EL ACUERDO DE INTERCAMBIO TRAS ENTREGAR SOLO CUATRO CUERPOS DE REHENES

El ministro de Defensa Israel Katz advirtió que la entrega parcial constituye una violación grave del pacto alcanzado con mediadores internacionales. Las tensiones amenazan con fracturar el frágil alto el fuego mientras crece la presión interna sobre el gobierno de Netanyahu.

Medio Oriente13 de octubre de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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La tregua entre Israel y Hamás, frágil y vigilada por mediadores internacionales, enfrenta su primera crisis desde que comenzó la liberación de rehenes. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, acusó al grupo islamista de incumplir los términos del acuerdo al entregar únicamente cuatro cuerpos de ciudadanos israelíes, de los veintiocho comprometidos.

La declaración encendió las alarmas dentro del gabinete de guerra israelí. Katz fue tajante al afirmar que “cualquier retraso o evasión deliberada” será considerado una violación del pacto y traerá “consecuencias proporcionales”. Su advertencia resonó en un contexto donde cada gesto diplomático se traduce en movimiento militar.

 
Un acuerdo bajo tensión
El pacto, mediado por Egipto, Qatar y Estados Unidos, establecía un intercambio simultáneo: Israel debía liberar prisioneros palestinos mientras Hamás devolvía tanto a los rehenes vivos como los cuerpos de quienes habían muerto en cautiverio. Las primeras fases se cumplieron con relativa calma. Sin embargo, la entrega incompleta de cadáveres alteró el delicado equilibrio del proceso.

Fuentes del entorno militar israelí sostienen que Hamás busca ganar tiempo para reacomodar posiciones en la Franja de Gaza y consolidar su poder político interno antes de cumplir la totalidad de lo pactado. En Jerusalén, en cambio, la interpretación es más directa: se trata de una maniobra de presión para obtener nuevas concesiones en materia de reconstrucción y asistencia humanitaria.

El resultado es un escenario de desconfianza mutua. Mientras las familias israelíes reclaman la repatriación total de los restos de sus seres queridos, las organizaciones palestinas denuncian que Tel Aviv utiliza la cuestión humanitaria como excusa para mantener bloqueos y controles sobre la ayuda internacional.

 
Katz endurece el tono
Israel Katz, conocido por su línea dura y su cercanía con los sectores más conservadores del Likud, decidió no dejar espacio a la ambigüedad. Según trascendió, elevó un informe al gabinete de seguridad advirtiendo que la falta de cumplimiento “pone en riesgo todo el esquema de intercambio y abre la puerta a un retorno de las hostilidades”.

El ministro exige que los mediadores garanticen la entrega inmediata del resto de los cuerpos y que Hamás cumpla las cláusulas en los plazos fijados. Su postura recibió apoyo de parte del ala militar del gobierno, que interpreta cualquier incumplimiento como una humillación ante la opinión pública israelí.

En paralelo, voces dentro del propio gabinete temen que una respuesta excesiva reactive el conflicto a gran escala. La sociedad israelí, aún marcada por las pérdidas humanas y el costo económico de la guerra, no parece dispuesta a sostener una nueva ofensiva prolongada.

 
Silencios en Gaza y preocupación internacional
Del lado palestino, Hamás guarda silencio oficial. Los voceros del grupo solo confirmaron que “los restos entregados corresponden a rehenes fallecidos en bombardeos israelíes”, evitando precisar el destino de los demás cuerpos. Las agencias humanitarias que operan en Gaza reconocen que los sistemas de identificación y transporte de restos se encuentran colapsados tras meses de hostilidades, pero Israel no acepta esa explicación.

Los mediadores —Egipto, Qatar y Estados Unidos— trabajan para contener el deterioro del proceso. Temen que un nuevo quiebre frene el resto de los compromisos humanitarios, como el acceso de combustible y alimentos a los hospitales gazatíes y la reconstrucción de los corredores de ayuda. Cada día que pasa sin nuevas entregas aumenta la posibilidad de un colapso político del acuerdo.

 
Un equilibrio precario
El incidente pone a prueba la estrategia del primer ministro Benjamin Netanyahu, que apostó a mostrar resultados concretos ante la sociedad israelí después de meses de presión por parte de las familias de los rehenes. La entrega parcial amenaza con diluir los logros obtenidos y dejar al gobierno nuevamente en el centro de la crítica interna.

La ecuación es compleja: si Israel responde con firmeza militar, podría destruir los puentes diplomáticos recién abiertos; si no lo hace, corre el riesgo de aparecer débil ante un enemigo que históricamente capitaliza cada grieta política en Jerusalén. Katz encarna esa tensión: un ministro que busca autoridad frente a un escenario que se desmorona, con la sombra del pasado y el peso de la opinión pública sobre cada decisión.

