Rebelión en el cielo libertario: la caída de Caputo, la cruzada digital y la consolidación de Karina

El cierre de listas bonaerense fue el escenario de una purga silenciosa. Karina Milei desplazó a Santiago Caputo y desató una revuelta en el núcleo digital del mileísmo. Tuits crípticos, simbología religiosa y fractura interna en un gobierno que navega entre la mística y el caos.

Política21 de julio de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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No fue una derrota común. Tampoco un simple corrimiento. La caída de Santiago Caputo del armado electoral en la provincia de Buenos Aires marcó un antes y un después en la interna libertaria. Fue, según sus fieles digitales, una traición. En silencio, Karina Milei impuso las listas y dejó afuera al ideólogo que había moldeado el relato presidencial. La reacción no se hizo esperar. Las Fuerzas del Cielo, aquel ejército de cuentas que durante años evangelizó con memes, citas bíblicas y ataques fulminantes, se levantó en armas virtuales.

Lo que sigue no es sólo una historia de rosca palaciega. Es una rebelión simbólica. La del profeta caído y sus apóstoles digitales. La del mito libertario que empieza a resquebrajarse desde adentro.

 
El cierre de listas y la caída del “traductor”

El 19 de julio, en el cierre definitivo de candidaturas en la provincia de Buenos Aires, Karina Milei se quedó con la lapicera. Decidió cada nombre en la Primera y la Tercera Sección Electoral, imponiendo su armado por sobre las sugerencias de Caputo. No hubo negociación. El consultor fue ignorado.

Ni un solo dirigente vinculado al “traductor” quedó en las boletas. La estructura digital que venía manejando el relato libertario desde 2021 fue desplazada por un esquema territorial más tradicional, respaldado por Sebastián Pareja, Martín Menem y dirigentes del PRO. La épica fue reemplazada por el Excel.

Ese mismo día, la cuenta @ElTraductor—ícono del caputismo—escribió:

“Judas no siempre besa en la mejilla. A veces firma listas.”

Y luego, horas más tarde:

“Caímos. Pero los que creen que esto fue una derrota, no entienden la batalla que se está por venir.”

Las señales de la revuelta
La reacción digital fue inmediata. En pocas horas, una red de cuentas alineadas con el entorno de Caputo comenzó a publicar frases en clave:

@EvangLibertaria:
“No todo lo que brilla es oro. A veces es bronce que se cree corona.”

@FiscalDelReino:
“El rey sin profeta está desnudo. Y el pueblo lo sabe.”

@LaLlama:
“No se puede traicionar la idea y esperar que el fuego siga ardiendo.”

Cada mensaje, aunque velado, apuntaba en una dirección: Karina Milei como usurpadora del espíritu original del mileísmo. El relato se volvió místico: Caputo como Moisés apartado del pueblo; Karina como Salomé danzando ante Herodes. El relato bíblico-pop digital reemplazó al storytelling electoral.

El silencio de Caputo y la fragmentación del relato
Santiago Caputo no habló. No escribió. No apareció. Se apagó. Y en su mutismo, creció la figura del mártir digital. Para sus seguidores, el “hombre que le puso palabras a Milei” fue crucificado por los burócratas de la política tradicional. No importaba que el gobierno llevara meses con retrocesos, internas y errores: para ellos, el problema era la traición.

El núcleo que le respondía dejó de retuitear a cuentas oficiales. Se retiraron en silencio, como una iglesia herética que prepara su propio cisma.

 
La estrategia de Karina: orden sin alma

En paralelo, Karina Milei avanzó como una ministra de guerra. Cerró listas en distritos clave sin oposición. En Merlo, Quilmes, Tigre y La Plata, definió nombres con el aval de Menem y Pareja. En la Primera y la Tercera Sección, donde se juegan más de 30 bancas legislativas, impuso un estilo: territorialidad, disciplina y obediencia.

Pero en ese orden encontró su mayor crítica: haber vaciado de mística al movimiento. Haber burocratizado una cruzada.

Uno de los tuits más replicados fue:

“Cuando la espada reemplaza a la palabra, el templo se convierte en fortaleza. Y ya no hay Dios ahí.”

Reacciones dentro del gabinete
El terremoto llegó a la Casa Rosada. Ministros como Patricia Bullrich intentaron mediar entre Caputo y Karina, sin éxito. Guillermo Francos se mantuvo al margen, pero reconoció en reuniones reservadas que “la pelea deja al Presidente sin interlocutores digitales”.

Incluso dentro de las oficinas más cercanas al mandatario, comenzaron las dudas. “Caputo era el escudo. Sin él, quedamos a la intemperie”, dijo un funcionario de confianza, en privado.

 
¿Quién manda ahora?
La pregunta es central. Milei gobierna, pero su entorno se mueve en piezas. Caputo ya no tiene poder. Karina avanza con el armado, pero genera resquemor incluso en sectores aliados. Los liberales históricos, como Giacomini o Bertie Benegas Lynch, ven la crisis como una desviación de los principios.

La disputa no es sólo por lugares: es por el alma del mileísmo. Y la batalla está en curso.

 
El efecto electoral
La purga en el armado puede costar caro. Las Fuerzas del Cielo eran una usina de contenido, un ejército digital que marcaba agenda. Sin ellos, la campaña pierde fuego. La apuesta de Karina es reemplazar épica con gestión. Pero aún no tiene resultados.

El riesgo es que se apague el fervor libertario justo cuando empieza la verdadera batalla por el Congreso. Y que las bases se sientan traicionadas por la nueva casta.

El mensaje final: “Nos vamos, pero dejamos fuego”

El 20 de julio, la cuenta @ElTraductor volvió a escribir:

“Nos vamos. Pero no sin dejar fuego. Que arda el altar. Que se ilumine el falso profeta.”

Fue leído como una despedida. O como una amenaza.

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