El tirador de Nueva York dejó una nota: quién era Shane Tamura y qué motivó la masacre

El joven que abrió fuego desde un rascacielos en Manhattan dejó una carta donde expresaba frustración personal, desconfianza hacia el sistema y un mensaje oscuro sobre su decisión final. El caso conmociona a Estados Unidos.

Estados Unidos29 de julio de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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El tirador de Nueva York.

El ataque de Shane Tamura desde un rascacielos en Nueva York no solo dejó víctimas fatales y un saldo de horror, sino también un mensaje. Antes de abrir fuego, el joven de 28 años dejó una carta manuscrita que ya circula entre los investigadores y arroja pistas sobre su estado emocional, su aislamiento y las razones detrás de una tragedia que impacta en todo Estados Unidos.

Tamura, que fue abatido por la policía poco después del tiroteo, había planificado el ataque durante semanas. La nota, de puño y letra, revela una mezcla de paranoia, desesperanza y rechazo a las instituciones, junto con un mensaje final que remite al deseo de “ser escuchado a toda costa”.

Según trascendió, el documento fue hallado en su apartamento del Bronx, donde vivía solo desde hacía más de un año. En la nota, Shane Tamura hace referencia a una “sociedad enferma que no escucha a los que gritan en silencio” y asegura que su accionar es “el último acto de un alma rota”. El contenido fue interpretado por los peritos como un manifiesto personal con tintes conspirativos y nihilistas.

El tirador había trabajado en empleos temporales, sin vínculos estables ni antecedentes penales graves. Sin embargo, sus redes sociales mostraban un perfil errático, con publicaciones sobre teorías conspirativas, mensajes crípticos y una creciente obsesión con el control estatal, la vigilancia masiva y el aislamiento humano.

El tiroteo se produjo en pleno centro de Manhattan, desde el piso 37 de un rascacielos con vista al distrito financiero. Tamura abrió fuego con un arma semiautomática contra la calle, causando varias víctimas y sembrando el pánico. La policía lo abatió tras irrumpir en el departamento desde el helicóptero y los pisos superiores.

En la carta, Tamura aludía al 11-S, la crisis de salud mental en Estados Unidos y un “sistema que fabrica soledad como arma de control”. Aunque no pertenecía a ninguna organización extremista, los investigadores trabajan con la hipótesis de que su radicalización fue autodidacta, influida por foros en línea y contenido de plataformas alternativas.

Los peritos psicológicos que analizaron la nota indican un cuadro de psicosis no tratado, posiblemente agravado por consumo de sustancias. También detectaron frases desconectadas con la realidad y un discurso circular centrado en la culpa existencial y la ruptura con el mundo exterior.

Familiares y antiguos compañeros lo describieron como reservado, con un cambio drástico de comportamiento en los últimos dos años. Había cortado vínculos, abandonado el trabajo y se había mudado a un edificio en el que casi no interactuaba con nadie. Algunos vecinos declararon haber escuchado gritos y ruidos extraños en los días previos al ataque.

El caso reaviva el debate en Estados Unidos sobre el acceso a armas de fuego, el tratamiento de la salud mental y el impacto de la radicalización digital. Las autoridades aún investigan cómo obtuvo el arma, que no estaba registrada a su nombre y que había sido modificada para aumentar su capacidad de disparo.

Mientras tanto, Nueva York vive jornadas de luto, con homenajes a las víctimas y fuerte presencia policial en zonas céntricas. Las imágenes del tiroteo, captadas por testigos desde celulares, recorrieron el mundo y colocaron nuevamente a la violencia armada en el centro del debate político.

El FBI ya trabaja con agencias de salud pública para profundizar el análisis del caso. En paralelo, se investiga si Tamura había anticipado su ataque a través de mensajes encriptados o publicaciones ocultas en foros de la deep web.

La tragedia de Shane Tamura vuelve a poner en evidencia una combinación letal: jóvenes sin contención emocional, acceso irrestricto a armas de guerra y un entorno digital que amplifica el odio, el delirio y la desesperanza.

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