Por ahora, la calma se sostiene sobre una cuerda floja. Los cuerpos de cuatro rehenes regresaron a Israel, pero el duelo nacional permanece abierto. El resto del acuerdo —y quizás el propio alto el fuego— depende de lo que Hamás haga en las próximas horas.

La tregua entre Israel y Hamás, frágil y monitorizada por mediadores internacionales, enfrenta su primer desafío desde el inicio de la liberación de rehenes. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, acusó al grupo islamista de no cumplir con los términos del acuerdo, ya que solo ha entregado cuatro de los veintiocho cuerpos israelíes comprometidos.

Esta declaración ha generado preocupación en el gabinete de guerra israelí. Katz fue contundente al afirmar que “cualquier retraso o evasión deliberada” se considerará una violación del pacto y tendrá “consecuencias proporcionales”. Su advertencia resuena en un contexto donde cada acción diplomática puede derivar en movimientos militares.

Un acuerdo bajo tensión

El pacto, mediado por Egipto, Qatar y Estados Unidos, estipulaba un intercambio simultáneo: Israel liberaría prisioneros palestinos mientras Hamás devolvería tanto a los rehenes vivos como los cuerpos de quienes habían muerto en cautiverio. Aunque las primeras fases se llevaron a cabo con relativa tranquilidad, la entrega incompleta de cadáveres ha puesto en jaque el delicado equilibrio del proceso.

Fuentes militares israelíes sugieren que Hamás está tratando de ganar tiempo para reestructurar su poder en la Franja de Gaza antes de cumplir con lo acordado. En Jerusalén, la percepción es más directa: se considera que esta es una táctica de presión para obtener más concesiones en temas de reconstrucción y asistencia humanitaria.

Esto ha creado un ambiente de desconfianza mutua. Las familias israelíes exigen la repatriación completa de los cuerpos de sus seres queridos, mientras que organizaciones palestinas afirman que Israel utiliza la cuestión humanitaria como pretexto para mantener bloqueos y controles sobre la ayuda internacional.

Katz endurece el tono

Israel Katz, conocido por su postura intransigente y su cercanía a sectores conservadores del Likud, ha decidido evitar cualquier ambigüedad. Se ha informado que presentó un informe al gabinete de seguridad señalando que el incumplimiento “pone en riesgo todo el esquema de intercambio y podría reavivar las hostilidades”.

El ministro exige a los mediadores que garanticen la entrega inmediata de los cuerpos restantes y que Hamás respete los plazos establecidos. Esta postura cuenta con el apoyo del ala militar del gobierno, que interpreta cualquier incumplimiento como una humillación ante la opinión pública israelí.

Al mismo tiempo, hay preocupación en el gabinete sobre la posibilidad de que una respuesta militar excesiva reactive el conflicto a gran escala. La sociedad israelí, aún con las cicatrices de pérdidas humanas y el impacto económico de la guerra, no parece dispuesta a tolerar otra ofensiva prolongada.

Silencios en Gaza y preocupación internacional

Por el lado palestino, Hamás ha permanecido en silencio oficial. Los portavoces del grupo solo confirmaron que “los restos entregados corresponden a rehenes fallecidos en bombardeos israelíes”, sin aclarar el destino de los otros cuerpos. Las agencias humanitarias en Gaza reconocen que los sistemas de identificación y transporte de restos están colapsados tras meses de conflicto, pero Israel no acepta esa justificación.

Los mediadores —Egipto, Qatar y Estados Unidos— están trabajando para evitar un deterioro del proceso. Tienen miedo de que un nuevo quiebre detenga el cumplimiento de otros compromisos humanitarios, como el suministro de combustible y alimentos a los hospitales de Gaza y la reconstrucción de los corredores de ayuda. Cada día sin nuevas entregas incrementa la posibilidad de un colapso político del acuerdo.

Un equilibrio precario

Este incidente pone a prueba la estrategia del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien busca presentar resultados concretos ante la sociedad israelí tras meses de presión de las familias de los rehenes. La entrega parcial podría diluir los logros alcanzados y colocar al gobierno nuevamente bajo la lupa de la crítica interna.

La situación es complicada: una respuesta militar firme por parte de Israel podría destruir los puentes diplomáticos recién establecidos, mientras que no actuar podría hacerle parecer débil ante un enemigo que históricamente se aprovecha de las divisiones políticas en Jerusalén. Katz encarna esta tensión, buscando reafirmar su autoridad en un entorno que se desmorona, cargando con el peso de la opinión pública en cada decisión.

Por ahora, la calma se mantiene en un equilibrio precario. Cuatro rehenes han regresado a Israel, pero el duelo nacional perdura. El futuro del acuerdo —y posiblemente del alto el fuego— depende de las acciones de Hamás en las próximas horas.

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