El mundo despidió al Papa Francisco en un funeral histórico en el Vaticano

Miles de fieles y líderes de todo el planeta se reunieron para rendir homenaje al primer Papa argentino. La ceremonia combinó recogimiento, sencillez y una profunda emoción colectiva. La despedida del pontífice se vivió como un evento de alcance universal, cargado de simbolismo y devoción.

Mundo26 de abril de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Funeral de Papa Francisco

Una ceremonia marcada por la emoción y la sencillez
El funeral del Papa Francisco se celebró en la mañana del sábado 26 de abril, en la majestuosa Plaza de San Pedro.

Desde la noche anterior, miles de fieles habían acampado en las inmediaciones del Vaticano para asegurar un lugar en la ceremonia.

Las calles de Roma lucieron colmadas de peregrinos, muchos de ellos portando banderas de distintos países.

La misa fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, en cumplimiento del pedido expreso de Francisco de que su funeral fuera sobrio.

El féretro, de madera sencilla, fue trasladado en una procesión breve hasta el altar dispuesto en la explanada de la Basílica.

A lo largo del recorrido, los fieles lanzaron flores blancas y azules, en homenaje a la devoción mariana del Papa.

Las lecturas y los cantos litúrgicos estuvieron marcados por la sobriedad, evitando cualquier exceso ceremonial.

El cardenal Re destacó en su homilía el legado de Francisco como "artesano de la paz" y "testigo de la esperanza para los pobres".

La Plaza de San Pedro, colmada, se mantuvo en un silencio impresionante durante los momentos centrales de la ceremonia.

Más de 250.000 personas asistieron de manera presencial, y millones siguieron el evento a través de transmisiones televisivas y digitales.

 
La presencia de líderes mundiales
Entre los asistentes se contaron jefes de Estado, primeros ministros, miembros de familias reales y líderes de organizaciones internacionales.

Estuvieron presentes el presidente de Estados Unidos, el mandatario francés, el presidente de Ucrania y los reyes de España, entre otros.

La presencia de representantes de todas las confesiones religiosas fue otro de los aspectos destacados de la jornada.

El ambiente general era de recogimiento y respeto, sin grandes discursos ni proclamas políticas.

Algunos líderes extranjeros depositaron coronas de flores al pie del féretro antes de la ceremonia.

El evento también contó con la participación de personas en situación de vulnerabilidad, invitados especiales por deseo de Francisco.

Entre los asistentes se vio a migrantes, refugiados, personas sin hogar y representantes de pueblos indígenas.

Se trató de una despedida acorde al estilo pastoral que caracterizó al pontífice durante todo su ministerio.

La disposición de los asistentes en la Plaza fue ordenada por bloques, priorizando la presencia de delegaciones oficiales y organizaciones sociales.

La Basílica de San Pedro permaneció abierta toda la noche previa, permitiendo el último homenaje a los fieles que se acercaron.

 
El emotivo momento final
Tras la homilía, se realizó un breve rito de despedida en latín, respetando las tradiciones funerarias papales.

Luego se procedió a trasladar el féretro hasta su lugar de sepultura, siguiendo la voluntad del Papa de un entierro sencillo.

El cuerpo de Francisco fue depositado en la Basílica de Santa María la Mayor, fuera de las criptas tradicionales del Vaticano.

Se trató de un gesto que reafirmó su vocación de humildad y su cercanía al pueblo.

Durante el traslado, la multitud acompañó rezando el Padrenuestro en distintos idiomas.

Se vivieron escenas de emoción profunda, con fieles llorando y abrazándose entre sí.

El canto del Salve Regina despidió al cortejo, mientras sonaban discretamente las campanas de San Pedro.

No hubo discursos posteriores ni saludos protocolares; todo se mantuvo dentro del marco litúrgico.

La atmósfera de la ceremonia fue de recogimiento austero, alejada de las fastuosidades que acompañaron a otros funerales papales.

Esta despedida consolidó la imagen de Francisco como un Papa cercano a los últimos y comprometido con las causas de los marginados.

 
La llegada tardía de Javier Milei
El presidente argentino, Javier Milei, viajó a Roma para asistir a la ceremonia en representación oficial de su país.

Sin embargo, su arribo al Vaticano se produjo apenas minutos antes del inicio de la misa, en medio de un visible operativo de seguridad.

La llegada retrasada no pasó desapercibida entre los asistentes ni entre los cronistas apostados en la Plaza.

El ingreso de Milei fue rápido y sin declaraciones a la prensa, siguiendo el protocolo establecido.

A pesar de la demora, ocupó un lugar destacado en la primera fila de autoridades.

Compartió ubicación con la primera ministra italiana y otros líderes de países especialmente vinculados a la figura del Papa Francisco.

La comitiva argentina fue reducida, cumpliendo con el pedido de la Santa Sede de limitar el número de invitados oficiales.

Durante la ceremonia, Milei mantuvo un perfil bajo y fue visto siguiendo atentamente el desarrollo litúrgico.

Al término de la misa, el mandatario difundió un mensaje en redes sociales donde destacó el legado espiritual de Francisco.

La opinión pública en Argentina se dividió entre quienes comprendieron las dificultades logísticas del viaje y quienes criticaron la impuntualidad presidencial.

Un Papa que deja una huella imborrable
El pontificado de Francisco será recordado por su apuesta por una Iglesia abierta, sencilla y comprometida socialmente.

Su defensa de los migrantes, su lucha contra el cambio climático y su denuncia de la desigualdad marcaron su legado.

También será recordado por sus gestos concretos de austeridad y cercanía a los más humildes.

Durante su pontificado, visitó más de 50 países, llevando un mensaje de paz y fraternidad.

En el plano interno, impulsó reformas importantes en la Curia Romana y en los mecanismos de control financiero del Vaticano.

Su relación con América Latina fue siempre especial, marcada por su origen argentino y su sensibilidad hacia las problemáticas regionales.

A lo largo de su papado, Francisco enfrentó también resistencias internas, especialmente por su impulso reformista.

El funeral, sin embargo, mostró que su figura trasciende las divisiones eclesiásticas y políticas.

La emoción de los fieles, el reconocimiento de líderes mundiales y el respeto de millones de personas atestiguan su impacto global.

Con su partida, Francisco deja una Iglesia transformada y un desafío abierto para su sucesor.

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