Golpe histórico en Colombia: Álvaro Uribe fue declarado culpable por soborno a un testigo

La Justicia colombiana dictaminó la culpabilidad del ex presidente por haber intentado manipular a un testigo clave en una causa por vínculos con el paramilitarismo. Es la primera vez que un exmandatario del país enfrenta una condena de este tipo.

Mundo29 de julio de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Álvaro Uribe fue declarado culpable por soborno a un testigo.

Álvaro Uribe Vélez, una de las figuras más influyentes de la política colombiana del siglo XXI, fue declarado culpable por la Justicia en un caso que sacude los cimientos institucionales del país. El ex presidente fue hallado responsable de intentar sobornar a un testigo en una causa penal en la que se investigaban sus presuntos vínculos con grupos paramilitares.

El fallo representa un hecho sin precedentes: nunca antes un ex jefe de Estado colombiano había sido condenado por un delito de estas características. La sentencia tiene implicancias políticas profundas en un país atravesado por años de conflicto armado, violencia institucional y denuncias por impunidad.

El caso se remonta a una serie de investigaciones abiertas contra Uribe por sus presuntos lazos con estructuras paramilitares durante su etapa como gobernador y luego como presidente. En ese marco, un testigo clave —un ex combatiente— declaró en su contra, señalándolo como articulador de pactos con grupos armados ilegales.

Uribe y su entorno, según la Justicia, habrían desplegado una estrategia para desacreditar ese testimonio, incluyendo presiones, ofertas económicas y maniobras de cooptación para modificar sus declaraciones. La causa derivó en un proceso por manipulación de testigos y fraude procesal.

Durante el juicio, se presentaron grabaciones, comunicaciones y declaraciones que confirmaron que allegados a Uribe, con su conocimiento y aval, contactaron al testigo con el fin de cambiar su versión o lograr su retractación. El tribunal concluyó que esas acciones tenían como objetivo entorpecer el proceso penal original.

La defensa del ex mandatario alegó que se trató de una operación legítima de contra-investigación para esclarecer falsedades, pero el tribunal descartó ese argumento y sostuvo que hubo intención dolosa de manipulación. También remarcó la gravedad institucional de que un ex presidente se valiera de su influencia para interferir en la justicia.

Uribe, que gobernó Colombia entre 2002 y 2010 y luego fue senador, ha sido una figura polarizante. Admirado por muchos por su combate frontal contra las FARC y su política de seguridad democrática, también acumuló fuertes cuestionamientos por violaciones a derechos humanos, espionaje ilegal y persecuciones judiciales.

La sentencia no implica prisión inmediata, ya que aún resta definir la pena concreta y los pasos procesales siguientes. Sin embargo, el fallo sienta un antecedente simbólicamente demoledor. Colombia, un país con larga tradición de impunidad para sus elites, ve por primera vez a un ex mandatario enfrentando una condena firme por corrupción judicial.

El impacto político también es inmediato. Uribe sigue siendo líder espiritual del uribismo, corriente dominante dentro de la derecha colombiana y pilar de varios partidos que han gobernado el país en la última década. La decisión judicial abre una crisis interna en esas fuerzas y podría erosionar su legitimidad de cara a las próximas elecciones.

Desde sectores progresistas y de derechos humanos, el fallo fue celebrado como un acto de justicia largamente demorado. Organizaciones de víctimas del conflicto armado consideran que este caso podría abrir nuevas puertas para revisar otros hechos impunes del pasado.

Uribe, por su parte, emitió un comunicado en el que calificó el veredicto como una “venganza política” y reiteró su inocencia. Aseguró que apelará y que se someterá a todas las instancias judiciales necesarias. No obstante, el cerco judicial se estrecha y su imagen pública sufre un deterioro irreversible.

La sociedad colombiana observa con atención los próximos pasos. En un país habituado a la violencia política y a los pactos de silencio, el juicio a Uribe puede marcar el inicio de una nueva etapa de rendición de cuentas. Y aunque aún falte mucho, el mensaje es claro: ningún cargo político, por alto que sea, garantiza impunidad perpetua.

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